Las manipulaciones electorales que prepara el kirchnerismo

Este fin de semana, Cristina Kirchner intentará el golpe final para eliminar las PASO aunque se le complique conseguir los votos en Diputados. Avanza también la idea de adelantar las presidenciales

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El kirchnerismo nunca se hace
El kirchnerismo nunca se hace cargo de las malas gestiones que desembarcan en una derrota electoral

El kirchnerismo tiene un axioma de hierro. Las derrotas electorales nunca se producen porque sus gobiernos son malos. Siempre es el sistema de turno el que está equivocado, y el que los lleva injustamente a perder algunas elecciones. Allí es entonces que, en vez de buscar el modo de gobernar mejor, empiezan a cambiar los métodos electorales hasta que puedan dar con el adecuado que les permita volver a la victoria.

Es lo que está sucediendo una vez más. Para Cristina Kirchner, Alberto Fernández y el ministro Sergio Massa no hay fallas en el Gobierno que conduzcan a la derrota. Ni el 100% de inflación anual que vamos a superar, ni la pobreza de más del 40% ni las 15 especies de dólares ficticios que se han creado para ocultar la falta de dólares en las reservas del Banco Central son la causa del descontento y la desesperanza general. El problema, una vez más, es el sistema con el que vamos a ir a las urnas.

Por eso, la estrategia de Cristina, de sus tres hijos (el auténtico, Máximo Kirchner; el ideológico, Axel Kicillof; y el político, Wado De Pedro) y del resto del kirchnerismo es encontrar un sistema que los lleve a la victoria a pesar de que sus funcionarios más importantes tienen la imagen negativa más alta de la Argentina. La novedad es que a ese impulso anti PASO se ha sumado, con discreción y sin demasiados aspavientos, el ministro Massa.

Hay tres manipulaciones electorales en marcha. Ninguna de ellas es fácil de instaurar, pero se trata de dirigentes con gran creatividad, con mucha capacidad de persuasión y con cajas del Estado lo suficientemente provistas como para que el objetivo fluya como un río de montaña en época de deshielo. La primera de esas apuestas metodológica es la suspensión de las PASO, las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias que diseñó Néstor Kirchner luego de que Francisco De Narváez lo derrotara en 2009 en una boleta bonaerense donde lo secundaban Daniel Scioli, Massa y la cantante y performer peronista, Nacha Guevara.

A Kirchner le dio resultado la manipulación. Con la creación de las PASO incluyó también un cambio en el financiamiento de las campañas electorales, poniéndole límites a los recursos privados de los candidatos. Aquel kirchnerismo estaba convencido de que la derrota en las legislativas de 2009 era por el antiguo sistema electoral, y lo reemplazó por otro con las PASO como emblema. En principio, le dio resultado porque dos años después Cristina Kirchner se recompuso del golpe de la muerte de Néstor en 2010 y logró su reelección en 2011 con el 54% de los votos.

Las PASO no sirvieron de
Las PASO no sirvieron de mucho porque fue siempre Cristina Kirchner la que eligió los candidatos del peronismo

Pero la declamación de competencia electoral con el que se pusieron en marcha las PASO casi no fue utilizado por el kirchnerismo. Al contrario. Se convirtió en un obstáculo para utilizar el método al que más acudieron para ordenas las listas de candidatos. El dedo de Cristina Kirchner, el que decidió casi siempre para definir la suerte o la desgracia de los peronistas con aspiraciones.

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Quienes mejor aprovecharon las primarias obligatorias fueron Massa y Juntos por el Cambio. El hoy ministro de Economía venció a Cristina en las legislativas de 2013 y la coalición opositora llegó a la Casa Rosada en 2015. Todos hicieron sus elecciones internas y fortalecieron su oferta de candidatos para vencer al peronismo: en 2013 Massa; en 2015 Mauricio Macri y en 2017, cuando Esteban Bullrich venció a la mismísima Cristina en la provincia de Buenos Aires. Ahí fue cuando las PASO empezaron a ser vistas como una suerte de demonio para el kirchnerismo. Y esa sensación se repite ahora.

