Cristina y Mauricio ante el dilema de Hamlet: ser o no ser protagonistas de la batalla final

El coqueteo e indefinición de ambos sobre una potencial candidatura presidencial para el próximo año genera tensiones, parálisis y confusión tanto en el oficialismo como en la oposición

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Afiches en la vía pública que candidatean a Mauricio Macri y a Cristina Kirchner para las elecciones presidenciales de 2023
Afiches en la vía pública que candidatean a Mauricio Macri y a Cristina Kirchner para las elecciones presidenciales de 2023

Hasta no hace mucho tiempo Horacio Rodríguez Larreta creía que Mauricio Macri no intentaría volver a ser Presidente. Ni el lanzamiento de su “Primer Tiempo”, ni su activa presencia mediática, ni sus recorridos por el conurbano lo convencían de lo contrario. Mientras tanto su entorno empezaba a inquietarse. Y sus aliados políticos aún más.

Pero algo cambió hace un par de semanas. En el mismo momento en que el Jefe de Gobierno porteño decidió sacar del clóset su verdadera situación amorosa, declarándose enamorado de la joven Milagros Maylin, un nuevo giro estratégico le dio a su campaña presidencial: “Si se presenta lo enfrento. Voy por él”, dijo puertas adentro escueto pero enfático.

La definición -o el grito de guerra para envalentonar a los suyos- no se escuchó sólo en Uspallata. Los primeros en ser notificados formalmente fueron los radicales. Diego Santilli se encargó de pedirle reunión a Gerardo Morales. El jefe de la Unión Cívica Radical (UCR) no llegó solo a encontrarse con Larreta. Dando muestras de unidad partidaria y de objetivo común sumó al encuentro a Martín Lousteau, entre otros.

El jujeño no tiene ningún interés en ser partícipe de las internas del PRO (de hecho mantiene aceitado vínculo con Patricia Bullrich) pero está convencido que un eventual lanzamiento de Macri podría generar tensiones rupturistas en la coalición opositora. Su máximo gesto de respeto por la unidad fue firmar el comunicado formal de la UCR con la prosa de Lousteau poniendo límites a las críticas de Facundo Manes al ex Presidente.

Mauricio Macri junto a Rodolfo D'Onofrio, ex presidente de River Plate, Una foto de la última semana
Mauricio Macri junto a Rodolfo D'Onofrio, ex presidente de River Plate, Una foto de la última semana

Pero, en los hechos, la frialdad entre Macri y Morales es tal que el radical será de los pocos que mañana no estarán entre las 1500 personas que aplaudirán el segundo tiempo de Mauricio en forma de libro (“Para qué”, se llama) en el salón central de La Rural. Y no por descortés. Sino directamente porque no fue invitado. Ni formal (la tarjeta no llegó a ninguna de sus oficinas ni a su mail) ni informalmente. Nadie llamó en nombre de Mauricio ni a él ni a su secretaria, ni a su principal operador político, el mítico Willy Hoertz (secretario personal y nieto político de Raúl Alfonsín).

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Está claro que el ex Presidente coquetea cada vez más con su lanzamiento para el 2023. Lo de mañana será posiblemente su punto más álgido en este juego indefinido. La histeria llegará a su máximo esplendor. Después de la presentación que está prevista en 70 minutos, se quedará 45 más firmando libros como corresponde a todo autor, y partirá raudo hacia Ezeiza para embarcarse rumbo a Miami, Washington y Arabia Saudita. ¿“Lanzamiento” de campaña interruptus?

A nadie le queda claro en el espacio opositor qué hará Mauricio. Así como a nadie le queda claro en el oficialismo qué hará Cristina Kirchner. Con una diferencia trascendental. Para muchos la candidatura de Mauricio significa la ruptura de la oposición. Para el oficialismo, la candidatura de Cristina sólo sería necesaria -más que posible- si el plan Massa termina fracasando, ya que ante parte del electorado (posiblemente el círculo más duro) es la única que sigue representando algo distinto al gobierno que ella misma integra.

La vicepresidenta Cristina Kirchner y una gorra con una leyenda que la candidatea para 2023
La vicepresidenta Cristina Kirchner y una gorra con una leyenda que la candidatea para 2023

Está claro que Juntos por el Cambio está en una disyuntiva. Básicamente porque las diferencias no son sólo metodológicas sino de fondo. Mientras Mauricio está convencido y así lo explicita en su libro, que el mayor error de su gobierno fue no ir a fondo en reformas liberales, Horacio, Gerardo, Lilita y hasta Patricia coinciden en que el mayor error del gobierno 2015/2019 fue justamente no haber trabajado como coalición.

Para eso se preparan ahora. Para dejar claro que no será un acuerdo de candidaturas para la elección sino un acuerdo de fondo que involucre a todos. En este punto aprenden también la lección en base al gobierno actual. Un punto no menor que además deja huellas en la sociedad a la hora de mirar para qué y porqué se juntan los políticos.

