Guerra irrestricta y la próxima escalada china

Mientras los conflictos globales se intensifican a lo largo y ancho del mundo, el gigante asiático ya se siente los suficientemente fuerte como para competir con EEUU en el plano geopolítico

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El presidente chino Xi Jinping
El presidente chino Xi Jinping

Tal como se preveía, los conflictos globales se están intensificando a lo largo del mundo, aunque el epicentro más visible sea el conflicto OTAN-Ucrania-Rusia. Tal vez no haya que distraerse con la retórica nuclear, cuyo objeto principal es inducir mayores niveles de miedo en la población, para tenerla controlada. Es que el miedo, como se mostró en la pandemia, es un gran ordenador social. La guerra irrestricta continúa su escalada en sus aspectos más utilizados: lo estrictamente militar, generadora de grandes negocios para algunas empresas de unos pocos países; la guerra cognitiva o mediática, distribuidora de grandes fortunas a las principales plataformas de internet (Google, Facebook-Meta; Tweeter; Instagram) y a los medios de comunicación masivos. En lo financiero genera efectos contradictorios, con acciones en un electrizante sube y baja, sólo apto para super-especialistas. Las sanciones económicas a Rusia, que podrían extenderse a otros países, está produciendo el traslado de cadenas de valor productivas globales hacia nuevas geografías. El precio de las commodities agrícolas ya depende más del clima que de los bloqueos; podrían seguir con precios relativamente altos por menor productividad. El precio del gas y del petróleo, difícilmente baje, por la renovada alianza de Rusia con Arabia Saudita y la probable incorporación de Irán en la OPEP+. El sabotaje de los gasoductos Nord Stream I y II, puede entenderse como una enorme agresión a la alta competitividad industrial y tecnológica alemana, más que a Rusia, que continuará exportando su gas a Asia. Ese sabotaje le ha tirado un misil debajo de la línea de flotación a la pacientemente desarrollada alianza estratégica entre Berlín y Moscú; entre Merkel y Putin.

Alemania inquieta. Esta nueva situación está generando fuertes debates en todas las asociaciones empresarias alemanas. La disparada de los precios de la energía está reduciendo la competitividad a tal extremo, que ya se piensa en el riesgo de una cascada de cierres de plantas, paradas de producción y hasta migrar al extranjero. Como parece no haber soluciones a corto plazo, habrá más desocupación, caída de salarios y consecuentemente mayores conflictos sociales, que, por ahora, sólo se manifiestan en pacíficas movilizaciones callejeras, que ya son comunes en otros países europeos: Francia, Italia, España, Austria, y Holanda. Difícilmente el espíritu alemán se resigne a aceptar indefinidamente esta situación.

Los intereses nacionales y no las ideologías son el driver geopolítico actual. El jeque de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Mohammed bin Zayed al-Nahyan, se reunirá con Putin para conversar sobre energía y la guerra, una semana después de que la OPEP+, acordara fuertes recortes en la producción de petróleo, desafiando la presión de EEUU. EUA es un aliado de EEUU desde hace mucho tiempo, y su postura sobre el conflicto de Ucrania refleja la búsqueda de equilibrio dentro de un nuevo orden mundial, en el que Moscú y Beijing son igualmente importantes para EAU. Washington ya estaría revisando su relación con Arabia Saudita, su antiguo socio en Medio Oriente, mientras busca formas de reducir el control de la OPEP sobre los precios de la energía, entre ellas liberando 10 millones de barriles de petróleo de su reserva estratégica, para “proteger a los consumidores estadounidenses”, en el marco de las elecciones parlamentarias de noviembre próximo.

El petróleo también agita las aguas asiáticas. El proyecto internacional Sakhalin-1, de petróleo y gas, en el Lejano Oriente de Rusia, ha sido intervenido por el gobierno ruso, lo cual afecta las millonarias inversiones de las principales empresas estadounidenses (Exxon Mobil), japonesas (Sodeco) e indias (Videsh). Por decreto, se crea una nueva empresa rusa como filial de Rosneft, Sakhalinmorneftegaz-shelf, para “controlar los derechos de los inversores” en Sakhalin-1. Dentro del próximo mes, los socios extranjeros deberán solicitar acciones en la nueva entidad a través del gobierno ruso. El proyecto Sakhalin-1 se sitúa frente a la isla Sakhalin, en la costa este de Rusia, y opera tres campos en el mar de Okhotsk, utilizando tecnología avanzada. Putin usó un decreto de jul, que tomaba el control total de un proyecto similar, el Sakhalin-2, en el que Shell y las japonesas Mitsui y Mitsubishi eran socios.

