Hay que ver lo revuelto que está todo esto todavía llamado Argentina, con la salvedad de que al publicarse estas líneas modestas no se haya creado ya la nación mapuche. Que puede ser, porque el gobierno es muy -¿ cómo se dice?- friendly, que en todas partes expresa comodidad y bienvenida a gays y géneros diversos, en ciertos hoteles de veraneo chicos que hacen ruido, mascotas (en el pasado remoto perros y gatos) y así.
La explicación ideológica o de negocios potenciales -ojo con las teorías conspirativas, por favor, que aquí impera la ética-. Un país, o lo que queda de él, deja que grupos armados quemen iglesias –la Iglesia ni mú- y cede la posibilidad de ocupar un enorme país de su geografía poco poblada con ataques de gran violencia, otra bandera y un derecho mágico cuando las mujeres neomapuches, pseudomapuches o lo que parecen ser en todo caso mapuches en pie de guerra. Es parte de una desorden creciente. Los terroristas de la RAM son reaccionarios -que esa es la palabra cuando se trata de reponer un orden perdido, idealizado, como sea- , incorpora la lucha de clases –que Perón refutó y y no aceptaba a partir de su mecanismo doctrinario-, al tiempo que niegan la propiedad privada que la Constitución consagra. Puede que las causas indigenistas sean el relleno creado por las las sangrientas utopías un buen tiempo atrás.
Buena parte del mundo utiliza ya la palabra argentinizarse para advertir acerca de un peligro de implosión y decadencia. El “Financial Times” dedica con tanta frecuencia nuestro desastre que se ha convertido en una sección fija, sobre todo en la inflación sin propuestas ni acciones enérgicas . Es un análisis económico, pero detrás del cual está el desasosiego general. En un programa de televisión prestigioso, el conductor hablaba acerca de un hombre interrogado en los focus groups (se usan como método sobre la situación) que lloraba. Sí, lloraba porque no podía llevar al hijo al cine, porque su hija debía dejar una universidad que no podía pagar.
No llores por mí , Argentina. ¿Pero cómo?
Algo que se registra en cierto funcionamiento es la vuelta a los teatros, siempre que se trate de obras para hacer reír de cualquier manera. Si no, no. Si se escucha por radio la promoción de las obras resalta que garantizan carcajadas. Hay sed de risa.
La descomposición se huele, se ve, el ánimo general es pesado, depresivo. La tristeza nos impregna y da miedo. Algunos ministros huyen para ocupar. De inmediato corren a presionar para conseguir esos puestos para ocuparlos dentro del mismo tropel gobernante, pero enemigos de los que se fueron.
Nosotros somos parte del derrumbe que se evidencia. Hace décadas que se instaló nuestra democracia, la libertad. Notemos que la película “Argentina 1985″ marcha hacia el millón de espectadores: trata sobre los juicios a los comandantes que rotaron en el poder durante la dictadura del 76 en adelante por iniciativa de Alfonsín, con gran valentía, pero hemos maltratado y malversado el bien de la libertad.
Los representantes son una mezcla de los mejores -inteligencia promedio, poco más- y los desconocidos de siempre.
La pobreza en aumento es insoportable –hay lugares más pobres en el mundo pero tratan de disminuirla- y clama por el abatimiento y la inflación en yunta perversa. La indigencia, con mayoría de chicos (ayer veíamos a Margarita Barrientos contar que no recibe ayuda estatal en Los Piletones, donde comen miles y miles de personas muchos de ellos recién llegados a la necesidad desde la clase media destruida sin piedad) y ,al pasar, contó que son incontables las madres que hacen una comida al día, guardan lo que queda para el día siguiente y duermen a los bebitos con mamaderas de… té.
El tiempo avanza, y no se puede jurar cómo obrará el país todavía llamado Argentina. Se verá en el 2023. Cada día es una sorpresa. Extraordinaria, con la rima y medida de Martín Fierro, escribió y cantó “Sapo Fierro”: “No es lo mismo ser profundo/ que haberse venido abajo”.
El test de las caras es quiénes pueden y podrán salir a la calle, ir a comer o tomar un taxi, caminar, tomar un avión, ser detectados y que otros les suelten insultos. Por cierto todo protagonista político tendría que hacerlo con tranquilidad. No es así. El abuso, la indiferencia, la inepcia, los años de autos oficiales, las secretarias y asesores, los mezquinos intendentes que usan un helicóptero hasta para el pan, humillan Será duro el test de la calle y las caras , ahora con el agregado del pregón “anticasta”. Se empezará a vislumbrar quiénes aprueban y quiénes no cuando lleguen los días de año nuevo. Los días bravos.
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