La libertad no es gratis: un panorama incierto para Ucrania

El conflicto transciende al país invadido y nos encontramos frente a un escenario de tira y afloje entre los miembros de la OTAN y Rusia, con una China indecisa en el medio

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El Presidente de Ucrania, Volodímir
El Presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski (REUTERS)

La vida aquí antes era distinta. El dinero te rendía y podías ahorrar un poco, me dice ofuscado, mientras chequea la app en busca de un camino alternativo. Estamos atascados en el tráfico, y yo sentada atrás, veo el paisaje detenido en mi ventana y reflexiono en silencio sobre la cantidad de veces que escuché lo mismo, pero a más de 8 mil kilómetros al sur.

Curiosa, le preguntó si conoce la razón por la cual la situación ha cambiado, y me responde muy convencido, de que todo se debe a los estragos de la pandemia.

A lo largo de los días, en cada oportunidad que tuve, indagué sobre lo mismo para conocer el sentimiento del ciudadano estadounidense y su visión de las cosas. Hablamos del costo de la gasolina, del “changuito” del supermercado, los precios del alquiler, y del éxodo interno de personas que se vieron obligadas a mudarse para sortear la cuarentena y poder trabajar.

La situación es clara. La pandemia hizo estragos en todo el mundo, pero no me satisface del todo la respuesta y quiero ir más allá. Entonces pregunto, ¿y la guerra? ¿acaso la guerra no le afecta directamente en su economía? Casi siempre la respuesta inmediata fue el silencio. Una pausa para reflexionar.

En este punto soy consciente de que estoy hablando con extraños, que curiosamente y de forma generosa, me dejan entrar en su mente compartiendo sus pensamientos, miedos y frustraciones, y no quiero empujar demasiado la conversación. Pero me asombra que, nadie, nunca, mencione la guerra como un factor que afecta a la economía, en un país tan acostumbrada a ella.

Tras una breve pausa me dice: Si, supongo que sí. Pero no suena convencido.

La misma respuesta obtengo de cada una de las personas con las que hablé, incluso conocidos con los que tuve oportunidad de pasar algún tiempo. Para ellos, la guerra en Ucrania parece no tener un efecto directo en sus vidas cotidianas ni en su economía.

Un edificio residencial fuertemente dañado
Un edificio residencial fuertemente dañado por un ataque de misiles rusos

Sin embargo, la amenaza de una escalada del conflicto presenta una preocupación genuina para los países de la OTAN. Hoy, con casi total seguridad, podemos afirmar que el conflicto en Ucrania transciende a este país y nos encontramos frente a un escenario de tira y afloje entre los miembros de la OTAN y Rusia, con una China indecisa en el medio.

Estados Unidos y la Unión Europea han enviado millones de dólares en ayuda a Ucrania y aplicado una batería de sanciones a Rusia desde que comenzara la guerra con el objetivo de doblegar a Rusia y sus esfuerzos bélicos. Pero el dinero no crece en árboles. De algún lugar tiene que salir, y siendo Estados Unidos el principal financiador del conflicto, cabe preguntarse si los contribuyentes no están sintiendo los efectos de esto y no tienen algo para decir al respecto.

Pero a diferencia de lo que pensaba, la guerra no ocupa un lugar prioritario en la mente del ciudadano americano. La inflación sí.

¿Pero acaso la inflación no empeoró desde que iniciara la guerra?

La guerra empeoró la situación ya degradada que nos dejó la pandemia. El aumento de los precios de energía, y de materias primas como el aluminio o el níquel, impactó en la situación de inflación en EE. UU. Tal vez los efectos se sientan menos, que, del otro lado del Atlántico, pero aun así son percibidles.

¿El fin del apoyo bipartidista en torno a Ucrania?

Estados Unidos se encuentra en pleno proceso electoral, y muchos candidatos han centrado su narrativa de campaña en la problemática de la inflación, la situación con la inmigración, las drogas y la guerra.

Recientemente, miembros del partido republicano han criticado duramente la postura de la administración de Biden alegando que “Ucrania puede ser importante, pero no puede ser lo único en la agenda de la administración estadounidense”, y que probablemente haya llegado el fin del consenso bipartidista en torno al apoyo a Kiev en materia económica.

La crisis económica que atraviesa Estados Unidos ha alcanzado niveles altos y supone un breaking point para los miembros del Congreso del ala republicana que simplemente ya no están dispuestos a continuar financiando la guerra. Otro congresista había dicho públicamente esta semana que “no se puede liderar en el extranjero cuando eres tan débil en casa”, haciendo alusión a los problemas para controlar la frontera, el tráfico de drogas y la inflación. A su vez, la representante de Dakota del Norte, Kelly Armstrong, también habría hecho públicas sus quejas, argumentando que cuando la gente ve un aumento del 13 por ciento en los precios de los alimentos, una duplicación en las facturas de energía y servicios públicos, y le cuesta llegar a fin de mes, Ucrania es el último de sus problemas.

