Dualitis: situación de estar encantado de ver y escuchar a Dua Lipa. Dua Lipa se llama Dua Lipa. Puede ser un chiste ingenuo pero también porque en pequeñas biografías indican un nombre de nacimiento y otro artístico. Y no. Dua Lipa es y se llama Dua Lipa, nacida en Londres hace 27 años de familia albano kosovar, lo que en principio propone cierto exotismo para aspirante al trono de reina del pop como se asegura puede ser – sin ir más lejos entre los miles de espectadores que se encontraron con sus shows en el Campo de Polo de Palermo-, llenísimo y con entradas de 16.000 pesos en los lugares cercanos.
Los padres llegaron a Londres en los noventa, cuando una alianza entre Serbia y Montenegro se enfrentaba a Kosovo que tenía como objetivo una república independiente con ayuda de la OTAN por aire y tierra. Serbia consideraba a Kosovo una provincia. Desde tiempos lejanos en los Balcanes -Bulgaria, Austria, Hungría, el Imperio Otomano, Albanos, eslavos, tracios, griegos como muestras- , fue sitio del mundo agitado: cambios de territorio, fronteras cambiantes . Después de la Segunda Guerra Mundial Josip Broz, el mariscal Tito, comunista, expulsó al invasor nazi y creó una federación socialista pero no en subordinación a la URSS, y a su muerte se desató con furor de espanto de la guerra. No pudo mantenerse unida la federación -Yugoslavia- sin la mano firme de Tito.
En los ochenta, donde hasta entonces eran vecinos y amigos se masacraron, violaron, aplastaron quemaron y – literalmente- crucificaron sobre las puertas de los odiados enemigos a exterminar. Todo a una hora de avión de Venecia, pongamos, con su Festival, el Lido, los bares y restaurantes, y los canales de la asombrosa ciudad.
Kosovo es hoy un país con reconocimiento limitado, con menos de dos millones de habitantes y capital en Pristina. Desde allí partieron, Dukgjin y Anesa Lipa hacia el Reino Unido. El padre, músico y con la apostura como para tener algún club de fans a los cincuenta y tres, que lo tiene, dirigió la instalación, con una pausa corta a Pristina y pegó la vuelta: Dua creció, no anduvo del todo bien en el colegio pero unas piernas largas y una cara sensacional tuvieron más fuerza.
Un tiempito como camarera y dos años en una buena escuela de artes escénicas.
El ojo entrenado de un cazador de modelos, la transformó en no más de dos años en una pieza fotogénica cotizada. De allí al espectáculo -a otro- y probó las primeras canciones. Con pasos vacilantes, las térmicas favorables de la fama empezó a subir: firmó con Warner Bros, grabó su primer disco. Se anotó triunfos veloces con “Be the one” y “New rules”, llegó al circo pop americano. Nombres fuertes la esperaban: Britney Spears –con sus problemas mentales, familiares y económicos-, Taylor Swift, Cristina Aguilera por momentos y, last but not least, el poder de la reina mayor, Madonna.
Quien quiera encontrar similitudes y actitudes similares entre Dua Lipa y Madonna va por un camino dudoso. Lipa es una mujer de un metro setenta y cinco, muy guapa pero sin el burbujeo constante, la transgresión y el ardiente acercamiento a lo profano de Madonna Louise Ciccone: a los sesenta y tres ha terminado un video con una rapera de talento, donde se besan sin apuro, beben y toman cocaína. Inimaginable para Dua Lipa, sexy a su manera -solo como excepción grabó un número con movimientos de gran sensualidad- con buena luz y muy buenas coreografía, pero sin la flecha del sexo puro dirigida hacia el público. Lipa es correctamente política en esa órbita, aún en lo que ahora lo es y antes no lo era: los movimientos LGTB. Ni hablar de su actividad feminista, que es constante y activa. Todo bien, todo muy de la hora, cada idea en su lugar.
Sin embargo, el mundo pop, si se alejan del aspecto del baile -Lipa es algo rígida de movimientos, no sacude. Demasiado grande tal vez, no es su fuerte- y el sexo a la Madonna como desafío y combustible, se reúnen en “Levitating” un éxito promovido y hecho por la disc jockey The Blessed Madonna (Marea Stemper), con intervenciones de la propia Madonna y Missy Elliott, estrella del rap. Un mix electrónico de efectos sensuales y nerviosos. La canción es de Lipa, destacable compositora. Las dos aprobaron el resultado.
De manera que se cotiza entre las grandes, tiene tantos premios que no sería justo enumerar todos para no fatigar esta crónica y retrato de Dua Lipa, ideal para el negocio que la circunda porque van a verla maduros y chicos.
El pop espera a su princesa para ocupar el primer lugar, y tiene tiempo. En lo que respecta a lo que podemos llamar “artístico”, no hay reproche sino el hecho de que hay quienes prefieren más tabasco en el plato. Corre por cuenta de ellos. La toma o lo deja.
No repetiría, pero toda esa fascinación y hacerlo con un hilo poco visible de pudor en lugar de más cuerpo – ropa de diseño muy personal pero no para una exhibición-, la hace distinta. Ya está. Ya la vi.
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