Izquierda y establishment son sinónimos de statu quo

La derecha ha logrado una elección extraordinaria si pensamos que atravesó la pandemia y se alzó con el 44% de los votos

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Jair Bolsonaro tras la primera
Jair Bolsonaro tras la primera vuelta electoral en Brasil

¿Un nuevo error de las encuestadoras o en Brasil hubo un engaño premeditado de los grupos de poder y de las clases acomodadas y decentes para influir en la tendencia del voto, previo al acto electoral? Quince puntos le sacaba Lula a Bolsonaro, afirmaban. ¡Ya perdió! ¡A qué seguir!

Además, esto era así porque el voto a Lula era un voto vergonzante, por aquel asunto de la corrupción. Bueno en Brasil algo salió mal. La idea de que a los gobiernos que atravesaron la pandemia les ha ido mal, aquí no ha pasado.

Como le gusta decir al periodismo ecuánime: la ultraderecha ha logrado una elección extraordinaria si pensamos que atravesó la pandemia y llegó a la elección con el 44% de los votos.

La derecha popular ha ingresado al escenario de la política, por la puerta grande. En Brasil los medios sesgados al progresismo light advertían que no había que votar a Bolsonaro pues era la cara del fascismo moderno. Los argentinos conocemos esto de acusar, previo al acto electoral, a un jefe político de nazi-fascista. Claro, esto se ha olvidado en la medida que el peronismo ha caído en manos del kirchnerismo que se asume de centroizquierda, algo ajeno, absolutamente ajeno, a Perón.

En la Argentina, como en el Brasil moderno, los grandes medios de comunicación y los grupos empresarios estrechan filas si aparece un candidato de derecha con voluntad de poder y conexión popular. Tantos años de progresismo enquistado en los medios y universidades ha hecho de la intelligencia un reducto de almas bautismales poco afectas a la rudeza popular.

Un sector del pueblo brasilero ha votado por los valores hoy encarnados por fuerzas políticas nuevas. La izquierda está de capa caída. De todos modos conforma el natural juego de la democracia. Lo interesante para anotar y analizar es la polarización del electorado brasilero, no muy distinto del italiano o del norteamericano, por poner dos ejemplos.

Parece ser que la avenida del medio no está funcionando. Habrá que esperar al ballotage, de todos modos anotemos: un candidato que fue preso, se levantó sobre sus ruinas y un Presidente abiertamente de derecha ha realizado una elección interesante.

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