La negativa del partido republicano de seguir financiando la guerra, - a pesar de la promesa hecha al presidente ucraniano Vladimir Zelensky de continuar brindando ayuda económica y militar por el tiempo que sea necesario, - se hizo eco en Moscú. Así, en los diarios principales de Rusia, corrió la noticia de que, si los republicanos ganan las elecciones legislativas intermedias de noviembre, Ucrania corre riesgo de perder el apoyo económico de Estados Unidos.

El cese de la ayuda económica cambiaría drásticamente el rumbo del conflicto para Ucrania, y probablemente sea negativo para este.

Vladimir Putin
Vladimir Putin

La administración de Biden, por el contrario, opinan que la libertad hay que pagarla, “freedom is not free”, y sostiene que es necesario continuar apoyando y financiando a Kiev. Así lo ha manifestado muchas veces ante los miembros del Congreso y a sus aliados en Occidente.

Desde que iniciara la invasión, Estados Unidos y Europa han proporcionado miles de millones de dólares en ayuda económica y armamento para mantener a Ucrania en flote. Mientras que, por su parte, Rusia estaría gastando alrededor de 400 millones de dólares por día, en promedio, o eso se cree, según estimaciones.

Escasez de armamento

Además de la interna partidaria sobre si continuar o no brindando ayuda económica a Ucrania, surge la problemática del armamento.

Las reservas estadounidenses de ciertos equipos militares están alcanzando niveles mínimos de stock, poniendo en riesgo la propia necesidad del país para sostener el armamento necesario en caso de guerra y para el propio entrenamiento de sus fuerzas armadas.

Uno de los ejemplos claros es el misil antitanque Javelin con el que Ucrania han logrado detener el avance ruso sobre la capital. Estados Unidos ya suministró unos 8500 misiles Javelin a Kiev, pero la producción de esta arma es de solo mil por año, con lo cual, a los Estados Unidos les llevará mucho tiempo volver al stock original.

El Javelin se ha convertido en un símbolo de la resistencia en Ucrania y pronto Estados Unidos podría dejar de suministrarlo. Lo mismo estaría sucediendo con el misil tierra-aire Stinger y el sistema Himars.

Para remediar esta situación, el gobierno de los Estados Unidos solicitó un aumento en la producción de armamento, reabriendo líneas de ensamblaje y producción que habían sido cerradas.

Pero no solo Estados Unidos. Sus aliados occidentales también están teniendo problemas para seguirle el ritmo a la demanda de armamento en Ucrania. Lo cual supone un problema para este.

El riesgo de una reducción de las reservas estadounidenses de municiones de alta gama fue evidenciado por expertos desde el inicio de la contienda y desde que Estados Unidos comenzara a distribuir armamento. Ahora, a casi ocho meses de guerra, los expertos militares consideran que EE. UU está muy cerca de tener que poner un fin al suministro de armamento, sobre todo, tras las últimas semanas, donde el riesgo de un enfrentamiento directo entre EE. UU y Rusia se volvió una realidad muy posible.

Sobre esto, el Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Lloyd Austin, dijo públicamente que no se trata de “falta de voluntad” sino que Ucrania está “consumiendo municiones más rápido de lo que el mundo puede entregarlas”.

Sin embargo, se confirma el continuo apoyo a Ucrania, que podrá llegar de diferentes maneras, tal vez proporcionando sustitutos a las armas que solicita Zelensky, pero con total seguridad les tomará más tiempo cumplir con la demanda.

Por otro lado, la desaceleración del envió de armamento se pueda dar por un tercer escenario: la legítima preocupación de tropezar por accidente con un conflicto directo con Rusia.

Perspectivas para el mañana

Freedom is not free. Y tampoco es gratis sostener la influencia política, cultural y económica en el mundo. Estados Unidos conoce el costo que implica ser una superpotencia y sabe que es un precio que debe pagar si no quiere verse desplazados en influencia por otras potencias como Rusia y China.

Sin embargo, la economía mundial se encuentra en su peor momento desde el 2001. Y su deterioro, dependerá fundamentalmente del curso de la guerra en Ucrania y de su posible escalada. De como continúe la situación con la interrupción del suministro del gas, las sanciones, los boicots, el suministro de alimentos, etc.

Los expertos pronostican un escenario sombrío en materia económica para el próximo año, y mi mayor preocupación es el claro deterioro en materia política.

Cada vez veo con mayor preocupación con que facilidad las personas se inclinan por pertenecer a un bando u otro, generando una enorme polarización que no beneficia a nadie en el largo plazo.

Una guerra que estaba pensada para durar poco, se extiende y engrandece y cualquiera sea el resultado, - más allá de las amenazas de riego de guerra nuclear, que tendría repercusiones catastróficas, - existe otro riesgo aún más inmediato: la generación de un quiebre que resulte en la formación de dos bloques duros enfrentados que imposibilite la cooperación y el diálogo a futuro. Un panorama muy similar al vivido durante la Guerra Fría.

La guerra en Ucrania está teniendo un impacto visible en la economía occidental y en su infraestructura de defensa, y en un mundo atosigado por el cambio climático, la hambruna y la pobreza, la disputa entre ambos bandos está implicando recursos de dinero, infraestructura y tiempo, que la humanidad simplemente no se puede dar el lujo de gastar.

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