Quien crea que el cuadro para los próximos meses en el balance comercial, y en consecuencia en la balanza de pagos, resulta halagüeño, ciertamente está en un grave error.
Veamos. Sin duda la situación ha mejorado por la aplicación del programa “dólar soja”. A partir del 5 de septiembre y hasta fin de ese mes, se habrían comercializado -entre fijaciones de negocios anteriores más negocios nuevos- alrededor de 13,5 millones de toneladas de soja.
Es cierto que la situación cambiaria fue muy favorable durante septiembre. Y todavía lo es. Sin embargo, tal programa tendrá sus consecuencias en breve. Aunque es justo reconocerlo: se salió de paso. En definitiva solo se trató de “desvestir un santo para vestir otro”.
El volumen producido en la campaña se ubica entre 42 y 44 millones de toneladas
La actual caída de precios en el mercado interno de la soja lo demuestra. Hoy el precio de la mercadería disponible tiende a ser similar (quizás, menor) al momento previo al programa. Por lo tanto, el nivel de ventas por parte de los tenedores de esta oleaginosa a la industria y la exportación será claramente inferior al promedio de los últimos años, para lo que resta de la campaña.
Porque no es que se haya aumentado la producción. Simplemente, hubo un incremento de la oferta durante septiembre en desmedro de la futura inmediata.
El volumen producido en la campaña se ubica entre 42 y 44 millones de toneladas y que habría en manos de la producción entre 12 y 13 millones de toneladas de soja. Apenas algo menos del 30%.
Y todavía faltan cerca de 7 meses para llegar a la nueva cosecha de soja. Todo ello, en un cuadro donde la siembra de maíz está amenazada por la terrible sequía.
Este no es el único problema.
Los hacedores de política económica aguardan (“desesperadamente”) la entrada dólares por exportaciones de trigo entre diciembre de este año y febrero del que viene. Pero la situación es muy diferente a la de años previos; es realista estimar que, por estas ventas al exterior, habrá una caída en el monto de dólares a ingresar cercana al 30%. Los números estimados al inicio de la campaña del grano fino han quedado obsoletos.
No parece que hayan tomado realmente en cuenta el problema climático que asola la agricultura. Casi la totalidad de la zona núcleo está afectada por una severa sequía y la mayor parte del resto, también. Algo nunca visto en casi 30 años.
A gran parte del trigo sembrado, dado el estado en que se hallan, se le aplicarán herbicidas para eliminarlo, con el fin de sembrar soja cuya cosecha recién se realizará a partir de abril del año próximo. Es probable que otra porción sea destinada a maíz tardío (de menor productividad), una vez destruido el trigo ya sembrado.
Lo peor de todo es que, de acuerdo a los pronósticos, La Niña continuará hasta fin de año.
El cuadro es muy grave. Y las expectativas cambiarán apenas se tome conciencia de lo que pasa.