Hemos dicho reiteradamente que el Papa Francisco sostiene la “paternidad responsable”, la Iglesia admite el control de la natalidad, pero no por métodos artificiales ni quirúrgicos. Hoy vamos a hacer un breve comentario al Mensaje dado a conocer desde la Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la Familia de la CEA, máximo órgano de la Iglesia católica argentina, el 5 de este mes. (Sólo los textos entrecomillados son del Mensaje; los subtítulos me pertenecen).
Campaña del Ministerio de Salud de la Nación
“El Ministerio de Salud de la Nación lanzó una campaña con motivo de la Semana para la Prevención del Embarazo Adolescente en América Latina, en la que informa entre otras cosas sobre los métodos anticonceptivos a los que pueden acceder los menores desde los 16 años”.
Hasta los 18 años los menores son “niños/as” (UNICEF).
Luego, “…desde sus redes sociales, la cartera sanitaria liderada por Carla Vizzotti informa -prosigue diciendo el Mensaje- que “en hospitales públicos, centros de salud, obras sociales y prepagas deben entregar gratis el método anticonceptivo que solicites”. También detalla algunos como los preservativos peneanos, pastillas anticonceptivas, anticonceptivos inyectables y la anticoncepción hormonal de emergencia, que es la llamada “pastilla del día después”.
Prosiguen diciendo los pastores católicos que “desde la publicación se indica que los adolescentes después de los 13 años ‘pueden recibir información y acceder al método anticonceptivo reversible que se elija, sin compañía de personas adultas’”, y desde los 16 años “pueden acceder gratis a métodos anticonceptivos permanentes: ligadura y vasectomía”.
“Observamos -siguen diciendo -con preocupación la nueva campaña publicitaria del Ministerio de Salud de la Nación dirigida a adolescentes y jóvenes, inclusive menores de edad, en torno al acceso a métodos anticonceptivos y esterilizantes prácticamente irreversibles como la vasectomía y ligadura de trompas.”
“La exigencia ética de promover una paternidad responsable -prosigue diciendo el Mensaje- nunca debe abrir camino a métodos que atentan contra la dignidad de la persona, que acotan la noción de libertad humana o que cargan con la responsabilidad sobre personas que aún no han alcanzado la madurez necesaria para decidir sobre procesos irreversibles.”
“Nos preocupa -dicen los obispos en su mensaje- el progresivo debilitamiento de la conciencia sobre la vida y en la agenda pública el tema del aborto, la eutanasia y tantos otros debates que ponen en jaque los fundamentos más profundos de la humanidad.”
“Este debilitamiento reduce la condición humana a una simple materialidad y queda expuesta sólo a criterios de eficiencia basados en datos, a veces sólo estadísticos.”
Infancia e identificación y adolescencia e identidad
No podemos dejar de recurrir a la literatura psicoanalítica para ahondar en el problema. En los tiempos adolescentes es donde se construye la identidad y en esa construcción se producen cambios y también suelen ocurrir trastornos de la identidad. Los tiempos de la vida del adolescente son, según Erik Erikson (en Identidad, juventud y crisis) los que van desde “la caída del soporte parental infantil, que impone la construcción de un nuevo espacio subjetivo singular en paralelo a un lugar en el mundo”.
Tras la edad infantil, caracterizada por la “urdimbre afectiva” (Rof Carballo) y por la identificación (Freud, Lacan) del infante con su otro yo materno primero y con el padre después (o quienes los sustituyan), se asimilan comportamientos y valores. Estos mecanismos de identificación son fundantes en la constitución del yo y del sujeto.
El segundo tiempo de construcción de la identidad es la adolescencia que se inicia con la pubertad. Se caracteriza por el rechazo selectivo y la asimilación mutua de las identificaciones infantiles y su absorción en una nueva configuración, en la cual la sociedad juega un papel fundamental.
Las interrelaciones con las cosas y los otros y la representación del cuerpo dos de los referentes principales en los que se asienta la identidad. Es decir, es el momento en que se produce la integración del yo en el cuerpo y en el mundo. Entonces es cuando el menor puede decir “yo soy un yo; me veo a mí mismo”. Este descubrimiento de la identidad cobra permanencia para siempre pero estará sujeto a múltiples cambios a lo largo de la vida.
La vulnerabilidad del yo en construcción de los adolescentes
Pero nuestra apretada síntesis no significa que se trate de un tránsito fácil. En la adolescencia se ingresa a un proceso atravesado por diversos grados de convivencia al mismo tiempo que se producen profundos cambios biológicos como la aparición de los caracteres sexuales secundarios, cambios psicológicos a partir del descubrimiento del yo y del encuentro con el otro y los otros y también espirituales. El impulso sexual, la ansiedad derivada de ello, los cambios corporales y el conocimiento del propio cuerpo, el egocentrismo cognitivo, sentimientos de invulnerabilidad, cuestionamiento de las normas y valores sociales, los desbordes emocionales, la ideación suicida, las autoagresiones, etc. son todas notas que caracterizan este momento complejo de la vida. Puede ser muy breve o muy prolongado según los casos y las circunstancias. Pero todos los expertos coinciden en que es un período de gran vulnerabilidad. Para Erikson, desde la pubertad a la adultez temprana es la etapa de identidad versus confusión de identidad. Al final de la adolescencia el menor -como hemos visto -ha encontrado su yo, la importancia del “nosotros”, la “comunidad” familiar, las relaciones de camaradería, el sentido de patria y el sentido de la vida. En esta etapa se desarrolla una conciencia moral propia, la incorporación de valores permanentes éticos y religiosos y también de los valores cambiantes de la “moda” (de las artes, el vestir, etc).
