El “Pata” Medina y el fin de un modelo sindical agotado

La anulación de la causa contra el ex líder de la UOCRA platense fue el triunfo de un sistema extorsivo que protege delincuentes y toma de rehenes a los trabajadores. Es hora de ponerles un freno a los que se creen dueños del país

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Juan Pablo “Pata” Medina, ex secretario general de la UOCRA de La Plata
Juan Pablo “Pata” Medina, ex secretario general de la UOCRA de La Plata

Los primeros sindicatos comenzaron a formarse a principios del siglo XIX en Inglaterra bajo la concepción de trade unions, hasta que adquirieron una forma orgánica en 1824. Su función original era brindar herramientas a los trabajadores para lograr mejores condiciones de trabajo y, por lo tanto, de vida. Fue el punto de partida para construir sociedades más inclusivas y democráticas.

A la Argentina los sindicatos llegaron con las grandes oleadas migratorias y su actividad se puede diferenciar en varias etapas, acorde a la historia de nuestro país y el contexto internacional: un primer período fue combativo, le siguió una fase reformista y a partir de la década del ‘40 comenzaron a tener un rol preponderante en las políticas de Estado. En los últimos tiempos, las conductas delincuenciales, las extorsiones y la perpetuación indefinida de los dirigentes gremiales han demostrado que el modelo sindical que rige en hoy en día en el país está totalmente agotado. El sobreseimiento del “Pata” Medina fue la gota que rebalsó el vaso.

El Tribunal Oral Federal N° 2 de La Plata anuló la causa que había contra el ex secretario general de la UOCRA de La Plata y otros nueve imputados por asociación ilícita, lavado de activos y extorsión. Sobreseyó al líder sindical y reclamó que se investigue al juez que lo detuvo, Luis Armella, por haber actuado supuestamente en connivencia con las autoridades del gobierno de Cambiemos.

Con el apoyo de otros legisladores bonaerenses, presenté un proyecto de repudio ante semejante decisión, ya que la investigación contra el “Pata” Medina estaba originada en reiteradas denuncias, ante la sospecha que desde la entidad gremial que comandaba se extorsionaba a empresarios de la construcción para que contrataran a operarios del gremio y adquirieran los servicios de catering de una empresa ligada a su familia. Las acusaciones indicaban que, en caso de que no aceptaran, no se podrían construir edificios en la capital bonaerense.

Tras las denuncias anónimas de empresarios damnificados por las presuntas maniobras ilegales, el líder sindical, su hijo Isidro “El Pulty” Medina y su esposa, Fabiola García, junto a otros ex dirigentes gremiales, eran investigados, hasta que el juez federal platense Alejandro Esmoris aceptó el reclamo de la defensa y consideró nula toda la causa porque a su criterio fue armada. De esta manera, todos los imputados fueron sobreseídos y ni siquiera tuvieron que llegar a la instancia de Juicio Oral.

Para que quede claro: un sindicalista mafioso, que en más de una ocasión tuvo de rehén a la ciudad de La Plata, no será juzgado como cualquier otro ciudadano. Dicho de otra forma, el “Pata” Medina goza del beneficio de ser cuidado por este gobierno.

Por supuesto, las prácticas de tinte extorsivo no son exclusivas del “Pata” Medina, sino que se extienden a gran parte de los líderes sindicales. Sin ir más lejos, en julio pasado un grupo de trabajadores de Lácteos Vidal representados por la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Altira) inició una huelga y un bloqueo frente a la planta, emblema para todos los pequeños productores del oeste bonaerense, aduciendo que sus tareas estaban mal categorizadas. Además, amenazaron con la “paralización total de la actividad” en toda la industria si no conseguían el financiamiento para un fideicomiso creado para el rescate de SanCor. Un ejemplo más del modus operandi de los jeques sindicales.

Mientras los argentinos sufrimos en el día a día las consecuencias de las malas decisiones que toma el Gobierno -desde inflación, la crisis educativa, los impuestos distorsivos, la imposibilidad de ahorrar, inseguridad, entre muchas otras-, las asociaciones sindicales son usadas como instrumentos para proteger delincuentes, obstaculizar el accionar de la Justicia y tomar de rehenes a los trabajadores. Prácticas que nada tienen que ver con la convivencia en un ámbito democrático y, mucho menos, con la función principal de los sindicatos: mejorar las condiciones laborales de los trabajadores.

Los eternos mandatos ininterrumpidos de los dirigentes sindicales, su dudosa administración de los gremios y su utilización por fuera de las garantías constitucionales en pos de un beneficio propio, como señalan las acusaciones contra el “Pata” Medina”, son algunas de las tantas razones que me llevan a afirmar -y no tengo dudas de que a muchos otros argentinos también- que el modelo sindical, tal como lo conocemos, está completamente agotado.

Esta situación nos demanda de manera urgente una modernización de los sindicatos que priorice la búsqueda de procesos transparentes bajo prácticas desarrolladas en el marco de la ley. De esta manera le pondremos un freno al Gobierno, que es el que provee al sindicalismo oficialista de recursos materiales y legítima estas prácticas ilegales, y también a los que extorsionan y se creen dueños del país.

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