Este fin de semana, Máximo Kirchner reunirá a los dirigentes del peronismo bonaerense para plantearles que con las PASO van a una tragedia electoral y que deben suspenderlas. No es un escenario en el que vaya a encontrar voces disidentes. Apenas hay algunos intendentes del conurbano (los que alguna vez se llamaron barones), que solo se atreven a realizar las críticas en voz baja. Y está el opositor en soledad Fernando Gray, quien espera el día del ocaso kirchnerista para oficializar los vínculos peronistas de quienes lo llaman para compartir sus quejas contra el hijo de Cristina con la condición de mantenerlo en secreto.

En esa ofensiva contra las PASO, Axel Kicillof y Wado De Pedro le avisaron al radical Gerardo Morales que harán el intento en el Congreso de suspender las primarias abiertas durante los días adormilados del Mundial de Qatar, que comienza en menos de tres semanas. El Gobernador y el ministro del Interior se suman a la legión de funcionarios que creen que las andanzas de Lionel Messi y Rodrigo De Paul transforman a la sociedad en una masa inconsciente que todo lo acepta. Si revisaran la historia reciente, se sorprenderían al comprobar que Raúl Alfonsín tuvo sus peores derrotas políticas a partir de 1987, después de que la Selección obtuviera la Copa Mundial con Diego Maradona como estrella.

El problema para Cristina, Máximo y sus adláteres es que los números para enterrar las PASO en la Cámara de Diputados están muy finitos. El bloque del Frente de Todos cuenta con 119 legisladores propios, y siempre hay que descontarle dos o tres presencias por enfermedad o por alguna rebeldía personal, como la que en estos días embarga al candoroso presidente Fernández. “Si llegamos muy justos, a Alberto dejameló a mi”, ha hecho saber la Vicepresidenta, quien no parece demasiado preocupada por los arrebatos del hombre al que empoderó con un tuit.

Máximo Kirchner y Wado de
Máximo Kirchner y Wado de Pedro son los grandes impulsores de modificar el sistema electoral

A ese número cercano pero insuficiente para obtener el quórum de 129 diputados, el kirchnerismo le suma los 4 representantes aliados al cordobés Juan Schiaretti y los 4 del bloque Provincias Unidas, integrado por dos ríonegrinos y dos misioneros que responden al senador Alberto Weretilneck, un aliado siempre oportuno para el kirchnerismo. Son los que hace diez días dieron a conocer un proyecto para eliminar las PASO con el argumento de que ya habían perdido el “propósito original”. No lo dicen en el texto, pero el propósito original que ya no se cumple con las primarias abiertas es el de poder ganar. Entonces, archívese.

El análisis estadístico del kirchnerismo los lleva a la conclusión de que todavía les faltan entre 3 y 7 votos para obtener el quórum y avanzar con la eliminación de las PASO. Los buscarán entre los diputados de izquierda, siempre predispuestos a colaborar en la batalla prehistórica contra “la derecha”. Y también les llevarán sus espejitos de colores a los legisladores desperdigados en minibloques, los clientes más atentos cuando las circunstancias apremian y suben el precio de la oferta en el mercado legislativo.

En lo que ya empieza a constituir un clásico del toma y daca en el Congreso, el kirchnerismo ha sondeado la voluntad del bloque de 3 diputados que lidera Javier Milei. El libertario ha anticipado que repetirá la fórmula con estrenó con la sanción del Presupuesto: no dará quórum y se ausentaría de la discusión por las PASO, a la que considera un capricho de “la casta”. Esa postura obliga al Frente de Todos a conseguir el quórum por otro lado, pero lo libera de tres votos negativos en la votación dentro del recinto. Los libertarios tienen un liderazgo carismático al que por ahora no piensan poner en duda con elecciones internas.

