INADI, decime qué se siente

El organismo a cargo de Victoria Donda difundió recomendaciones para evitar la discriminación en la cobertura periodística del Mundial de Qatar. Torpeza y moralina ante un problema serio

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Cuando pensás que el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) no puede hacer más papelones, va y puede. Esta semana le tocó al fútbol y, en particular, al Mundial. El organismo que conduce Victoria Donda difundió un cuadernillo de recomendaciones dirigido a comunicadores para que cubran el evento sin caer en prejuicios y estereotipos que vulneren derechos. El Manual del Buen Relator también contó con el apoyo de la Defensoría del Público, a cargo de Miriam Lewin.

Algunos ejemplos de lo que recomienda el INADI:

-No vincular la palabra “negro” a hechos negativos o a prácticas ilegales y clandestinas. No hay que decir “se ve negra la suerte para el equipo” o “compró la entrada en el mercado negro”.

-Evitar la discriminación étnico-racial con comentarios basados en generalizaciones y estigmatizaciones. No hay que decir “ahí viene el centro para Ghana, que alguno le pegue con cualquier ‘atributo’” (literal). En cambio, podemos decir “es notable la integración de las personas afros en los equipos europeos”.

-No evaluar positivamente jugadas que impliquen acciones malintencionadas y/o lesiones al rival. No deberíamos decir “el rival es el enemigo”.

-No promover o reproducir cánticos o comentarios agraviantes de las parcialidades de los equipos. No estaría bien decir “la hinchada le recuerda al rival su ‘paternidad’ respecto de los resultados” (supongo que tampoco su maternidad, pero para ser honesta tengo algunas dudas).

-No utilizar un lenguaje belicista, evitando comparaciones que refieran a enfrentamiento, guerra o a un escenario de dramatismo irresoluble. En vez de “hoy es a matar o morir” o “un partido de vida o muerte”, las comentaristas deberían decir “es un partido crucial para seguir en el torneo”. Imagino que esto descarta por completo el “esta noche cueste lo que cueste”.

-No incurrir en metáforas de animalización estigmatizante. No debemos decir “son unos burros” pero sí, en cambio, “es un tigre recuperando pelotas” (confieso que esta no la entiendo; o sea ¿burro no pero tigre sí?).

Hinchada argentina en Brasil, durante la Copa América
Hinchada argentina en Brasil, durante la Copa América

No cabe ninguna duda de que la discriminación en el ámbito del fútbol argentino es grave. Comparto la preocupación y, como hincha, la padezco en carne propia, por ejemplo, con los cánticos misóginos (es una puta de cabaret) o que reproducen la cultura de la violación (te rompimos el orto, los vamos a coger). Lo mismo ocurre con la discriminación racial, la homofobia o la xenofobia.

No es una pavada y no se justifica en el folclore del fútbol. Para nada. En esto tiene razón Donda. El lenguaje es uno de los ámbitos en los que se desarrollan y reproducen los estereotipos que sostienen las formas de organización social opresivas con las que vivimos. Tenemos un larguísimo camino por recorrer y la comunicación debe ser una parte esencial de estos esfuerzos. Pero hay que hacerlo con un poquito de seriedad. Ojalá se pensara, por ejemplo, en una campaña fuerte desde el Estado y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para que la selección nacional le hiciera saber al mundo su oposición a las múltiples discriminaciones oficiales que existen en Qatar.

Es más, no hay mucho que inventar. Bastaría con que el jugador más importante del planeta, que casualmente es argentino y capitán del equipo, se pusiera el brazalete multicolor que usarán el inglés Harry Kane y los capitanes de Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Países Bajos, Suiza y Gales para protestar contra la criminalización de la homosexualidad en la sede del Mundial. ¿Se imaginan a Lionel Messi saliendo a la cancha con el arcoíris en el brazo? Yo sí, porque el 3 de junio de 2015 lo vi salir a bancar desde Barcelona la primera marcha del Ni Una Menos.

Para modificar la cultura violenta del fútbol hay que trabajar en forma colectiva, establecer prioridades, incorporar a las personas involucradas y, sobre todo, no subestimar a la gente con gansadas (les pido mildis si es una animalización estigmatizante). El cuadernillo del INADI y la Defensoría del Público hace exactamente lo contrario. La iniciativa es tan torpe y poco seria que no solo no colabora en nada con la construcción de los cambios que necesitamos, sino que directamente es un gol en contra.

Primero, la publicación dice que para elaborar las recomendaciones se hicieron tres mesas de trabajo con “periodistas, expertas y expertos relacionados con las ciencias sociales, la comunicación y el estudio o el análisis del fútbol”. ¿Por qué no se difundió? ¿Quiénes son? ¿Las personas mencionadas en los agradecimientos finales? ¿Qué quiere decir “experto en análisis de fútbol”? ¿Comentaristas? ¿Hinchas? ¿Tuvo alguna participación el público que consume frenéticamente las transmisiones de fútbol y que, en definitiva, constituye el mercado de quienes van a comunicar el Mundial de Qatar?

Segundo, ¿cómo se inscribe este proyecto en las agendas de los movimientos que luchan contra la discriminación en la Argentina y, en particular, de quienes trabajan masculinidades, sexismo y violencia de género en la cultura del fútbol? ¿Se consultó, por ejemplo, a la gente del área de género del Club Gimnasia y Esgrima de La Plata, que desde hace tres años trabaja prolijamente en campañas para visibilizar y problematizar los cantitos violentos de la hinchada? La respuesta parece ser: no, no se inscribe colectivamente en ningún lado. ¿Para qué, si bastaba con leer un artículo de un diario ignoto titulado “¿Cuál es la diferencia entre ‘árabe’ y ‘musulmán’?” (no, no te estoy jodiendo) o con buscar “Medio Oriente”, “política de Qatar” y “Sharía” en Wikipedia? (posta, no te estoy jodiendo).

Tercero, ¿quiénes y cómo establecieron las prioridades de atención que iba a tener el cuadernillo? ¿Los problemas urgentes de discriminación en el fútbol argentino se vinculan con el dramatismo del lenguaje futbolero y las metáforas de animales? ¿La Argentina tiene una situación especialmente preocupante con la discriminación hacia los afrodescendientes o los musulmanes? ¿O simplemente copiaron y pegaron de algún manual de la ONU y se fueron a mirar los goles del Diego a los ingleses?

¿Cuál es el resultado de la falta de participación real de las personas involucradas, de la ausencia de diálogo con quienes desde hace tiempo trabajan estos temas y del reemplazo de la calidad técnica con una investigación berreta en Wikipedia? Lo que vemos: un compendio superficial que mezcla asuntos importantísimos (como la descalificación por género o los comentarios discriminatorios por orientación sexual o identidad autopercibida) con cuestiones menores, hechos muy alejados de nuestra cultura y ejemplos burlescos que parecen fabricados por un Capusotto libertario.

Decime, INADI, ¿qué se siente al mirar el mundo desde ese pedestal, sin comunicación con el exterior, saltando entre nubes de frases hechas y moralinas vacías que se mueven en un cielo abstracto donde no entra el mal, pero tampoco las razones pragmáticas, la construcción colectiva ni el sentido común?

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