Feminista en Falta: La patrulla moral, las iraníes y el velo que nos permite ignorarlas con la conciencia tranquila

El asesinato de Mahsa Amini por no usar correctamente la hiyab desató la reacción en las redes y en las calles donde cientos de mujeres se cortan el pelo y queman sus chadores. Hay quienes dicen que este es “el momento George Floyd” de una república en la que apenas cuatro décadas atrás las mujeres usaban minifaldas y peinados batidos según imponía la moda occidental. ¿Vamos a acompañarlas sólo con likes a algún posteo de Instagram?

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Una imagen sin fecha obtenida de redes sociales muestra a Mahsa Amini antes del horror (IranWire/vía REUTERS)
Una imagen sin fecha obtenida de redes sociales muestra a Mahsa Amini antes del horror (IranWire/vía REUTERS)

En Occidente hablamos con mucha ligereza de la policía de la moral. Usamos la expresión como si no existiera realmente, para hablar de cualquiera que nos levanta el dedito con aires de superioridad. Hace exactamente una semana, Mahsa Amini murió en un hospital de Irán tras permanecer en coma durante tres días. Había sido detenida el martes 13 de septiembre en la calle por no usar el velo como indica la ley islámica. La patrulla moral del régimen, que amenaza desde furgonetas instaladas en las plazas céntricas, la llevó a una comisaría para “reeducarla”. Sufrió un infarto y quedó en coma a las pocas horas. Tenía 22 años.

Su foto agonizando intubada se volvió tan viral como la de la chica sonriente y con el puño en alto que fue hasta hace sólo una semana. Y la reacción en las redes y en las calles fue tan inmediata como conmovedora: cientos de mujeres quemando sus hiyabs y cortándose el pelo, la razón por la que las obligan a cubrirse desde los siete años para no ir “desnudas”. El argumento del terrorismo de Estado en Irán para acosar, denigrar, abusar y matar mujeres desde los tiempos del ayatolá Jomeiní.

La foto de Mahsa Amini agonizando
La foto de Mahsa Amini agonizando

Hay quienes dicen que este es “el momento George Floyd” de una república en la que apenas cuatro décadas atrás las mujeres usaban minifaldas de colores y peinados batidos según imponía en los setenta la moda occidental. Muchos festejaron con alivio la revolución que depuso al temible Sha de Persia en 1979, pero las mujeres entendieron pronto lo pírrico de una victoria que ponía fin a una era en la que habían podido estudiar, trabajar y caminar por la calle, sino a la par, al menos más cerca de sus hermanos, padres, hijos y esposos.

En estos más de cuarenta años, las protestas de las iraníes han sido una constante que en Occidente tendió a soslayarse por distintas causas: del “queda muy lejos” y “es otra cultura”, al remanido “es más complejo” del raro progresismo de este milenio. En estos más de cuarenta años, las iraníes han estado solas con una valentía que las expone incluso a mayores opresiones.

La iraní Nasibe Samsaei, que vive en Turquía, se corta el cabello en una protesta por la muerte de Mahsa Amini fuera del consulado iraní en Estambul (REUTERS)
La iraní Nasibe Samsaei, que vive en Turquía, se corta el cabello en una protesta por la muerte de Mahsa Amini fuera del consulado iraní en Estambul (REUTERS)

“Las mujeres somos las agentes del cambio en Medio Oriente, por eso somos también las primeras en pagar las consecuencias”, me dijo en Infobae hace un año desde Teherán un ama de casa que pidió resguardar su identidad. Estaba aterrada por lo que les estaba pasando a las afganas ante el avance talibán, segura de que lo que se avecinaba para ella y a sus compatriotas no era distinto. “Nuestro destino es el mismo”, se lamentó. Quería –rogaba– que el mundo escuchara su mensaje cuanto antes: “Hablo porque quiero decirle a todas las mujeres del mundo lo que significa la amenaza del terrorismo talibán y anti-mujeres que hoy les parece lejana”.

Con 37 años, había vivido desde siempre bajo el régimen islámico y había sido hasta entonces respetuosa de la sharía, pero necesitaba contar su drama: “El dictador de mi país (el ayatolá Alí Jamenei) también tiene problemas con la libertad de las mujeres, y promueve activamente que seamos castigadas si no observamos la hiyab”. Sentía que, para servirse de los recursos de la región, las potencias mundiales no habían medido cuánto empoderaban a los talibanes. “Cuando usan recursos de países como Afganistán, están apoyando de manera tácita lo que nos pasa a las mujeres y a las niñas en Medio Oriente aunque después digan que están a favor de la libertad”, sostuvo en nuestras conversaciones por Whatsapp.

