Campañas electorales: no es lo mismo un barrio que un país

Al hablar de campañas electorales con personas que se encuentran fuera de la actividad política (y no tan fuera) nos encontramos que la información con la que cuentan está basada en el formato de las campañas nacionales, en lo que reciben de los grandes medios de comunicación y/o de series y películas, pero la realidad siempre es más compleja

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Mauricio Macri junto el intendente
Mauricio Macri junto el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela

En nuestro país tenemos tres niveles de gobierno (nacional, provincial y municipal) y eso significa tres niveles de campañas. En este sentido, la realidad de la contienda electoral en el nivel municipal dista mucho del resto.

Al momento de trazar la estrategia de campaña son varias las herramientas que hay que tener en cuenta; estudios de opinión pública, análisis de candidatos y del contexto, clasificación del electorado, objetivos posibles, formulación de un storytelling, construcción de mensajes para diferentes audiencias/electores, etc.

Esta maquinaria principalmente se alimenta de dos valiosos recursos: dinero y personas. Esto hace que los jugadores “independientes” del menor nivel de gobierno se encuentren en desventaja frente a las grandes alianzas electorales y en mayor medida tengan la necesidad de coalicionar con los principales partidos.

Al mismo tiempo, si los futuros candidatos ya son parte de estas fuerzas deben sufrir, en ocasiones, una imposición jerárquica en pos de conseguir una “bajada” de recursos.

Los famosos outsiders, de moda en estos tiempos, tienen en estas latitudes un poco más complicada su situación para lograr ingresar en la función pública. La falta de recursos económicos, de personas (equipo y militancia) y de estrategias electorales suelen ser sus principales impedimentos, sumados a un enemigo mucho más poderoso: El desconocimiento por parte del electorado.

Hay casos de figuras públicas que son “tentadas” desde la política para participar en elecciones de nivel municipal, esto, al igual que en cualquier otro nivel electoral, sucede porque se considera que su popularidad es el capital más importante con el que cuentan y pueden lograr atraer una mayor cantidad de votos, pero también cuando pensamos en estrategias electorales en estos niveles no tenemos que obviar la necesidad que tienen las candidaturas “de arriba” por conseguir electores que empujen sus listas (candidatos a Gobernador, legisladores provinciales y nacionales, y por supuesto, Presidencia).

Esta dinámica puede ser contemplada en dos formas distintas; se puede considerar que la tracción de votos es de abajo hacia arriba, en donde los jugadores de niveles municipales determinantes logran contener y ampliar el nivel de voto retroalimentando las posibilidades electorales de la estructura superior.

Y también puede darse de manera inversa, es decir, que el mayor caudal electoral sea impulsado desde arriba hacia abajo, por ejemplo, en la campaña del 2019 cuando Cristina Fernández de Kirchner anunció su fórmula presidencial junto al actual Presidente de la Nación. Con el anuncio, la actual vicepresidente logró que por un lado, quebrar y ahogar a la denominada “tercera vía”, y por el otro que los partidos vecinales/provinciales que se habían alineado al Frente de Todos ampliaran su caudal electoral al ver aglutinado el voto de indecisos que estaban descontentos con el gobierno de Mauricio Macri y que ante una opción que consideraron superadora, acompañaron la propuesta del actual gobierno.

Axel Kicillof en Colón, provincia
Axel Kicillof en Colón, provincia de Buenos Aires

La relación entre las grandes coaliciones y los partidos vecinales

Las grandes coaliciones nacionales emplean una estrategia de catch all o atrapalotodo en el sentido de que buscan incorporar a sus filas la mayor cantidad de fuerzas políticas vecinales, movimientos sociales o referentes que puedan llegar a los electores o barrios que sus propios candidatos municipales no acceden.

La retribución para estos partidos “menores” por formar estas alianzas suelen ser de lo más diversas y dependen en gran medida, de la cantidad de votos que se estipula que pueden contribuir a la coalición. En muchas ocasiones frente a la imposibilidad de otorgarles lugares en las listas de candidatos a Concejales o a la conducción de alguna de las secretarías del municipio, la negociación se vuelve inestable y el rédito de la fuerza minoritaria queda en su capacidad de traccionar electores, encontrando en la coalición más grande un aliado o enemigo dependiendo de situaciones ajenas a su propio marco de acción (por ejemplo, internas y/o enfrentamientos en la coalición mayor).

Frente a una situación como la actual, en donde prácticamente se da de hecho un bipartidismo entre dos grandes frentes, los partidos vecinales que coalicionan con fuerzas electorales que no son ninguna de las dos grandes coaliciones nacionales, se ven en la necesidad de alentar al corte de boleta. Esto ocurrió por ejemplo con Consenso Federal en 2019, que no logró sostener los caudales electorales que indicaban las encuestas de intención de voto previas a las PASO.

Los partidos vecinales independientes (que no quieren o no logran coalicionar con fuerzas mayores) cuentan con esta misma estrategia (la incentivación al corte de boleta) que les permite la supervivencia y en muchos casos en donde el electorado conoce al líder de este partido, la obtención de escaños.

Diferentes problemáticas

Otro factor muy importante a destacar en materia electoral dentro del tercer nivel de gobierno es el que refiere a las problemáticas y los discursos. Las campañas por las intendencias suelen desarrollarse junto a las campañas nacionales y provinciales, esto tiene incidencia en varios aspectos, por ejemplo, en la tracción de votos que desarrollamos anteriormente, pero también impacta en la agenda de temas electorales que se discuten en el espacio público afectando directamente a la estrategia discursiva.

Por un lado, tengamos en cuenta que los vecinos están atravesados por los macro problemas que se plantean desde las plataformas nacionales/provinciales, pero también los inquietan los problemas propios de su barrio y que son los más tangibles en su día a día. Entonces los políticos de este nivel se encuentran en la disyuntiva de intentar acoplarse de alguna forma al discurso hegemónico que se debate en niveles superiores y/o a procurar imponer una propia agenda de debate que logre calar en los vecinos.

Aquellos candidatos que eligen alinearse de hecho y/o discursivamente a las coaliciones hegemónicas optan por buscar adaptar estos discursos a su propio contexto, al contrario, los partidos vecinales o los outsiders que se arriesgan al desarrollo de una agenda propia sabiendo lo limitante que puede ser al no tener grandes medios de comunicación trabajando estas temáticas y la difícil posibilidad de imponer incluso hashtags en redes sociales, deben realizar un trabajo más “artesanal” y territorial.

En definitiva, las campañas municipales cuentan con vida propia y su desarrollo se encuentra siempre sujeto a diferentes variables, el trabajo y la optimización de recursos es esencial para su éxito y la elección de la mejor estrategia queda sujeta más al esfuerzo y convicción de sus propios candidatos que a un proyecto global de un determinado partido nacional.

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