El cuerpo como mero objeto
Ahora bien, volviendo al Mensaje de los obispos, estos manifiestan que en la decisión
“En este marco es que nos preocupa -siguen diciendo los obispos -una propuesta de estas características. La entendemos como una acción que atenta contra la dignidad de la persona humana, particularmente de los jóvenes objeto de la campaña.”
“…cuando deberíamos estar preguntándonos -dicen los obispos -por qué los jóvenes no pueden proyectar un futuro, por qué tienen miedo o dificultades reales para vivir su sexualidad, prepararse a ser progenitores y formar una familia.”
Que el Estado elija la adolescencia para “instruir” a los niños y niñas en los métodos de intervenir en su cuerpo, con el fin de amputar su capacidad reproductiva y con ella mutilar su realidad, espanta. No puedo no dejar de asociar estos hechos con los penetrantes análisis sartrianos del sadismo y el masoquismo (obra A puerta cerrada- Huis-clos). La campaña pública parece encaminada a legitimar el destino que presagia el filósofo desde su pesimismo existencial: El infierno es “los Otros”.
Pero cuando los obispos señalan el olvido del Ministerio acerca de “la existencia de la persona y su trascendencia” nos están diciendo que nuestras autoridades adolecen de una gran pobreza antropológica que se sitúa en el campo de la negatividad del ser y de Dios..
Licuación de valores y reducción de la población por vía de la cultura de la muerte
Este cronista no lo sabe. Pero digamos ante todo que no hay ningún interés popular ni de mejorar la salud de la población en esas reformas educativas y legislativas en cuyo contexto se desarrolla el comunicado, razonablemente no se puede ser un mero interés electoral. Al pueblo en general y a los pobres en particular el tema de la vasectomía o la ligadura de trompas en niños y niñ
as no les interesa en absoluto. Así como no fue un reclamo popular sino de agrupaciones que militaron el tema de la legalización del aborto -o genocidio nazi “con guantes blancos” (Francisco, junio 2018) -o a las absurdidades a que se llega en el discurso oficial en las “cuestiones de género”.
“Pero que el siglo 20 es un despliegue
De maldad insolente, ya no hay quien lo niegue
Vivimos revolca’os en un merengue
Y, en el mismo lodo, todos manosea’os
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor
Ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador
Todo es igual, nada es mejor
Lo mismo un burro que un gran profesor”
(Cambalache, E. Santos Discépolo)
Se dice, la regla es que “los valores son relativos”, si se quiere es aceptable por todos en el campo del consumo y en especial de “la moda” pero se torna inaceptable cuando se extiende a los valores fundamentales del ser humano donde está en juego la vida, la integridad corporal, la dignidad. En cambio como si fuera elegir una prenda en una tienda los ministros de Salud se sienten autorizados para instruir a los niños -en su mayor momento de desarrollo y vulnerabilidad -para que elijan ser hombre o mujer, trans o bi, que elijan amputarse los aparatos reproductivos, que no reconozcan las diferencias entre padre y madre; que olviden los profundos análisis de Freud y Lacan; que no le den importancia al respeto por la vida del otro y por su dignidad, que ejerzan la libertad de interrupir el embarazo y provocar la muerte del niño por nacer. Así se difunde la disolución. Por licuación de los valores y principios, de la identidad propia, familiar, comunitaria y de la patria.
Sucede que en tiempos de escasez, paradojalmente, en un mundo cada vez más rico, no hay para todos, frente a lo que acaso la cultura diabólica de la muerte -limitación de la natalidad, aborto, amputación y esterilización -sean medidas que tengan como propósito la reducción de la población y en especial, de los que sobran. Homo homini lupus.
Las necesidades de la gente van más allá del asistencialismo
Si le pedimos una opinión -como lo hicimos a nuestro alrededor -la gente de cualquier segmento de la población considera superfluos estos debates. Nos dirá que la vasectomía en niños y la ligadura de trompas en niñas es una medida absurda y un debate inoportuno e innecesario. Y como siempre se invoca a “los pobres” para justificar las acciones de gobierno -como si fuera un gobierno peronista -digamos que las necesidades de los pobres son muy otras. Por lo pronto, como suele decir el obispo Eduardo Horacio García, “saber qué podrán poner en la olla esta noche para darle de comer a su familia”. En muchos casos “los planes” y “los comedores” solucionan la urgencia pero además de esa necesidad imperiosa, en general, el pueblo argentino también está urgido por las necesidades siempre incumplidas a las que se refiere el mensaje Episcopal en su último párrafo.
En su último párrafo dicen los obispos: “En ese sentido, mucho debe hacerse para asegurar mejores condiciones de vida, educación, oportunidades laborales y seguridad, para que, lejos de seguir recortando el horizonte de nuestros jóvenes, integremos mejor el profundo anhelo de una vida digna y llena de esperanza. (4 de octubre de 2022 -CEVILAF)”.
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