El viejo truco del adelantamiento de las presidenciales

En el caso de que el sistema de compra-venta de voluntades fracase con la eliminación de las PASO, el kirchnerismo ha puesto en marcha otras dos iniciativas para modificar el sistema electoral y adaptarlo a sus necesidades básicas insatisfechas de votos. El primero de ellos fue hecho público por el movedizo ministro del kirchnerismo institucional, Wado De Pedro, y presenta características realmente insólitas. Es el de suspender las elecciones intermedias legislativas, que la Argentina celebra cada dos años entre presidencial y presidencial.

El argumento científico para semejante propuesta es siempre el mismo. El problema de las legislativas intermedias, un clásico de los sistemas presidencialistas, es que el kirchnerismo las viene perdiendo sistemáticamente. Las perdió en 2009 frente a De Narváez, las perdió en 2013 frente a aquel Massa renovador, las perdió Cristina Kirchner en 2017 frente al tándem Esteban Bullrich-Gladys González y las perdió en 2021 con la debacle del experimento albertista. “Más claro imposible, si no las podemos ganar las eliminamos”, lo explica con una carcajada de sinceridad un peronista que lo vio todo en términos de estrategias electorales.

De todos modos, la suspensión de las elecciones legislativas es una propuesta tirada al medio del barro para distraer mientras el kirchnerismo va a por la idea de fondo, que es la eliminación de las PASO. No tiene sustento ni consenso, y lo harán pasar a la historia como una extravagancia del ministro De Pedro.

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Mucho más consistente parece la tercera innovación electoral con la que el kirchnerismo busca una alquimia capaz de torcer su destino inexorable de derrota en 2023. Han comenzado a explorar la posibilidad de adelantar las elecciones presidenciales.

Como lo adelantó el periodista Facundo Cottet en Infobae esta semana, fue el propio Máximo Kirchner el que mencionó el tema al señalar que “tiene que ser mucho más corto el plazo entre las PASO y las generales, porque si no te pasa lo que te pasó en 2019; el daño que hizo Macri entre las PASO y la elección general fue terrible”. Un mensaje que revela dos datos: que la eliminación de las PASO todavía no tiene número suficiente y que una alternativa es adelantar la elección presidencial.

En ese cálculo, mucho tendrán que ver la marcha de las variables económicas de la gestión Massa y la definición del momento más oportuno para minimizar el impacto de la crisis sobre el resultado de las elecciones. Siempre se vuelve al mismo origen. Todo cambio será bienvenido si sirve para ganar o, a esta altura, también se toma la hipotesis de perder por menos diferencia.

Axel Kicillof y Martín Insaurralde
Axel Kicillof y Martín Insaurralde también acompañan la modificación de las normas electorales

En este esquema, los teóricos políticos del kirchnerismo le prestaron especial atención a un artículo del ex senador Eduardo Menem con el sugestivo título: “¿Se pueden adelantar las elecciones?”. Allí, el hermano del fallecido presidente peronista que los kirchneristas niegan, analiza el adelantamiento electoral que en 1989 acordaron el entonces candidato Carlos Menem y el presidente Raúl Alfonsín, jaqueado en esos meses por una crisis con hiperinflación.

Aquel año se adelantó la elección presidencial de fin de octubre al 14 de mayo, fecha que después mantuvo Menem y que la Constitución reformada en 1994 por el Pacto de Olivos estableció que se efectuara siempre “dentro de los dos meses anteriores a la conclusión del mandato del presidente en ejercicio”.

Esos son los plazos que Cristina, Máximo y el kirchnerismo tienen ahora bajo estudio minucioso. En definitiva, la comparación del final caótico de Alfonsín con este epílogo en decadencia de Alberto Fernández revela la pobre opinión que tiene la vicepresidente de la gestión que comparte con el candidato que ella misma eligió en una mañana de 2019. Como lo ha escrito bien el talentoso Alejandro Dolina, ahora es tarde para lágrimas.

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