Lo actuado por nuestro país recientemente en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU confirma el camino inverso que el gobierno argentino en estos tres años de gestión ha decidido recorrer en la defensa de los derechos humanos.
Una vez más en forma contundente los hechos dan por tierra las mentiras y desnudan la falsedad de los relatos con los que se quiere engañar a la gente.
La abstención en la votación del día viernes próximo pasado, para decidir la continuidad de las Misión Independiente de la ONU sobre Venezuela se convierte a todas luces en un acto de apañamiento y complicidad con el régimen de Maduro sobre quien las acusaciones de delitos de lesa humanidad están sobradamente denunciados y probados. Es también un acto de cobardía pues deja en claro la sumisión y obediencia al dictador.
La recuperación de la democracia argentina reconoce en sus pilares la lucha de todos los argentinos en la recuperación de la libertad, en la defensa de los derechos humanos y llevar a los culpables de violarlos ante la justicia.
Justamente en estos días nuestro país se ve gratamente sacudido por el fenómeno cultural que produce la película 1985. Un material que será de imprescindible uso en las escuelas cuando sabemos que muchísimos son los jóvenes que desconocen este capítulo reciente de la historia, ya que por sus edades no han sido testigos presenciales y porque hubo una decisión política ideológica del kirchnerismo durante 15 años de vaciar la enseñanza creando falsos mitos en su brutal construcción de poder.
Debe señalarse siempre que nuestro prestigio a nivel internacional como país defensor de los derechos humanos no es una construcción doméstica de uso propio para convencernos de cuán buenos hemos sido y somos.
El trabajo de las organizaciones de derechos humanos de aquellos años, (que hoy guardan vergonzoso silencio) y la decisión del presidente Alfonsín con la conformación de la Conadep, (con la resistencia del peronismo a integrarla) y el juzgamiento a los represores es aún hoy un faro para las naciones del mundo y los defensores de los derechos humanos.
Durante nuestro gobierno lo hemos vivido y experimentado en cada encuentro con embajadores y ante cada examen en todos los comités y subcomités y organismos internacionales al que hemos asistido rigurosamente.
Tanto en Ginebra como en Washington o los relatores que nos visitaron por invitación y que fueron en número récord en la historia, sin excepción comenzaban su tarea reconociendo y agradeciendo el aporte al mundo democrático que la Argentina supo brindar con sus actos y ejemplos.
Con su posición ante Venezuela, la Argentina ha arriado las banderas que supo defender.
La defensa de los derechos humanos exige un compromiso sincero, cierto y permanente con las víctimas, con la justicia y la democracia.
Nosotros lo hemos hecho. Hemos estado con los venezolanos que llegaron aquí para asistirlos y abrazarlos. Con ellos elaboramos el primer informe fuera de Venezuela sobre violaciones de derechos humanos allí,que presentamos en la Corte Internacional de la Haya y que sirvió como prueba muy relevante.
Nuestra democracia exige muchísima entrega diaria en su fortalecimiento y asumir los compromisos en la defensa de los derechos humanos no acepta dobleces en beneficio de ideologías o partidismos y como siempre lo he sostenido se trata de y para la gente.
Será urgente entonces en el próximo gobierno recuperar el prestigio y reconocimiento que hoy se ha dilapidado con el agravante que somos el país que preside el Consejo de Derechos Humanos.
Sin dudas será así.
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