La Constitución Nacional es el pacto inclusivo de las actividades justas

Los conocimientos restringen la inclinación de ignorar actos y las leyes a quienes argumentan “nos odian” para rechazar críticas y sentencias adversas

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La Constitución Nacional de 1853
La Constitución Nacional de 1853

La Royal Society de Inglaterra, la primera asociación promotora de la ciencia, adoptó el lema “en la palabra de nadie”. Las naciones progresan a medida que los actos probados por la ciencia o la justicia reemplazan a las opiniones inciertas.

Dos historias de odios: 1) La inquisición española propiciaba la “pureza” del catolicismo, creando tribunales para enjuiciar a los herejes. Eso agravó el malestar entre judíos y cristianos. Cualquiera que tuviese una rencilla, acusaba de judío al otro para complicarle la vida. Costumbre que generalizó las acusaciones religiosas. Hasta promulgaron leyes prohibiendo los matrimonios entre cristianos y judíos. Muchos judíos fueron asesinados o expulsados; y 2) tras la Independencia, los enfrentamientos fraticidas empobrecieron a los argentinos, hasta 1853. Contra esa fisura, la Constitución estableció un Pacto de inclusión, engrandeciendo la autonomía de los habitantes respetuosos de la ley objetiva, sentenciada por jueces independientes. Contrastando con la subjetividad del régimen anterior de subordinación al caudillo, hasta el extremo de exigir vestirse con la divisa partidaria.

La Constitución estableció un pacto de inclusión, engrandeciendo la autonomía de los habitantes respetuosos de la ley objetiva

La novedosa Constitución, organizada en protección de los derechos individuales, inspirada en los textos políticos de mayor prestigio y en el éxito de la de EEUU, desató las capacidades de los habitantes de forjarse un destino de progreso que los orgulleciera, cantan el Himno y canciones patrias. ¡Al gran pueblo argentino salud!

En seis décadas, una geografía paupérrima de menos de 1 millón de habitantes, se iluminó con el esplendor de la riqueza conseguida por de más de 7 millones de personas atraídas por oportunidades magníficas. De la anterior condición de sumisión al líder, a la novedad de cumplir la ley, según una justicia independiente de los vaivenes políticos.

Si no estuvieran a salvo de la política, las sentencias judiciales variarían con ella, desestabilizando todos los derechos. Pretender una Justicia politizada es volatilizar los derechos individuales (NA)
Si no estuvieran a salvo de la política, las sentencias judiciales variarían con ella, desestabilizando todos los derechos. Pretender una Justicia politizada es volatilizar los derechos individuales (NA)

Si no estuvieran a salvo de la política, las sentencias judiciales variarían con ella, desestabilizando todos los derechos. Pretender una Justicia politizada es volatilizar los derechos individuales. En efecto, los países progresan en tanto se liberan de las normas cambiantes de líderes determinados, fortaleciendo la eficiencia y justicia de sistemas legales estables, iguales para todos.

La competencia impulsa el crecimiento de los ingresos personales, el valor de las empresas y PBI de los países, sustentada en leyes estables, objetivas, con independencia de liderazgos políticos. El odio es siempre recíproco, el recelo de un grupo respecto del otro, trastocando el orden de la Constitución y los derechos. Nada sólido se construye con sesgos subjetivos. Pues los negocios se edifican según la firmeza de los derechos y propiedades individuales. El valor del odio y las adhesiones políticas fluctúan violentamente en los mercados.

La competencia impulsa el crecimiento de los ingresos personales, el valor de las empresas y PBI de los países, sustentada en leyes estables, objetivas

La ciencia económica ilustra las interrelaciones personales a ser atendidas, tan imperiosas que condicionan la gobernabilidad. Los dirigentes que descuidan las autonomías individuales violan derechos, buscan imponerse aun a costa de empobrecer a la gente. A los políticos les convendría estudiar este tema en profundidad. Aquellos países divididos con negocios orientados según grietas amigo-enemigo, no prosperan, son crecientemente inciertos y pobres.

La “Democracia en Chile, lecciones de gobernabilidad”, escrita por Edgardo Boeninger, ministro principal en la presidencia de Patricio Alwyn, detalla los conflictos crecientes durante el gobierno de la Unión Popular. Desapoderar a los contrarios puede fortalecer a la fracción gobernante durante un tiempo, pero los conflictos sin resolver agravan rechazos, dispersiones de votantes, pérdidas económicas. Al final, sobreviene una dictadura o cae el gobierno.

Ernesto Laclau desarrolla la lógica binaria del “nosotros” y “ellos”. Entiende el populismo como un fenómeno de naturaleza discursiva y simbólica, antes que de naturaleza política o ideológica. Construye el llamado “pueblo” o “nosotros” a partir de una sobrecarga de demandas sociales que el sistema político no procesa de forma adecuada. Tales peticiones insatisfechas tejen una frontera política que fractura a la sociedad. De un lado, los agentes que integran el grupo de satisfechos (el establishment…); y, de otro lado, las personas cuyas demandas no han sido atendidas.

Ernesto Laclau desarrolla la lógica binaria del “nosotros” y “ellos”. Entiende el populismo como un fenómeno de naturaleza discursiva y simbólica, antes que de naturaleza política o ideológica (Franco Fafasuli)
Ernesto Laclau desarrolla la lógica binaria del “nosotros” y “ellos”. Entiende el populismo como un fenómeno de naturaleza discursiva y simbólica, antes que de naturaleza política o ideológica (Franco Fafasuli)

Para Laclau, el líder populista define quién es “el pueblo” y quién no. El discurso del líder unifica las demandas de multitud de personas, por muy dispares que sean sus situaciones sociales. Él es quien define a los protagonistas y antagonistas, teje el relato y propugna una meta política como final deseable a alcanzar. Es aquí donde el odio entre “ellos” y el “nosotros” se convierte en un instrumento capaz de otorgar sentido de realidad a esta estrategia discursiva y movilizar política y psicológicamente a personas que de otra forma difícilmente serían movilizadas.

Impulsan el odio para silenciar al otro, debilitar la libertad de expresión, las críticas y sentencias adversas

Impulsan el odio para silenciar al otro, debilitar la libertad de expresión, las críticas y sentencias adversas. Diferentes políticos buscan aglutinar y construir liderazgos alrededor de esos discursos de odio, otrora dispersos. Edifican un marco de ideas que abarca desde las teorías conspirativas, la superioridad del grupo, hasta la negación de la ciencia y la justicia; una suerte de terraplanismo político que, cuando observan que los hechos contrarían sus marcos ideológicos, procede a ignorarlos.

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