¿Adiós a las Primarias?: un menú electoral a medida del Gobierno

Cada vez más sectores del oficialismo presionan para eliminar las PASO del calendario electoral. La razón principal de la jugada: el miedo a la participación de la ciudadanía y a la competencia política

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Según la oposición, el oficialismo están alarmado porque la ciudadanía transformaría el descontento social en votos (REUTERS/Agustin Marcarian)
Según la oposición, el oficialismo están alarmado porque la ciudadanía transformaría el descontento social en votos (REUTERS/Agustin Marcarian)

Hace unas semanas eran rumores de pasillo. Hoy son declaraciones explícitas y sin vueltas. Cada vez más sectores del oficialismo presionan para eliminar las PASO del calendario electoral previsto para el próximo año. Los argumentos superficiales de gobernadores, legisladores y funcionarios son insuficientes para disimular la razón principal de la jugada: el miedo a la participación de la ciudadanía y a la competencia política.

Es importante que contextualicemos esta discusión. Si nos dejamos llevar por la intensidad de la coyuntura, rápidamente el análisis político se convierte en una pelea de tribuna que no le sirve a nadie. Debemos tener en cuenta dos factores centrales: en primer lugar, que poco más de un año atrás, el Gobierno intentó suspender las primarias correspondientes a las elecciones de medio término; en segundo lugar, el tratamiento de la Boleta Única en el Congreso Nacional, estancado hace meses en el Senado de Cristina Kirchner.

Que en 2021, con una serie de excusas que iban desde la situación sanitaria hasta el gasto político, el kirchnerismo haya pretendido levantar la primera ronda electoral, nos da una idea de la continuidad y de la persistencia de esta obsesión por amañar el marco legal vigente según su conveniencia. No estamos, bajo ningún aspecto, ante un fenómeno desconocido.

El razonamiento medular, más allá de los pretextos propios de cada ocasión, no varía: cuando la cosa viene mal, mejor alejar a la gente de las urnas y ampliar el margen de intervención de las máquinas partidarias. Exactamente lo opuesto a lo que expresaron cuando Néstor Kirchner y la entonces presidenta, luego de la derrota en las legislativas de 2009, impulsaron la implementación de las PASO.

El otro elemento que introdujimos en el análisis es la Boleta Única de Papel (BUP). En junio, a partir de un trabajo colectivo y federal sin precedentes, organizaciones de la sociedad civil, especialistas académicos, fuerzas políticas y ciudadanos independientes logramos la media sanción en la Cámara de Diputados de esta reforma, que garantiza elecciones más transparentes, económicas y seguras, pese a la resistencia y acusaciones sin fundamento del Gobierno.

Entonces tenemos, por un lado, a un oficialismo que renueva su empeño por limitar la democracia, y por otro, a una oposición republicana que está determinada a mejorarla. El cuadro de situación es ese. Por supuesto que podemos y debemos complejizar la reflexión, pero sin perder de vista qué buscan los principales actores del sistema político, en medio de una crisis social, económica e institucional que exige definiciones y posicionamientos claros.

Las PASO ya fueron suspendidas en Salta y San Juan -con el agregado de la implementación de la nefasta Ley de Lemas la provincia cuyana-, mientras que La Rioja y Catamarca podrían seguirlas pronto. El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, en línea con sus colegas del PJ, ya abrió el paraguas para el principal distrito del país y le tiró la pelota al Congreso Nacional. Alberto Fernández, por su parte, fiel a su estilo timorato, dijo que el debate está presente y hay que ver cómo evoluciona.

A esta altura de los acontecimientos, queda claro que no se trata simplemente de un cambio de las reglas de juego de un calendario electoral que ya está en marcha. Lo que sucede es que, directamente, el kirchnerismo juega a otra cosa. Levantemos un poco la cabeza y veamos el panorama completo: las PASO, la ampliación de la Corte, los ataques a la libertad de expresión… y la lista sigue y sigue.

Expresé al comienzo de esta nota la importancia de darle contexto a las discusiones. Vuelvo sobre lo mismo. La Casa Rosada y los gobernadores peronistas promueven una agenda paralela en un país cuyo PBI per cápita es 13% menor que en 2012. ¿Están hablando sobre cómo bajar la pobreza o atacar la informalidad laboral? Nada de eso. Están alarmados porque la ciudadanía va a transformar el descontento social en votos. Se sienten acorralados por la democracia, ni más ni menos.

Ante un Gobierno que deja trascender que va a convocar a los principales líderes de la oposición para bajar la tensión política y acordar pautas mínimas de convivencia democrática, y entre gallos y medianoche, lleva al recinto del Senado una reforma anticonstitucional como la del máximo tribunal de justicia, no se puede pecar de ingenuos. La degradación institucional de la Argentina nos coloca, a quienes defendemos la república y el futuro de las nuevas generaciones, en una situación de alarma. La cohesión parlamentaria y la moderación del discurso son líneas de acción ineludibles para resguardar las leyes vigentes.

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