Desde hace más de un año, el concepto institucional de River es “Vivir y jugar con grandeza”. La grandeza es mucho más que ser grande. Es una filosofía, una serie de convicciones y de principios. La de River está cimentada sobre sus logros y títulos, sobre sus ídolos y talentos, pero también sobre un camino. Y sobre jugar con dignidad, con principios: entender que tenemos adversarios y no enemigos.
El último domingo, River dio una verdadera demostración de grandeza. En un país en donde la regla es la trampa y el engaño la ley, la actitud de Marcelo Gallardo y los jugadores sirve de ejemplo. Cuando en la televisión y las sobremesas se hablaba sobre que íbamos a entregar el partido, nuestro club jugó con la dignidad que marca la historia.
Entiendo que algunos hinchas hoy estén dolidos y con bronca. Ellos deben recordar que, además de una escuela de fútbol, nuestra institución es una escuela de valores. Cuando traicionás tus principios podés obtener un rédito inmediato, de corto plazo, al costo de traicionar tu esencia. Boca el domingo se anotó un título deportivo; River reafirmó un rumbo digno, de honestidad y transparencia ética y moral.
Cuando las cosas se hacen así, a la larga los resultados deportivos llegan solos. Ese es el camino que quisimos profundizar cuando llegamos a la conducción del club hace casi 9 años y que sirvió para escribir el ciclo más glorioso de nuestra historia.
El ejemplo que River brindó el domingo excede lo estrictamente futbolístico. Muchas veces el fútbol refleja lo peor de nosotros. En este caso, la dignidad de River -y también, vale decirlo, la de Independiente- ofrece una referencia sobre la cual el país haría bien en tomar como guía.
La grandeza con la que jugó el equipo es la que necesita Argentina para superar los desafíos de esta época difícil que nos toca enfrentar. Lo que River hizo es lo normal. El problema es que en la sociedad en la que vivimos, muchas veces lo normal pasa a ser la excepción. Y lo que necesitamos en nuestro país es esto: muchas actitudes normales. Con esa dignidad y esos valores como conducta, desde la política se podría dejar de lado el interés inmediato, las mezquindades y la mirada cortoplacista para pensar en lo que verdaderamente importa: cómo hacemos para que los jóvenes vuelvan a creer en el país, para que los ciudadanos vuelvan a confiar en la ley y para que la Argentina recupere de una buena vez un proyecto común de Nación.
Gracias, Marcelo y jugadores. Gracias, River, por mostrarnos el camino de vivir y jugar con grandeza.