Según voceros oficiosos, la intención de quienes movilizan a Plaza de Mayo el 17 sería la de leer un documento que reivindica a Cristina Kirchner y hace referencia a la unidad nacional, a la soberanía y a la justicia social; todas banderas por ellos bastardeadas. También hablarían del pueblo como protagonista a través de sus organizaciones; es decir, se elogiarían a sí mismos, como es habitual.
Vayamos por partes. Antes de ir a la Plaza a conmemorar el 17 de Octubre, deberían ir a bajar los cuadros que degradan a Perón en la sede del PJ Capital. El Perón-Buda que colgaron en sus paredes es el mejor símbolo del relativismo moral y político en el que se encuentran los vaciadores de contenido del justicialismo. Quieren destruirlo hasta en su estética, como corolario de la negación de sus valores. Lo mismo refleja el afiche de convocatoria a la Plaza: un cambalache de estrella montonera, pancho y bombo, y Perón y Evita de historieta. Son de una liviandad “insoportable”.
Por algo surgió de la capital un candidato que proponía a los jóvenes “buena vida, goce, feminismo, ambientalismo” para “sentirse feliz”.
¿Qué tiene que ver un gobierno que presupone que se puede ser feliz en el contexto de una comunidad que no lo es con un Movimiento que siempre contempló la armonía de materia y espíritu en la persona y la integración de individuo y comunidad? El Justicialismo está en las antípodas de este pensamiento relativista e individualista; el justicialismo es una formulación filosófica que concibe al desarrollo del yo en el nosotros y la presencia del nosotros en el yo.
No convocan a los jóvenes a una épica, ni los llaman a la solidaridad. Les proponen esterilizarse: amputar su capacidad de dar vida… Y marihuana para tapar el agujero espiritual que deja esta idea intrascendente de la existencia.
El kirchnerismo es la expresión política de ese relativismo. CFK sí que llenó de “gorilas” el gobierno popular… Además de definirse como socialdemócratas o hijos de la “cultura hippie”, ni la marcha saben, por eso ella se desgañitaba en el balcón del Senado para lograr que la cantaran… “Hoy por primera vez canté la marcha, solo porque ella lo pidió”, tuiteó una de sus fans, como quien toma aceite de ricino.
Esterilizar adolescentes, matar a los bebés de las familias pobres antes de que nazcan, destruir la autoridad de los maestros, vaciar de contenido la educación argentina… ¿a qué extremos de alienación nos quieren llevar a los argentinos?
¿Qué tiene que ver un gobierno que promueve la clasificación de las personas en categorías indescifrables -disidencias, lesbianas, trans, travestis, bisexuales, intersexuales, pansexuales, polisexuales, no binaries…- con el peronismo que en su pareja líder fundante concentró el monopolio de las hormonas masculina y femenina?
También deberían bajar los cuadros que postulan como heredera a quien se acuerda de Perón únicamente cuando ve acercarse las rejas. Que se mimetiza con el peronismo cuando le va mal jurídicamente y se divorcia de él en las decisiones de gobierno.
Ni hablar de los que, en el colmo de la aberración, utilizan a Evita como símbolo del abortismo militante y del antinatalismo con el que han inficionado a la juventud argentina.
Hablemos de unidad nacional, concepto que quieren invocar en la Plaza de Mayo el 17. Perón, defensor del hispanismo católico, les puso sin embargo a varias líneas de Ferrocarriles nacionalizados los nombres de protagonistas pro-británicos de nuestra historia porque se echó al hombro todo el pasado argentino, como corresponde a un patriota.
En el Bicentenario, el kirchnerismo fracturó la unicidad del proceso histórico cultural que nos configura como argentinos. El summum de este quiebre fue el desguace del monumento a Cristóbal Colón; traición a nuestra historia que todavía no ha sido explicada por sus perpetradores.
En el abrazo Perón-Balbín, el General quiso simbolizar el todo que contiene a las partes, mientras que el discurso permanente del kirchnerismo es proclamarse facción.
Hablemos de soberanía, otro tema que anuncian para el 17 en la Plaza de Mayo los apañadores, cuando no promotores, del clima de subversión que se vive en el sur argentino. El Presidente se reúne con agitadores a los que habilita a irrespetar la institución que él debería dignificar cuando permite que le digan: “Está pisando suelo mapuche”.
El propio embajador del kirchnerismo en Chile defendió a un provocador que desconoce la soberanía del Estado argentino sobre la Patagonia. Y la funcionaria renunciante del área no cesó en ningún momento de ponerse del lado de quienes, lejos de representar auténticas reivindicaciones populares, están promoviendo acciones violentas que atentan contra la seguridad de la población y la autoridad del Estado.
Los referentes K, antes que de nuestros intereses, son voceros de la agenda de usinas transnacionales, en la que la plurinacionalidad, como lo demuestra la Constitución que quisieron imponer en Chile, ocupa un lugar central.
