La Argentina está gobernada por un Triunvirato. La triunvira mayor ha habilitado una audaz jugada del triunviro económico en los Estados Unidos, incluido un cambio de paradigma en las relaciones con el BID y el mundo del petróleo y el gas. Y hasta en la política exterior. Solo ha exigido una recomposición de ingresos de los sectores más postergados. El triunviro presidente irá a Nueva York y Houston en pocos días más.
Con un mundo en guerra y a dos meses de las elecciones de medio término que pueden dejar a los demócratas en minoría en el Congreso estadounidense, Sergio Massa tuvo un exitoso tránsito por Washington. Dejó promesas impactantes en Houston y canceló su viaje a Nueva York.
Se trató de un nuevo gesto de buena voluntad de la Casa Blanca, pese a nuestra política exterior, siempre cercana a las autocracias (con la esperanza de que esta cambie), y de una agenda muy importante elaborada por el embajador argentino en USA, Jorge Argüello, y la inestimable colaboración de Marc Stanley, embajador norteamericano en Argentina.
Massa es un personaje conocido en los pasillos del poder en Washington. Como líder del Frente Renovador y presidente de la Cámara de Diputados, sus posturas políticas y económicas, abrieron expectativas. Ahora se trataba de cotejar los dichos con los hechos. El examen del FMI lo paso con pocas dificultades.
Las decisiones del “dólar soja” y los tarifazos van en línea con el compromiso de acumular reservas y bajar el déficit fiscal. Y a nadie le conviene otro cimbronazo en un país del tamaño del nuestro. Se producirán los desembolsos previstos, pero seguirán atentos al cumplimiento de otros compromisos, de cara a la última revisión del año.
En el BID, el apoyo ha sido muy significativo: Claver Carone, hombre de confianza de los Republicanos, presume que la Triunvira mayor(CFK) avala todo lo que hace Massa, tanto en política económica cuanto en política exterior. Janet Yellen, sin embargo, está obligada a ser muy cuidadosa con referencia a nuevos préstamos.
Si la oposición triunfa en las elecciones del 8 de noviembre, la situación económica norteamericana se complicará y se prevén grandes diferencias entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. En el 2021, la discusión sobre “techo de deuda” fue durísima, pese a un Senado empatado y una Sala de Representantes oficialista.
Alemania y Japón (actual y futuro presidente del G7), claves en el FMI y Club de París, seguirán observando con desconfianza nuestra política exterior y económica, pero acompañaran la cautelosa posición de la Secretaría del Tesoro.
De la visita a Houston vinieron las novedades más significativas. El compromiso de una ley para “blindar” los proyectos de Gas Natural Licuado (GNL) y otra ley para el hidrógeno verde, el litio e hidrocarburos en general, incluyendo la explotación offshore de petróleo.
La reunión en el Instituto Baker de la Universidad de Rice tuvo una cálida bienvenida por parte del profesor Mark Jones, quien presentó a nuestro Triunviro económico como ”el mejor interlocutor que puede tener la industria” y hasta lo comparó con Secretario de Estado, que dio el nombre al Instituto anfitrión.
No hubo viaje a Nueva York, donde se decía existía un pool de bancos que estaba dispuesto a un préstamo, para robustecer las reservas del Banco Central. Los financistas quieren “ver para creer”. ¿Prestar dólares frescos con este “riesgo país”? ¿A qué tasa? Se hablaba de una caución de bonos soberanos, pero para que estos recuperen valor el camino es, políticamente hablando, pedregoso.
El Triunviro presidente tiene una invitación para ir a la Asamblea General de la Naciones Unidas. Allí, Biden, que hasta ahora no le reprogramó la reunión en la Casa Blanca, impulsará una condena a Putin, ese al que Alberto Fernandez le ofreció nuestra Patria para ingresar a América Latina.
En Houston le preguntaran sobre el apoyo político a las propuestas de Massa. Una incógnita rodea sus discursos y posibles respuestas.
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