El Estado Nacional explotó una ciudad

Solo con memoria y reparación, los que ya no están y la comunidad podrán tener paz ante la peor experiencia vivida en Río Tercero

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El 3 de noviembre de 1995, a las 8 y 55 minutos, explotó un depósito de armas en la ciudad de Río Tercero
El 3 de noviembre de 1995, a las 8 y 55 minutos, explotó un depósito de armas en la ciudad de Río Tercero

27 años atrás, el Estado Nacional hizo explotar una ciudad. Sí, estás leyendo bien. No es un eufemismo ni una declaración figurada. El Estado Nacional hizo volar por los aires la Ciudad de Río Tercero. Y digo esto con total contundencia, porque la causa penal, que llevó 19 años, en un procedimiento lleno de peripecias y chicanas judiciales, demostró que fue un hecho organizado y pergeñado por el propio Estado, durante el gobierno menemista, para ocultar la venta ilegal de armas a Croacia y a Ecuador. Es decir, un atentado.

El 3 de noviembre de 1995, a las 8 y 55 minutos de ese día lunes, la ciudad de Río Tercero, con sus aproximadamente 45 mil habitantes, vivía uno de los episodios más trágicos y morboso de la historia nacional. En un principio, nadie entendía qué estaba pasando, nadie comprendía por qué estaban bombardeando. A pesar de estar en una zona de paz, la ciudad vivía una guerra.

Las víctimas fatales directas, quienes murieron, fueron siete vecinas y vecinos. Se especula, también, que las víctimas fatales indirectas, pueden contarse por decenas, considerando el estrés que sufrieron muchas personas que padecían enfermedades preexistentes. No fue solo un día, un momento. Fue mucho más: las secuelas y las heridas siguen hasta hoy. Tal vez muchas personas de otros lugares del país, no sepan que hasta la actualidad se siguen encontrando aquellos proyectiles que bombardearon a Río Tercero. Proyectiles, que muchos siguen semienterrados y cada tanto aparecen, quedando al descubierto como para recordarnos que aún las heridas siguen abiertas.

Después de 27 años, quienes vivimos esa terrible y traumática experiencia, aún tenemos las imágenes y las sensaciones vividas intactas, como si el tiempo no hubiera pasado. El hongo, con la bola de fuego en su interior, atemorizante, continúa en la vida de cada riotercerense que vivió el atentado.

Es por ello, que el día 3 de noviembre debe servirnos a todos los argentinos para luchar por un país con memoria, verdad y justicia. Por un país en el que la corrupción y la desidia de quienes lo conducen, sean del signo político que sean, no cuente más como moneda corriente y desaparezca. Porque la corrupción no solo beneficia a unos pocos en detrimento de muchos, sino que además, la corrupción mata, como pasó en mi ciudad. Esto no fue una voladura ni una explosión, fue lisa y llanamente, un aberrante atentado perpetrado y organizado por el Estado Nacional contra su población.

Hablamos de heridas eternas, dolores que nunca podrán sanarse, que solo el tiempo ayuda a calmar, pero que siguen allí. ¿Y por qué hacer memoria con un hecho que nos trae dolor y tristeza? Justamente, por eso. Porque el alma, siempre tiene memoria. Si no, pregúntenle a los padres de Romina Torres, que a sus 15 años corría hacia su casa y una esquirla le quitó la vida. O a la familia de Aldo Aguirre, que a sus 25 años, ayudando a personas heridas, fue alcanzado por un trozo de metal que lo mató. O a Silvia, que su esposo Leonardo Solleveld le dijo que se quedara con los chicos, que iba a buscar un vehículo para sacarlos de ese infierno y jamás regresó. Si no pregunten a las familias de José Varela, Laura Muñoz, Hoder Dalmasso y Elena Rivas. Y es esa memoria, ese sentir, el que nos tiene que hacer recordar los hechos que llevan a las tragedias más grandes de nuestro país, para que no se vuelvan a repetir. Quizás no podremos sanar la herida, el tiempo ha demostrado que sin justicia, las heridas no comienzan a cicatrizar, y esta sociedad siempre tiene presentes a quienes perdimos ese día.

Y así como se tiene presente a cada una de las víctimas, no solo de Río Tercero, sino de una Argentina entera, se debe tener presente a una persona que gracias a sus valores y convicciones inquebrantables en la defensa de la verdad y la justicia, allanó el camino hacia la verdad y permitió a todos conocer la cruda realidad. Me refiero a Ana Elba Gritti, o “Coca”, tal como la recordamos los riotercerenses con nostalgia y orgullo. Fue ella quien luchó contra los poderes fácticos, a pesar de las amenazas y el amedrentamiento sufrido por ella y su familia. Sin ella, los argentinos no hubiéramos descubierto que lo que había sucedido, era intencional y organizado por propio Estado Nacional. Fue Ana Gritti la única querellante en la causa penal y es también por ella, que llegamos hasta aquí. Quedando solo su deseo de que la justicia llegara hasta los máximos responsables. Lamentablemente, ese anhelo no se pudo cumplir, ya que si bien el Tribunal Oral de Córdoba prosiguió el juicio y fijó la primera audiencia para que Menem declare bajo la imputación de “autor mediato”, fallece unos días antes, quedando nuevamente impune.

De todas maneras nos queda su legado. Si ella sola pudo contra la mafia del tráfico de armas, nosotros unidos tendremos que poder contra el olvido y la injusticia.

Río Tercero sigue en búsqueda de su reparación histórica. Fuimos, somos y seremos una ciudad pujante y en constante progreso. Pero aquel fatídico día, nuestro tejido social y económico recibió un fuerte golpe por parte del propio Estado Nacional que nos marcó para siempre. Es por ello, que desde el primer día de trabajo como Diputada Nacional, he tocado cada una de las puertas que hay que tocar, para que el pago de las indemnizaciones a las más de diez mil personas afectadas por fin se haga realidad, y la ley 27.179, que establece dichos pagos, sea cumplida por parte del mismo Estado que atentó contra su población.

Como así también, seguiré canalizando el deseo justo de Río Tercero por conseguir una reparación mediante la herramienta de mayor cambio social que se conoce como país, que es la educación. Y es por ello que vamos a seguir luchando por tener nuestra Universidad Nacional para que sea el mismo Estado que casi nos dio un golpe letal, el que devuelva a nuestra ciudad parte de lo que perdimos. El conocimiento es la mejor arma para combatir nuestras heridas más profundas. El impacto positivo, sostenido y a largo plazo que una universidad pública puede generar, superará cualquier reparación habida y por haber. No solo en Río Tercero, sino en toda una región.

En esta lucha por la memoria, siempre deberemos recordar y agradecer a cada uno de los artistas que con sus creaciones la mantuvieron viva. Porque además de la educación, es la cultura el elemento social que amalgama la memoria en nuestra sociedad. Es por ello que debemos tener presentes a los músicos, fotógrafos, artistas plásticos, escritores y demás personas que en 27 años se encargaron de no permitirnos el olvido y de reivindicar la memoria, la verdad y la justicia. Es por ellos y para toda nuestra sociedad en su conjunto, que el Proyecto de Ley que instituye el día 3 de noviembre como “Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Atentado contra la Fábrica Militar Río Tercero”, debe servirnos para que como país, avancemos hacia una democracia que nunca más permita que la desidia y la corrupción, atenten contra su pueblo.

Así, y solo así, con memoria y reparación, los que ya no están y la comunidad podrá tener paz ante la peor experiencia vivida.

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