La conversación surge casi obligada en todo encuentro social de la misma manera que se vierten distintas posiciones apasionadas en las redes sociales.
En una reciente reunión íntima, la celebración del cumpleaños de mi nieto más pequeño, un familiar comentó su experiencia en el cine volviéndose a emocionar al relatar lo que sintió en aquella tarde rodeado de otros muchos desconocidos, que en absoluto silencio y congoja continuaban en sus butacas pensando mientras observaban las placas finales del film.
Alguien mucho más joven, la novia de mi hijo, intervino con su deseo de verla y el reconocimiento de lo poco que sabe sobre aquella época, de lo escaso que le fue enseñado.
Deberíamos preguntarnos por qué cargamos tanta responsabilidad sobre un film, opinable como toda creación artística, cuando nosotros como sociedad no pudimos, como una vez escribí, procesar debidamente la tragedia que nos cruzó para siempre con la violencia de los años 70.
Un solo demonio de múltiples actores con sed de sangre y muerte en búsqueda de poder, jamás, unos y otros inspirados en los valores de la vida, la democracia, la justicia y los derechos humanos.
Recomiendo leer a Norma Morandini en su último libro Silencios.
En todo su recorrido nos llama a pensarnos sobre qué hicimos y qué hacemos con lo no dicho durante décadas y el error de querer llenar luego con más ruido que palabras que acallan y anulan el pensamiento del otro y cierran la posibilidad al diálogo y al encuentro.
Elijo ahora detenerme en las acciones, en lo que expresan y producen. Creo que por sobre el debate instalado hoy, que por supuesto pondero y aliento, está la película que lo abre. Punto que no debemos omitir ni minimizar.
Tras años de silencio obligado, marcado por el grito desaforado y planificado, mentiroso, negacionista y autoritario del kirchnerismo durante años, (tristemente avalado por las organizaciones que se definen de derechos humanos), hoy la sociedad redescubre que hubo un punto fundante en nuestra democracia y en nuestra cultura de los Derechos Humanos.
Hoy se habla de la CONADEP como hacía tiempo no ocurría.
Se la pondera, recuperándola del arcón del olvido revalorizando su trabajo heroico, como lo definió Raúl Alfonsín al recibir el informe que luego sería el Nunca Más.
Se habla en las calles, en las casas y en los bares del Juicio a las Juntas, despertando principalmente en los jóvenes la necesidad y curiosidad acerca sobre de que se trató aquello.
Generaciones nacidas en democracia que afortunadamente no saben y no pueden imaginar la tragedia de vivir sin libertad, a que no fueron testigos y a quienes las imágenes les son lejanas y quienes fueron víctimas de la dramática decisión política del kirchnerismo de ser educados en el relato y no en la rigurosidad de los hechos, comienzan a llenar espacio con preguntas nuevas que deberán ser contestadas. Que tendrán respuestas que deben ser descubiertas.
Y que a nosotros los mayores, nos lleva a indagar acerca de las fallas en nuestra transmisión. De los “silencios” adoptados por acción u omisión.
Yo celebro la llegada de la película. Y ojalá más que se animen a llevarnos a indagar nuestra historia.
No soy crítico de cine ni me propongo ubicarme en ese lugar. Será buena o mala según sepan los expertos y según cada uno la reciba.
La tomo como lo que se propone: una herramienta que nos ayude a pensar y obligue a poner y valorar cada cosa nuevamente en su lugar.
En un tiempo oscuro, el ojo comienza a ver, dice el poeta Theodore Roethke.
¿Hubo un juicio a las juntas que es ejemplo para el mundo y los defensores de derechos humanos?. Si, y eso nos colocó en un lugar de liderazgo y ejemplo aunque el gobierno actual con sus decisiones se empeña en ir en camino inverso arriando banderas.
¿Existió una Conadep que fue fundamental para que ese juicio se desarrollará y la historia del drama del terrorismo de estado quede documentado?. Si, y es una tarea de un valor único. Un bien ganado para toda la sociedad por siempre.
¿Hubo quien desde la política con mirada de estratega posibilitó que la Conadep se conformará y el Juicio fuese realizado?. Si, fue Raúl Alfonsín, a quienes la mayoría reconocemos padre de la democracia argentina.
¿El peronismo rechazó integrar la Conadep?. Absolutamente sí. Eso también está debidamente documentado, porque había pactos preexistentes salvaguardando la autoamnistía militar.
La película es un disparador en nuestro tiempo y así debería ser tomada.
Abrió un debate y la nueva buena que trae con ella es que ya no hay más lugar al discurso hegemónico de relato y mentira.
Sabemos como fueron los hechos y quienes los verdaderos protagonistas y en rescate de ellos irán ahora fundamentalmente los jóvenes con sus preguntas e inquietudes.
Creo en eso, y nosotros todos los que fuimos testigos tenemos la obligación de hablar en libertad.
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