En San Luis, financiaron, promovieron y participaron de un encuentro de mujeres calificado precisamente como “plurinacional”, que definió a la provincia como “territorio Huarque, Comechingón y Ranquel”, sin que alguna de las kirchneristas que asistieron -no faltó ninguna- haya tenido el reflejo básico de rechazar esos calificativos que disimulan apenas la intención fragmentaria a expensas de nuestro territorio. Peor aún, tres de estas señoras fueron premiadas con ministerios al día siguiente. Parece que el requisito para entrar al gabinete es estar dispuesto a degradarse políticamente.
Hablemos de justicia social, el otro tema con el que quieren llenarse la boca en la Plaza. Son gerentes de la pobreza. Tercerizaron a los pobres. De eso se tratan los planes y sus administradores. Perón había creado la Fundación como ala izquierda del Estado para garantizar así que los fondos efectivamente llegaran a la gente que los necesitaba y no que grandes porcentajes de la ayuda social fueran quedando en el camino. El Peronismo, a través de la distribución del ingreso, promovía el ascenso social. Las famosas políticas activas del kirchnerismo resultaron en consolidación de la pobreza y del empleo en negro. Desaprovecharon una etapa extremadamente favorable para la economía del país por su incapacidad de crear el marco normativo e institucional necesario para convertir el crecimiento en desarrollo. Fue una década desperdiciada.
El “estatismo” kirchnerista se desentiende de las funciones más emblemáticas de un Estado: salud, seguridad, educación, defensa del territorio.
Hablemos, finalmente, de las organizaciones del pueblo. Basta citar a Perón: “Las organizaciones no valen tanto por su número, como por la calidad de sus dirigentes”.
Este lunes no habrá uno sino varios actos por el 17. Pero esta dispersión es expresión de la lucha por los beneficios personales de los dirigentes y nada tiene que ver con la gesta de los humildes...
Dicho esto, llama la atención que algunos referentes sindicales, que jamás hicieron un acto para conmemorar a José Ignacio Rucci -asesinado por los Montoneros en lo que constituyó un ataque directo a Perón-, pretendan celebrar el Día de una “Lealtad” que son incapaces de practicar con el legado del fundador del Movimiento.
El acto que convocan no es más que la expresión del deseo de apropiarse de la conducción de una parte (la rama gremial) en detrimento de un conjunto al cual nunca intentaron representar. Para colmo, están siendo sustituidos por agrupaciones de izquierda que les ganaron el espacio de la calle, que fue siempre atributo de la representación sindical. La palabra Lealtad le queda grande a un sindicalismo al que ya no le corre sangre por las venas, al punto de dejarse arrebatar el atril por los trotskistas.
El kirchnerismo viene arriando todas las banderas del Peronismo y los sindicalistas son conniventes. ¿Qué conmemoran el 17 de octubre? El día de la facción. El día de su incapacidad de contribuir a que la Argentina vuelva a ser un todo que contenga las partes.
Por su experiencia y naturaleza, la CGT podría y sobre todo debería ser una protagonista de primer nivel en la creación de un gran consenso nacional sobre temas básicos, a condición de renovar profundamente sus ideas, discursos y propuestas. Pero hasta ahora se ha mostrado incapaz de elaborar un cuerpo de ideas que la coloque como factor de primer orden en la construcción de una política nacional, y la saque del rol puramente contestatario.
¿Cuál es el pensamiento de la CGT en materia de desarrollo económico? ¿Qué propone para frenar la inflación? ¿Qué propone para generar riqueza y sacar del desempleo, la pobreza y la marginalidad a tantos millones de argentinos?
¿Qué lealtad conmemora si no está pensando en cómo ser continuidad de la herencia y la doctrina de Perón en el presente?
Si hasta se encargaron de invisibilizar al mismísimo General trasladando sus restos a San Vicente en un hecho irresponsable que quedó marcado por la violencia y casi deriva en una segunda profanación. Pero, sobre todo, un error político inspirado por una idea cortoplacista y física del poder, la misma que los lleva a querer apropiarse ahora de la efeméride, olvidando su sentido original.
Con paros, marchas y actos conmemorativos vacíos de contenido no se va a ningún lado. Tampoco se va a ningún lado con ser el brazo sindical del Peronismo, si no ayudan primero a reformularlo. No aportan ideas ni defienden valores, no proponen nada: ¿qué celebran?
El kirchnerismo mató los valores fundantes del movimiento.
Son “el hecho maldito” del peronismo, sus sepultureros. Y la CGT ni mu.
Vemos así a gente que no es peronista, o que ya olvidó lo que es serlo, peleando por quién conmemora la fecha fundacional de ese movimiento.
Es una pelea por la escenografía, nada más. Porque en la renuncia a defender valores están unidos.
Sólo sería posible volver a creer que existe un atisbo de reformulación de un Justicialismo para el siglo XXI cuando alguien proponga crear un nuevo estatus político que coloque al Estado y al mercado en la situación del más armónico equilibrio posible al servicio de una política que asegure eficiencia económica, competitividad y solidaridad social.
Postdata: No habiendo peronismo, no se entiende cuál es la razón de ser del antiperonismo. Habría que bucear en el psicoanálisis. Existen sobre la base de oponerse. Ante el vaciamiento de aquello que los identificaba por contradicción, están interpelados a definir qué son.
Veremos…
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