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Y ahí es donde Mauricio -candidato o no- tensa posiciones. Porque está claro que muchos de sus planteos no serán sostenidos nunca ni por el radicalismo ni por la Coalición Cívica. Son histórica y filosóficamente casi antagónicos a este Mauricio liberalmente recargado.

Por eso quien antes pensaba heredarlo naturalmente ahora está dispuesto al parricidio. Es que Horacio sabe, además, que después del experimento Alberto Fernández la gente ya entendió la diferencia entre el original y la fotocopia. Por eso para ser debe emerger. Y emerger por fuerza propia significa ganarle las PASO a Mauricio o a quien Mauricio elija. Pero ser el delfín de Mauricio hoy es un peso plomo. Aunque el ex Presidente sostenga el voto más duro.

El otro incordio en el que se encuentra la oposición es justamente cuál es la tolerancia de la sociedad a una pelea interna. Aunque sea en el marco de las PASO (si no se bajan antes de fin de año como quieren los gobernadores peronistas), presentar candidaturas es confrontar. Y la sociedad está al límite. Por eso no son pocos los que insisten en las famosas fórmulas cruzadas: es decir que todos quienes se presenten tengan un integrante de cada fuerza mayoritaria como candidato a Presidente y vice. PRO-UCR o UCR-PRO.
Como manera de sellar de manera institucional la coalición por los cuatro años de mandato.

El factor Cristina

Desde ya que no es sólo la oposición quien transita un laberinto. El Gobierno sigue surfeando la crisis económica y social cada vez con menos margen de maniobra. Sergio Tomás se prepara para otra turbulencia de los mercados que insisten con licuar de manera drástica el retraso cambiario con una devaluación. Esta semana salió airoso del Congreso. Consiguió dictamen para el presupuesto que será tratado en el recinto el próximo martes. Todo un logro para el que tuvo que poner tanto énfasis en los opositores como en los propios.

En el medio y casi al final se coló una maldad con perfume de mujer: incluir un artículo para que todos los jueces y no sólo los nombrados en los últimos años paguen impuesto a las ganancias. El autor de la idea fue el diputado entrerriano Marcelo Casaretto. Estaban discutiendo una rebaja en las partidas destinadas a becas y el diputado alegó que era exactamente la misma plata que el Estado no percibía por eximir del impuesto a las ganancias a los integrantes mas antiguos de la familia judicial.

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A más de uno se le hizo agua la boca. Sobre todo porque por más que se judicialice, hay que tener cara para presentar un recurso de amparo para que no te cobren el impuesto ganando más de dos millones de pesos como muchos jueces del máximo tribunal.

El presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Sergio Massa ( Reuters)
El presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Sergio Massa ( Reuters)

Massa insisten en no mover su vista de la gestión y evita cualquier charla que derive en especulación política. Por inteligencia más que por humildad. El Frente de Todos está en plena ebullición. Y para muestra sobra el festejo compartimentado del 17 de octubre.

Las aguas van dividiéndose de manera cada vez más clara. Los gordos de la CGT, los movimientos sociales engordados por los planes, y todo el post albertismo empiezan a aglutinarse para pujar por lugares en las listas del próximo año. Candidato no tienen. Pero con levantar la bandera del antikirchnerismo les alcanza una vez más para pedir pista.

Después se verá si es con Alberto, con Daniel Scioli o hasta con Santiago Cafiero. Lo importante es que puedan dividir aguas para acumular poder legislativo.

El kirchnerismo mientras tanto está a la espera. No sólo de la definición de Cristina sino del experimento Massa. Esta semana Máximo volvió a dejar claro que es quien encarna en público la custodia del legado. Pero el martes deberá sentarse en el recinto para votar el presupuesto a la medida del Fondo Monetario.

La vicepresidenta sigue dando pocos mensajes públicos. Quienes hablan con ella insisten en que está más enfocada que nunca en la gestión (con charlas cotidianas con Sergio Tomás) y que sigue obsesionada con las derivaciones políticas detrás del atentado que sufrió. No es para menos. La empresa Caputo deberá explicar ante la justicia donde están los muebles por quince millones de pesos que compró a un carpintero que aprendió el oficio por Youtube tal como reconoció antes de ser apresado, el líder de Revolución Federal, Jonathan Morel.

Por lo pronto la orden política más contundente es ordenar la provincia de Buenos Aires. Hubo una reunión el miércoles en La Plata donde quedó claro que Axel es el candidato, tan claro como que los intendentes necesitan los fondos para poder dar ellos también el aumento del 90 por ciento en las paritarias que dio el gobernador.

La otra cosa que tiene claro el kirchnerismo es que tienen que cerrar filas con los gobernadores. Ni Cristina ni Máximo están convencidos de bajar las PASO pero ayudarán a juntar votos para anularlas si los líderes peronistas del interior se ponen al frente del planteo una vez aprobado el presupuesto.

¿Y Alberto? En un rapto de independencia tardía que es más caricaturizado por la clase política que la disputa por su honor con Alfa, uno de los integrantes de la Casa del Gran Hermano.

Estás nominado!!!

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