¿Las encuestas no sirven para nada?

Existen diferentes tipos de límites a la hora de realizar un sondeo, que van desde lo económico hasta lo metodológico. ¿Cuánta responsabilidad por los errores en las predicciones electorales se le puede adjudicar a la herramienta y cuánto a las personas que la utilizan?

Las encuestas que se realizan personalmente son las más confiables

En los últimos años y sobre todo en las últimas elecciones nacionales e internacionales, se multiplicaron los grandes titulares (y los cuestionamientos) sobre los errores en las encuestas que se publican en los medios de comunicación los días previos a las elecciones. Pero, ¿cuánta responsabilidad por estos yerros se le puede adjudicar a la herramienta y cuánto a las personas que la utilizan? ¿Qué es lo que se busca con una encuesta de opinión?

¿Qué se espera de una encuesta?

Lo primero que hay que aclarar es que, si se espera que la encuesta prediga un resultado electoral, la encuesta debe ser completa en cuanto a los recursos que se utilizan para realizarla.

Si se cuenta con esos recursos (metodológicos y económicos) y se tiene en cuenta que de todas formas va a existir un error muestral, lo que se espera está bien.

Ahora si se espera, como en la mayoría de los casos, que el resultado sea preciso sin tener en cuenta la gran cantidad de límites que tenemos hoy los encuestadores para realizar nuestro trabajo, lo que se espera está mal.

Y es nuestra función explicar cuáles son esos límites y cómo influyen en los resultados que brindamos.

Los límites de las encuestas

Hay diferentes tipos de límites o barreras a la hora de realizar una encuesta, en primer lugar, el factor económico, que marca el principal obstáculo para la elección del método de recolección de las muestras que utilizamos para obtener nuestros resultados. No se consigue el mismo resultado cuando se puede contar con un grupo de encuestadores que salgan al “campo” a realizar encuestas presenciales, que cuando el presupuesto es menor y se debe recurrir a sistemas telefónicos y/o digitales.

Indudablemente “salir a la calle” sigue siendo nuestra mejor herramienta, con esta posibilidad podemos cubrir la aleatoriedad necesaria y respetar los parámetros que elijamos para la realización de nuestro estudio. Pero este sistema implica costos que no siempre el cliente está dispuesto o puede cubrir.

En segundo lugar, el factor metodológico; los sistemas telefónicos y digitales ya presentan desde el vamos dificultades técnicas para conseguir su objetivo, los teléfonos fijos están cada vez más en desuso y las encuestas digitales difícilmente resulten efectivas para abarcar la totalidad del universo al que se quiere alcanzar para obtener las muestras, (no todo el mundo tiene internet, celular y/o computadora).

En tercer lugar y por último (aunque hay varias más), la tasa de respuesta o de rechazo; al realizar encuestas sobre todo a través de llamados telefónicos (automáticos por computadora o con una persona detrás) la cantidad de llamadas que deben realizarse para obtener 1 sólo caso positivo (es decir una respuesta completa) oscila entre las 100 y las 200, dependiendo del destino, el horario y el objetivo del estudio.

Estos condicionantes, producen sesgos que pueden llegar a distorsionar los resultados si se los toma en forma directa a cómo son obtenidos.

Horiacio Rodríguez Larreta, Javier Milei, Mauricio Macri, Cristina Kirchner y Alberto Fernández

Otros factores para tener en cuenta

La forma en que se realiza la pregunta y la manera en que se le presentan las respuestas a los encuestados muchas veces termina condicionando a la persona que responde, uno debe formular la pregunta en forma sencilla, directa y ofrecer las respuestas sin que alguna de estas tenga más atractivo que las otras. Caer en este error, de manera consciente o inconsciente, puede llegar a arruinar una pregunta vital para la investigación.

Asimismo, el cuestionario debe (idealmente) contar con preguntas de “control”, que nos permitan manejar cierto margen de acción frente a los aspectos más inherentes a los objetivos de la encuesta; muchas veces la persona que responde “juega” con el encuestador, o pretende que el resultado del estudio sea otro, dando una respuesta diferente a la que verdaderamente piensa.

En ocasiones, el factor tiempo (condicionado por el factor económico mencionado anteriormente) hace que este tipo de preguntas de control se terminen evitando y así uno puede terminar tomando como válida una respuesta parcial o condicionada.

No menos importante es el momento de la toma de decisión por parte del elector; las encuestas se realizan (cuando se puede) durante todo el año y se intensifican al acercarse el proceso eleccionario. Aun así, está comprobado que una gran parte del electorado termina definiendo su voto o cambiándolo durante las últimas horas e incluso en los últimos minutos, antes de la emisión de su voto.

La función de los medios de comunicación, cuando lo que importa es sólo el número

A grandes rasgos, lo que le llega a la opinión pública de una encuesta son los resultados de determinadas preguntas sin aclaraciones sobre la fecha del estudio, la distribución geográfica sobre la que se realizó el mismo y el error muestral con el que se cuenta.

Nos ocurre que muchas veces nuestras encuestas realizadas en un determinado distrito (CABA y Provincia de Buenos Aires principalmente) son presentadas como “La Argentina” o “Los argentinos dicen que…”

¿Se puede definir un voto por una encuesta?

A la hora de los efectos de la difusión de una encuesta debe tenerse en cuenta principalmente si lo que llegó a los ojos de la persona que está recibiendo los resultados es el estudio completo o sólo una parte de este.

Con la “grieta” instalada en nuestro país, cada sector del arco político elije y hace pública la parte de la encuesta que le conviene utilizar para su objetivo político. Esto produce que en muchas ocasiones un estudio termine siendo catalogado como “trucho” cuando no cumple con los resultados que se esperan o cuando provienen de un medio afín al sector del arco político contrario al que pertenece la persona que recibe esta cifra.

Por otro lado, y sobre todo durante los últimos meses de campaña política, los nombres de las consultoras son utilizados para mostrar resultados totalmente inventados. Nos ha ocurrido en múltiples ocasiones de tener que informar a través de nuestras redes sociales que la encuesta publicada en un determinado medio no fue realizada por (CIGP) Consultora de Imagen y Gestión Pública.

Entonces, ¿para qué sirven las encuestas?

Las encuestas indican una tendencia, esto siempre es así independientemente de los recursos utilizados para su realización y/o los factores que la obstaculizaron.

Van a lograr su objetivo si son bien trabajadas; esto significa haber buscado siempre representar el público objetivo del estudio, sin caer en los errores metodológicos antes descritos y evaluando los sesgos que se puedan llegar a tener.

Con esta información, se va a tener una lectura concreta del estado de situación sobre el que pretende indagar y, sobre todo, trabajar luego. En ocasiones marca un punto de partida para la campaña de posicionamiento de un candidato y/o de un partido, y en otras circunstancias, verifica si el trabajo realizado ha cumplido (o va cumpliendo) con los objetivos propuestos.

Las encuestas no son sólo electorales y siguen siendo, con todos sus defectos y virtudes, una herramienta vital para el trabajo comercial y político.

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