Europa carece de una estrategia energética. En la última reunión de Praga, los líderes de la Unión Europea acordaron brindar más ayuda financiera y militar a Ucrania, pero no pudieron decidir cómo limitar los precios de la energía. La mayoría de los 27 países de la UE quieren poner un tope en los precios del gas a sus actuales proveedores: EEUU y Noruega, pero parece que éstos no están dispuestos a ofrecerlos. Los precios de los combustibles verdes, además de su baja contribución cuantitativa, tampoco ofrece reducción de precios. Siempre queda el carbón, pero a costa de su incongruencia ideológica ambiental. Para controlar provisoriamente la situación, finalmente apelarán a la masiva utilización de subsidios al consumo y a las empresas. Berlín planea gastar 200.000 M de Euros. Sin ser una solución a largo plazo, traerá mayor inflación, ya de por sí, bastante alta.

El Gigante chino entra en acción. Este mes se ratificará en Beijing el liderazgo del presidente Xi Jinping, durante la celebración del XX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh). Su tercer mandato lo colocará a la altura histórica de Mao Zedong y de Deng Xiaoping. El pensamiento actual de Xi se sintetizan en tres conceptos: doctrina marxista, para su manejo interno; pragmático capitalismo salvaje con planificación estatal, para lograr que China vuelva a ser una Potencia Mundial; y el milenario nacionalismo chino para su política externa. El pensamiento de Xi está basado en el materialismo histórico (el progreso social se produce por la lucha de clases, conducido por el PC Chino), en el materialismo dialéctico (el cambio global es el resultado del choque entre fuerzas opuestas); y que el avance del socialismo traerá un orden mundial más equilibrado y justo. Es importante la descripción de su pensamiento, para entender el comportamiento futuro de China. Según Xi, “la desintegración de un régimen a menudo comienza desde el área ideológica”, basándose en la decadencia que condujo al colapso del comunismo soviético, el papel de Occidente en el fomento de las divisiones dentro de China (guerra cognitiva) y la necesidad de reprimir todas las formas de disidencia internas. Según Xi, “la evolución ideológica es un proceso a largo plazo”, advirtiendo que una vez que “se rompen las defensas ideológicas, otras defensas se vuelven muy difíciles de sostener”. Si se analizara la evolución de Europa desde las perspectivas de Xi, se podrían explicar sus actuales problemáticas, su desorientación y su decadencia.

China ya se siente fuerte como para competir con EEUU en el plano geopolítico. A partir de la confirmación de su tercer mandato, Xi Jinping va a incrementar fuertemente su presencia en las esferas globales. Para ello acrecentará su poder político interno, modificará algunas pautas económicas a favor de mayor control estatal, y aumentará los gastos de defensa. Los problemas que lo desafían: menor crecimiento poblacional y económico, presiones sobre las cadenas de suministros, crisis del mercado inmobiliario y las necesidades distributivas, lo resolverá “al estilo chino”, aumentando la agitación de la agresión externa (Taiwan, Hong Kong), y con una campaña contra la corrupción, en lo interno. Lo que no hay duda es que Xi está lanzado a mostrar al mundo, el indiscutible ascenso de China.

Xi iniciará una nueva etapa, acelerando la definitiva conformación de un modelo chino. En 2021, Xi desafió la creencia de Deng de que China tendría que soportar la desigualdad durante cientos de años; Xi rechazó el gradualismo de Deng y la idea de que China estaba condenada a un futuro de desarrollo imperfecto y de desigualdad de clases. Prometió que China podría lograr tanto la grandeza nacional como una mayor igualdad económica en un futuro no muy lejano. Históricamente la planificación económica china se basó en incorporar tecnología moderna a marcha forzada, en diseñar una “economía de doble circulación”, que significaba que China se volvería cada vez más autosuficiente en todos los sectores, mientras que las economías del mundo se volverían cada vez más dependientes de China. Eso permitió muchas subas salariales y menor desigualdad. Pero ahora enfrenta un nuevo escenario, globalmente más confrontativo. En pos de lograr una mayor cohesión interna, Xi presentó en el 2002, un nuevo enfoque para la redistribución de ingresos conocido como la “agenda de prosperidad común”, por el cual se esperaba que los sectores más pudientes, redistribuyeran ingresos, “voluntariamente”, a través de programas sociales, para reducir la desigualdad social. Son los nuevos aires internos que tienen el objetivo de fortalecer la unidad nacional y el “poder nacional integral”, frase utilizada para describir el poder combinado militar, económico y tecnológico de China y su influencia en la política exterior. Todas herramientas para la próxima escalada del poder chino, a fin de lograr una mayor “multipolaridad” en el sistema internacional.

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