Cripto arte: danza de millones digitales

Jack Dorsey, cofundador de Twitter, vendió el primer tuit de la historia por casi 3 millones de dólares, mientras que Van Gogh solo logró vender un cuadro en vida. ¿Qué hubiera pasado si el artista plástico desarrollaba su carrera en esta época?

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La obra digital del artista
La obra digital del artista Beeple, "Everydays: the first 5000 days", fue vendida en NFT por más de 70 millones de dólares

Cinco mil días. Una imagen por día. Un gran collage y poco más de 70 millones de dólares. Son los condimentos de una historia que cobró importancia, no por su tiempo de producción o valor, sino por haber sido la primera obra de arte digital subastada en el mundo. De esta manera, se convirtió en símbolo de esta nueva época marcada por el universo cripto, la tecnología y el boom de lo intangible.

En marzo del 2021, el artista Beeple vendió su obra digital First 5000 Days (Los primeros 5000 días). Pero todo comenzó casi una década y media antes. Corría el año 2007 cuando Mike Winkelmann -el verdadero nombre detrás del pseudónimo- consideró que crear una pieza todos los días podía ser un gran camino para perfeccionar sus habilidades de dibujo. Fue así que se dispuso a regalar diferentes obras digitales en sus redes sociales para que pudieran descargarlas libremente. Después de cinco mil días, juntó todas las imágenes en un único collage y por fin logró monetizar todo su esfuerzo. Los dibujos aislados se habían convertido en una gran obra de criptoarte.

Desde que el mundo es mundo -o mejor dicho, el mundo capitalista tal cual lo conocemos- el dinero funcionó como llave de acceso a diferentes representaciones artísticas que se volvieron mercancías. Como ya sabemos, las criptomonedas vinieron a desafiar al sistema bancario y monetario tradicional, por lo que era solo cuestión de tiempo para que también ingresaran al mundo del arte.

El cripto arte es un movimiento nacido hace poco más de un año y se trata de operaciones en la blockchain a partir de las cuales se comercializa alguna pieza -un video, una canción o incluso un tuit- que es adquirida por los usuarios a cambio de criptomonedas. También conocido como arte NFT, su popularidad crece a pasos agigantados gracias al cada vez mayor interés de quienes se animan a coleccionar arte digital con la esperanza de que lo adquirido se revalorice con el paso del tiempo. Su fama es tal que el término NFT posee más búsquedas en Google que Criptomoneda o Bitcoin.

Técnicamente, cada obra tiene una dirección que la ubica en un lugar específico en la cadena de bloques en la que está inserta. Gracias a esto, es posible comprobar todas las transacciones que se hicieron con cada pieza desde el creador hasta el propietario actual.

Las infinitas posibilidades que nos brindan las tecnologías hacen que prácticamente cualquier cosa se vuelva tokenizable. Por ejemplo, Jack Dorsey, cofundador de Twitter, vendió el primer tuit de la historia por casi 3 millones de dólares. Por otra parte, el cachetazo de Will Smith a Chris Rock logró trascender y quedó inmortalizado en varios memes cuyos NFT cotizan arriba de los 300 mil dólares.

En Argentina, también tenemos casos propios que dieron de qué hablar. El diputado nacional Javier Milei financió parte de su campaña con la venta de un NFT que representaba un billete de mil pesos con el Banco Central en llamas. A través de una subasta digital, obtuvo alrededor de 12 mil dólares que utilizó en el tramo final previo a las elecciones de 2021. Por último, Lionel Messi lanzó a mediados del año pasado una colección de NFTs con sus mejores jugadas en el Barcelona y los fanáticos del fútbol explotaron de emoción. El precio final por el que fue adquirida aún es un misterio. De esta forma, artistas, empresas y hasta clubes de fútbol supieron ver el negocio y ya se encuentran produciendo sus propias piezas.

Los NFT lograron convertirse en un mercado en fuerte crecimiento en poco tiempo. En el 2021, el cripto arte registró un volumen de ventas de 13 mil millones de dólares, mientras que el arte tradicional alcanzó los 56 mil millones.

Es momento de indagar acerca de las similitudes y diferencias del cripto arte con el arte convencional. En primer lugar, el valor estructural de una obra digital es igual al de una tradicional. Se trata de su autenticidad, su exclusividad y su propiedad. Por otra parte, también se rige por la clásica oferta y demanda. Mientras más personas deseen ese NFT, su valor subirá.

No faltarán quienes cuestionen el sentido que tiene adquirir un NFT de algo que circula libremente por internet. ¿La respuesta? Lo mismo que hay en ser dueño de un Van Gogh original mientras millones de copias circulan por el mundo…

El caso de Van Gogh es, sin dudas, curioso. Si bien se convirtió en uno de los artistas más destacados de la historia del arte, solo logró vender un cuadro en vida. El resto cobró valor tras su muerte. Durante el siglo XIV y de la mano del Renacimiento, nació la figura del mecenas, aquella persona adinerada que patrocinaba a los artistas sin recursos. Con el correr de los años, ese rol se fue reconvirtiendo, pero en el fondo la carrera del artista siempre estuvo ligada a la idea de un otro que dé visibilidad. ¿Qué hubiera pasado si Van Gogh desarrollaba su carrera en esta época?

Este nuevo movimiento artístico tiene detrás una idea colaborativa. Por ejemplo, un grupo de argentinos creó Kephi, una galería de arte virtual en la cual los artistas pueden reunirse libremente y ofrecer su trabajo. Más de 1500 personas ya forman parte de esta plataforma. Se produce entonces una democratización del arte para los artistas, que incluye una mayor visibilidad y también una menor cantidad de intermediarios. Quizás estamos ante el inicio del fin de los marchants y las galerías de arte, al menos tal como los conocemos hasta ahora.

Una característica no menor es que la tecnología blockchain, además, les permite a los artistas obtener regalías de por vida por las transacciones posteriores a la primera venta, algo que nunca ocurrió en el mercado tradicional.

Con el correr del tiempo, los criterios que definen qué es arte fueron variando. De ahí que la historia puede verse como un compendio de vanguardias artísticas, cada una con su estilo bien delimitado. Sin embargo, la variable tiempo juega un rol clave en esta cuestión. Como vimos antes, Van Gogh no logró ser profeta de su propia época ni tampoco ver los beneficios económicos.

La tecnología dio lugar a más posibilidades y herramientas que permiten innovar en la producción de piezas creativas. De esta manera, el arte se volvió algo muy versátil y diverso. Y lo que es más importante aún: las nuevas formas de distribución y difusión hacen que cada vez más artistas logren el reconocimiento del público y puedan monetizar su obra.

La creatividad y la tecnología se convirtieron en el boom de la época. El arte dejó de ser un callejón estrecho por el que solo pasaban unos pocos para convertirse en una amplia avenida donde cualquiera de nosotros puede ser protagonista.

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