Las manifestaciones estallaron el domingo en Teherán y en el Kurdistán iraní tras el anuncio de la muerte el viernes de Mahsa Amini (West Asia News Agency via REUTERS)
Las manifestaciones estallaron el domingo en Teherán y en el Kurdistán iraní tras el anuncio de la muerte el viernes de Mahsa Amini (West Asia News Agency via REUTERS)

También me dijo que lo que más la asustaba no era cómo iba a cambiar su vida, sino lo que podía pasar con las jóvenes que se criaron con Internet y una mirada más abierta sobre su lugar en la sociedad: “Yo crecí en esta cultura, estoy acostumbrada, pero las chicas de las nuevas generaciones no la aceptan. Y todo eso que me daba esperanzas en ellas, ahora me llena de pánico: los talibanes ven a las mujeres y a las niñas como esclavas sexuales, arrancan de sus familias a niñas de doce años y las violan. Las obligan a parir los hijos de esas violaciones y las matan. De eso son capaces, de ese terror”.

Anoche me preguntó si me acordaba del miedo con el que me habló entonces, convencida de que su turno no tardaría en llegar. Mahsa Amini era una de esas chicas criadas con la esperanza de la libertad al alcance del teléfono, no es casual que las protestas se repliquen ahora en cientos de videos de Tik Tok e Instagram. Tampoco que el gobierno ultraconservador de Ebrahim Raisi haya intervenido la mayoría de las redes. Nuestras conversaciones ahora ya no son seguras y vamos probando canales alternativos.

La impunidad de Raisi –cuyo gobierno aumentó en los últimos meses la presión para que las mujeres cumplan con las estrictas reglas de conducta y vestimenta– es tal, que ayer canceló una entrevista con la célebre periodista angloiraní Christiane Amanpour en Nueva York, después de que la jefa de noticias internacionales y corresponsal de guerra de la CNN se negó a usar la hiyab. Amanpour denunció en su cuenta de Twitter que un asistente del presidente iraní se le acercó antes de la nota y le indicó que debía usar el velo durante la charla.

Uno de los mensajes que hacen circular las iraníes en redes alternativas, advirtiendo que el régimen islámico planea cerrar Internet
Uno de los mensajes que hacen circular las iraníes en redes alternativas, advirtiendo que el régimen islámico planea cerrar Internet

“Estamos en Nueva York, donde no existe una ley o tradición con respecto a los velos en la cabeza. Señalé que ningún presidente iraní anterior ha requerido esto cuando los entrevisté fuera de Irán”, escribió la presentadora. Y contó que el asistente de Raisi le informó que entonces la entrevista no se haría por “una cuestión de respeto” por “la situación en Irán”. La impunidad de Raisi es tal, que viajó a Nueva York por la Asamblea General de las Naciones Unidas como si fuera un líder civilizado, mientras su policía moral reprime sin piedad las manifestaciones que arrasan las calles de más de una docena de ciudades en su país.

Siguen matando mujeres, me dice desesperada mi fuente en Teherán. “Desde afuera nos felicitan y nos dicen que seamos fuertes. Pero el Gobierno controla todo y no duda en asesinar a las que ofenden su ley”. Según los organismos de Derechos Humanos, son por lo menos 31 los muertos en las protestas de los últimos días, entre ellos otras dos chicas de la edad de Mahsa.

Al menos 31 personas perdieron la vida en choques con las fuerzas de seguridad iraníes durante las protestas que estallaron por la muerte de una joven detenida por la policía de la moral, dijo el martes 20 la ONG, Derechos Humanos de Irán (REUTERS)
Al menos 31 personas perdieron la vida en choques con las fuerzas de seguridad iraníes durante las protestas que estallaron por la muerte de una joven detenida por la policía de la moral, dijo el martes 20 la ONG, Derechos Humanos de Irán (REUTERS)

Y es que la guerra es sobre todo contra ellas, las que creen en la diversidad, las que quieren ejercer su sexualidad sin condicionamientos, las que siguen la lucha por la igualdad de las mujeres y las disidencias en Occidente y la sienten propia, con un punto de partida infinitamente más penoso y con un riesgo tanto más grave, que hace ver a nuestras movilizaciones burguesas como un paseo alegre y entre amigas. Nosotras quemamos corpiños, ellas queman el velo que las separa del mundo, de la vida.

Tal vez deberíamos ser también nosotras las que hagamos de una vez su lucha propia, tal vez deberíamos correr nosotras el velo que nos permite ignorarlas con la conciencia tranquila porque le dimos like a un tuit o a un posteo de Instagram. No sólo por solidaridad y porque es lo que corresponde, sino porque, como me dice en su inglés de traductor esta ama de casa iraní que vio justificarse esta semana sus mayores terrores: “La amenaza anti-mujeres es contra todas”.

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