No hace falta entrar en demasiados detalles para advertir que el kirchnerismo está implementando el “plan aguantar” con el único objetivo que no se desborden las variables económicas antes de las próximas elecciones. Evitar una corrida cambiaria y financiera parecen ser sus principales objetivos y, en segundo lugar, tratar de amortiguar lo más posible la tasa de inflación. Este plan aguantar implica barrer toda la basura debajo de la alfombra y agregar más problemas a los ya existentes, con lo cual el próximo gobierno heredará un monumental problema económico.
Para enfrentar con éxito semejante herencia económica exigirá:
1) Sólida convicción del nuevo gobierno de llevar adelante reformas estructurales. Entender que no es que hay que hacerlas por conveniencia política transitoria, sino que debe estar convencido que ese es el camino a seguir en el largo plazo;
2) Que los problemas heredados no se resuelven con parches cambiarios o acceso al crédito. Esas medidas solo agravan los problemas; y
3) Intensa labor de docencia económica-institucional antes de las elecciones y una vez en el poder, hacer una detallada descripción del estado de la situación heredada y el camino a seguir. El ministro de Economía tiene que ser un docente que le hable a la gente común, no a los economistas. Comunicar con claridad a la población es clave para tener su apoyo.
La herencia que se recibe es de un gasto público consolidado que ronda el 48% de PBI, pero con una muy baja calidad. Más del 60% de del presupuesto nacional está destinado a los llamados gastos sociales y, a pesar de ese elevado porcentaje, los jubilados están agonizando, la educación es un desastre al igual que salud pública, y los planes sociales solo sirven para destruir la cultura del trabajo e instalar la cultura de la dádiva.
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No es con más planes sociales que Argentina va a salir adelante, sino que va a reconstruirse volviendo a la cultura del trabajo. Este es el mensaje clave que tendrán que, insistentemente, transmitir desde ahora quienes pretendan sacar a la Argentina de la decadencia.
También es importante que el nuevo gobierno no venda humo diciendo que llegan y bajan el gasto público de un día para otro o que van a eliminar 120 impuestos de un día para otro. La reforma del Estado, que habrá que iniciarla desde el minuto uno de la nueva administración, va a llevar tiempo, pero lo importante es mostrarle a la población el despilfarro de recursos que hay en el estado y que la gente tiene que pagar con el fruto de su trabajo.
Bases del plan
1) Una reforma monetaria, porque la Argentina no tiene moneda;
2) Una amplia desregulación de la economía para liberar la capacidad de innovación de la gente y, sobre todo, terminar con focos de corrupción de los “negocios” cautivos;
3) Actualización de la legislación laboral que termine con la industria del juicio;
4) Reforma del Estado para bajar el gasto y mejorar la calidad del mismo en las áreas en que el estado tiene que prestar servicios como, por ejemplo, seguridad, defensa, justicia, etc.;
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5) Reforma impositiva que lleve a una baja de la carga tributaria y una simplificación del sistema. Además, para evitar que la AFIP sea usada como la KGB, sancionando una ley de defensa del contribuyente. La actual ley de procedimiento fiscal es arbitraria y permite fusilar al contribuyente, al amanecer, en la plaza mayor y sin juicio previo. Es un cúmulo de arbitrariedades al que se somete al contribuyente;
6) Integrar la economía al mundo, porque la única manera de atraer inversiones es para producir en volúmenes, y eso se logra con exportaciones. La economía argentina puede llegar a exportar por USD 700.000 millones al año, o más, si alcanza los porcentajes de participación en el comercio mundial que tuvo hasta mediados del siglo XX cuando estuvo integrada al mundo; y
7) Terminar con la maraña de planes sociales y dejar uno solo para los que están en edad de trabajar. Quién reciba un plan social tendrá que obligatoriamente anotarse en un curso de capacitación de oficios como puede ser electricista, plomero, carpintero y tantos oficios que hoy escasean en oferta;
La persona que cobra el plan, solo podrá seguir cobrándolo si asiste a la capacitación. Una vez matriculado, se le irá reduciendo el subsidio en un 20% mensual hasta que se extingue. En es tiempo la persona, que ya fue capacitada y tiene las herramientas para poder trabajar, saldrá a buscar trabajo como cualquier persona que hoy vive de su trabajo y todas las mañanas se levanta para buscarle la vuelta a la vida de manera tal de alimentar y mantener a su familia, que es lo digno.
No hay razón para seguir dándole pescado todos los días a quienes viven de planes. Se les enseña a pescar y que cada día salgan ellos a buscar su propio alimento debe ser el objetivo primordial. Terminar con la cultura de la dádiva, que también es fuente de corrupción. Esa es la forma de construir un país: trabajando. No estoy diciendo nada que merezca el premio Nobel de economía, solo digo algo que se perdió por completo en Argentina que es la cultura del trabajo.
Pasivos monetarios
Estos son los lineamientos básicos del plan a seguir, pero quedan muchos temas complejos por resolver. Por ejemplo, la monumental deuda del BCRA que hoy genera un déficit cuasifiscal que supera el déficit primario de la Administración Central.
La deuda pública ha crecido USD 68.950 millones desde que llegó el kirchnerismo al gobierno en 2019. El BCRA tiene una deuda de Leliq y Pases Netos de $ 8,8 billones que equivalen a USD 55.000 millones al tipo de cambio oficial, además del stock de deuda de la Tesorería, y no tiene activos ni flujos para pagarla. Por otro lado, el Tesoro se endeudó y llevó la carga tributaria hasta niveles asfixiantes para el sector privado; emitió hasta destruir el peso y nadie le presta a la Argentina un dólar en el mercado financiero internacional, en tanto que el mercado interno es mínimo y no hay ahorro suficiente para financiar el gasto.
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No quedan instrumentos para financiar este nivel de gasto, con lo cual la baja del mismo es ineludible. Se puede hacer con una llamarada inflacionaria sin reformas estructurales para que dure un tiempo y volver a la historia de siempre o encarar una reforma seria del Estado.
En síntesis, hoy el mínimo de medidas que habrá que tomar para reencauzar la economía es importante, pero en la medida que el gobierno actual, con su plan aguantar, siga barriendo basura bajo la alfombra, la contundencia de la política económica del próximo presidente no tiene que dejar lugar a dudas que hay plena convicción de cambiar el rumbo de decadencia.
Llegamos a un punto en que no hay lugar para gradualismo alguno, ni medidas a medias tinta. La salida es una economía de mercado, integrada al mundo y con una dirigencia política convencida de ese camino. En definitiva, un gobierno con fuerte inspiración liberal, que no es lo mismo que decir fanatismo mesiánico, en que el Torquemada de turno va con la cruz condenando a las torturas de la Santa Inquisición a todo a aquél que llegue a disentir con el mesías salvador. Se requiere hablar de liberalismo en serio para evitar otro fracaso vendiendo humo de salvadores mesiánicos.
Cualquier otro intento que no sea una política liberal en serio, lo cual incluye calidad institucional, será caer en un nuevo fracaso.
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