Hace 38 años, el presidente Raúl Alfonsín recibía el informe de la Conadep, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, que se había constituido hacía exactamente nueve meses, el 15 de diciembre de 1983.
Ese informe de 50.000 folios, más los anexos, es lo que dio forma al libro titulado “Nunca Más”. Frase que fue pronunciada por el fiscal Julio Strassera en el final de su alegato y que pasó a ser propiedad de todo el pueblo argentino y bandera de la defensa de la democracia y los derechos humanos.
Emociona siempre volver a releer sus páginas y confrontarse con el dolor que ellas transmiten. Testimonios indiscutibles de familias y sobrevivientes que dan cuenta de la barbarie ejercida desde el Estado, en su nombre y con la excusa de la seguridad nacional.
La mayoría de los argentinos repudiamos los golpes de Estado, las dictaduras y el terrorismo de Estado que imperó en el país, no hay duda alguna de ello. Es de los pocos y firmes acuerdos que hemos logrado a lo largo de los años. Porque en la defensa de los derechos humanos no hay izquierdas ni derechas, está la gente y la vida ante todo.
Pero el tomar contacto una vez más con aquel pasado, nos obliga a una reflexión en profundidad sobre los pasos que no se dieron aún y que tienen consecuencias en el presente y que algunos pretenden que carguen con ellas en pesadas mochilas injustamente las jóvenes generaciones.
La decisión de apropiación por parte del kirchnerismo a lo largo de los años del dolor social por la tragedia vivida, nos ha sumergido en las profundidades de la grieta de la que nos cuesta tanto salir, pero que es urgente lograrlo.
Hemos dejado que el poder aliente, que la educación en muchos casos deje lugar al adoctrinamiento, que el pensamiento crítico sea considerado una herejía, que la independencia de criterio y no alineamiento sea una ofensa y, por ende, merecedora del castigo.
Por todo esto, vuelve a ser necesario recordar este día que marcó una inflexión en nuestra historia contemporánea, que tendrá luego su segundo capítulo con el juicio a las juntas militares.
Es sano el ejercicio de releer las palabras de Ernesto Sábato pronunciadas en el Salón Blanco aquel 20 de septiembre de 1984, que están impresas en el Nunca Más de 1985 y que hemos rescatado con la reedición de 2016 en nuestra gestión, reparando el daño ético y moral hecho en el año 2006 por el Gobierno Nacional, que se atrevió a modificar el texto original adosando indebidamente su impronta ideológica.
Sábato dijo aquel día: “Las grandes calamidades son siempre aleccionadora y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el periodo que duró la dictadura militar iniciada en 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo… y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana”.
Conmueve volver a ver y escuchar en aquel acto a Raúl Alfonsín con su voz e impronta cuando dice: “El país necesitaba, en consecuencia, de este ejemplo de ustedes, así como necesita saber la verdad acerca de lo que pasó, porque sobre la base de la mentira o la oscuridad no podemos construir la unidad nacional y solamente sobre la base de la verdad y la justicia es que podemos encontrarnos en la reconciliación, tomados de la mano de la bondad… para que nunca más el odio, para que nunca más la violencia, perturbe, conmueva y degrade a la sociedad argentina”.
Definitivamente, Ernesto Sábato y Raúl Alfonsín nos hablan en tiempo presente.
Se trata, entonces, de saber y querer escuchar.
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