Formar mejores docentes: un desafío urgente e imprescindible

El desarrollo de nuestro país depende, cada vez más, de la educación. Es ahí donde debemos poner nuestros más firmes esfuerzos

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Formación docente
Formación docente

Soy docente universitaria desde hace más de 20 años. A quien ejerce esta enorme profesión seguramente le ha tocado encontrarse con algún ex alumno que recuerda con cariño y valor su tarea. Yo siempre tengo presente a Ana María. Su rigurosidad como profesora fue tan acertada como su afectuosidad al enseñar. El ingreso a un aula es un momento único y de enorme responsabilidad que se traduce en el futuro de miles de estudiantes.

El impacto y trascendencia que tiene el ejercicio de la profesión docente en el proceso de aprendizaje de los niños, niñas, jóvenes y adultos conlleva a la necesidad de buscar soluciones y lineamientos claros para el ingreso, formación y egreso de estudiantes de la carrera docente en nuestro país. Es debido a ello que resulta necesario implementar mejoras en la planificación, en la calidad de la formación y en las prácticas docentes.

La formación de profesores es un área prioritaria, por cuanto implica el reconocimiento de la responsabilidad sustancial de las instituciones de educación superior en la calidad de la enseñanza que se brinda a sus estudiantes, teniendo en cuenta que todos los profesionales a cargo del diseño, implementación y evaluación de la educación escolar se forman en el nivel superior. Es indispensable fortalecer tanto la formación inicial como la formación continua de los profesionales de la educación.

Establecer un Sistema Nacional de Evaluación de la formación docente de todos los niveles, tanto en los institutos superiores de formación docente como en las Universidades de gestión pública y privada, permitirá jerarquizar y revalorizar dicha profesión, para el mejoramiento de la calidad de la educación.

En este proceso, no deben estar ausentes los actores de la Educación Superior que son, entre otros, el Estado, las agencias de aseguramiento de la calidad y las instituciones que la componen.

Es preciso considerar además que la actual concepción sobre la calidad en Educación es el resultado de cambios internos y externos que han impactado a través de los años y, es en este sentido, que el concepto de calidad ha cambiado en cada época, el mismo no es estable ni duradero; siendo un claro ejemplo de ello, que era inimaginable pensar que podría llegar a replantearse en tan sólo un año y medio producto de las consecuencias de la Pandemia.

El Sistema Nacional de Evaluación de la formación docente propuesto en el Proyecto de Ley, comprende dos instancias obligatorias:

1- La evaluación institucional de los Institutos de Formación Docente y de las Universidades. En este último caso, de acuerdo a lo establecido en el Artículo 44 de la Ley de Educación Superior N° 24.521, las instituciones universitarias deberán asegurar instancias internas de evaluación institucional a través de un proceso de autoevaluación y posterior evaluación externa a cargo de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria o de entidades privadas constituidas con ese fin.

2- La acreditación de calidad de las carreras de formación docente en funcionamiento y de las nuevas ofertas.

Este proceso de evaluación debe implementarse de forma sistemática para constituirse en el instrumento de revisión y generación de calidad permanente, es decir, que en ella deben concurrir actividades organizadas de recolección, procesamiento, análisis de información y ser contrastados con propósitos y criterios de evaluación previamente definidos, a los fines de contar con una base sólida que las legitime y fundamente y que permita, además, la formación de una base de antecedentes disponibles para la gestión.

La Evaluación y Acreditación de la Formación Docente en las instituciones universitarias será realizada por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria y en los institutos Superiores de Formación Docente, por el organismo evaluador que determine el Ministerio de Educación en acuerdo con el Consejo Federal de Educación. El Consejo Federal de Educación y el Consejo de Universidades establecerán los estándares para la formación docente, los que deberán contemplar los requisitos mínimos a los fines de su validez, dentro de los cuales se encuentran los contenidos curriculares mínimos, el perfil profesional docente (conocimientos, capacidades y disposiciones esperables en los egresados de la formación docente), la carga horaria mínima y los criterios de intensidad de la formación práctica.

Para obtener la validez nacional de los títulos de formación docente, sin distinción del tipo de modalidad en que fueran dictados, las instituciones formadoras tienen que haber cumplimentado las dos instancias correspondientes al Sistema Nacional de Evaluación y Acreditación de la Formación Docente.

Es en virtud de la necesidad de responder a los desafíos actuales sobre la implicancia de la calidad docente, que existe una necesidad de evaluación continua y periódica de la formación, las prácticas docentes y la organización y dinámica de los Institutos Superiores de Formación Docente y de la formación docente en las Universidades.

La acreditación de calidad de las carreras en funcionamiento se realizará en un plazo no mayor a 3 años de establecidos los estándares y las carreras nuevas deberán ser acreditadas previo al inicio de su dictado, en calidad de proyectos, y se someterán a acreditación como carrera en funcionamiento de manera obligatoria una vez cumplido el plazo teórico de su duración desde su primera inscripción.

Las evaluaciones constituyen una herramienta estratégica, como instrumento de control y garantía de la calidad y como fuente de información sustantiva para la toma de decisiones y para la planificación de políticas a futuro, respetando la autonomía, la identidad y la integridad de las instituciones y sus programas, reconociendo que el aseguramiento de la calidad es responsabilidad primaria de las Instituciones de Educación Superior.

Es urgente la necesidad de buscar los caminos que permitan ofrecer una educación de calidad, pertinente e inclusiva, lo cual obliga a revisar conceptos, mecanismos y políticas. Hay múltiples análisis que muestran cuáles son las principales deficiencias de la formación de profesores, partiendo de la baja valoración social y académica de la profesión docente, el difícil equilibrio entre la formación disciplinaria y la formación pedagógica, el énfasis academicista que tiende a privilegiar elementos de investigación en lugar de los propiamente profesionales y las debilidades de la formación continua.

Es fundamental tener presente que las medidas que se adoptan en el proyecto de ley son para fortalecer y acompañar a las instituciones y mejorar la formación de los docentes teniendo en consideración que la educación es una prioridad nacional y constituye una política de Estado.

El desarrollo de nuestro país depende, cada vez más, de la educación. Es ahí donde debemos poner nuestros más firmes esfuerzos. De miles de Ana María seguirá dependiendo la formación de muchísimos estudiantes. Debemos brindarles las herramientas para que puedan seguir haciendo un trabajo de excelencia, profesional y adaptado a las realidades de nuestra época.

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