Ley de Salud Mental: riesgo cierto o inminente de no abrir el debate

Existen aspectos de nuestra normativa a reforzar o releer a la luz de las características de la sociedad actual, post pandémica, como así también de un sistema de salud que no acompañó, en su totalidad, los avances de la ley

Hay aspectos de la ley que requieran ser revisados para aliviar el dolor de miles de argentinos

Nos referimos a un suceso inminente cuando algo está a punto de suceder y, en el contexto de nuestra Ley de Salud Mental N° 26.657, esta idea aparece en el artículo 20 en relación a las internaciones involuntarias. Se toma como referencia estos conceptos de riesgo cierto o inminente para sí o para terceros que amenace o cause perjuicio a la vida o a la integridad física de la persona y/o de otras personas como criterios de internación. La práctica nos demuestra que la definición obtura el abordaje en un tiempo previo que puede significar un desenlace totalmente distinto.

Nuestra Ley de Salud Mental fue sancionada el 25 de noviembre de 2010 y promulgada el 2 de diciembre del mismo año, lo que constituyó un cambio del modelo de atención en salud mental y una norma de restitución de derechos. No es solo un cuerpo normativo, allí se sintetizan muchas luchas y conquistas en torno a la salud mental y a los derechos humanos, es una herramienta jurídica que guarda principios políticos y concepciones acerca de la sociedad y del ser humano, en ella se subvierten los términos históricos (incapacidad, peligrosidad) asociados a la “locura”.

La ley establece una alternativa superadora respecto de la presunción de incapacidad de las personas con padecimientos mentales, la restitución de derechos entonces radica en presumir la capacidad de todas las personas, aún con un diagnóstico o un padecimiento declarado.

A 11 años de sancionada esta ley, debemos poder observar aquellos aspectos que el devenir de estos años de implementación nos permiten pensar.

En este sentido, consideramos que existen aspectos de nuestra ley a reforzar o releer a la luz de las características de la sociedad actual, post pandémica, como así también de un sistema de salud que no acompañó, en su totalidad, los avances de la ley. Nos referimos en particular a las consecuencias que ha tenido y tiene para las personas, en la diaria cuando solicitan ayuda para familiares que no aceptan internarse por propia voluntad. Aquí se inicia un camino muy difícil y doloroso con consecuencias de muy variada gravedad.

Nos encontramos posicionados en un marco ético y político absolutamente coincidente con el paradigma en el cual se sostiene nuestra ley, pero es necesario recordar que las leyes son productos sociales, que expresan consensos de una época particular. Y que las sociedades son dinámicas y sujetas a nuevas lecturas. Dichos cambios nos convocan a repensar desde nuestros roles, a aceptar y entender que las leyes no deben ser documentos estancos e inelásticos. Por el contrario, deben tener la plasticidad necesaria para poder modernizarse y adaptarse a nuevas demandas.

Por eso mismo esperamos que nuestra Ley de Salud Mental continúe siendo una herramienta para seguir avanzando y profundizando intervenciones respetuosas de los derechos humanos. Diversos reclamos y testimonios concretos respecto de cómo los usuarios de la ley se manifiestan no deben ser minimizados por el contrario tenemos el deber de tratarlos con empatía y alumbrarlos para subsanar y buscar soluciones. Esto nos interpela como funcionarios y legisladores que podemos tener al alcance de la mano modificar o reformular aspectos de la ley que requieran ser revisados para aliviar el dolor de miles de argentinos.

Algo no menos cierto es la necesidad de adaptar el sistema de salud mental a la ley y a los tiempos actuales. Es necesaria una adecuación de la estructura institucional acorde a la reglamentación de la ley, lo que implica no sólo la eliminación de los centros monovalentes, sino también la implementación de alternativas institucionales suficientes para atender las demandas. Esto requiere colocar la temática como agenda de prioridad y una potente decisión política para designar presupuestos específicos suficientes.

Es urgente la necesidad de fortalecer los sistemas de referencia y contra referencia para agilizar las derivaciones. Hay que consolidar y ampliar la red de servicios de atención ambulatoria e internación. Registrar, sistematizar y monitorear con máxima atención las granjas y establecimientos de internación existentes. Garantizando una atención interdisciplinaria, respetuosa y de máxima calidad.

Para finalizar no puedo dejar de mencionar la palabra prevención. No existe estrategia de salud solo basada en la asistencia. La educación y la prevención deben ser pilares centrales para mejorar la salud mental en Argentina.

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