Corría el mes de junio de 1953 cuando el Almirante Alberto Teisaire —entonces presidente provisional del Senado y virtual vicepresidente por la muerte de Hortensio Quijano— fue enviado a Londres como jefe de la delegación argentina para participar de las ceremonias de coronación de la Reina Isabel II. Designado para la misión por el general Juan D. Perón, el viaje de Teisaire a la capital británica incluiría una negociación por la soberanía de las Islas Malvinas.
Durante su estadía en Londres, Teisaire ofreció una negociación por las islas Malvinas, que incluía la opción de compra de las mismas por parte del Estado argentino. Durante una entrevista en el Foreign Office con el subsecretario Lord Reading, el argentino recibió como respuesta que aceptar tal propuesta significaría la caída automática del gobierno de Winston Churchill —quien había vuelto al poder dos años antes—.
La reina había heredado el trono poco más de un año antes, tras el fallecimiento de Jorge VI (1936-1952).
En su obra “Detrás de Perón. Historia y leyenda del almirante Teisaire” (2013), Fabian Bosoer sostuvo que: “A principios de junio del ‘53, Teisaire tendrá una misión especial. El presidente le encomienda viajar a Gran Bretaña para asistir como representante del Gobierno argentino a los actos de coronación de la Reina Isabel II. Llega el 29 de mayo a Londres acompañado por su esposa, Duilia Fayó y una reducida comitiva. Ese mismo mediodía asiste a un almuerzo ofrecido por la Anglo-Argentine Society en el lujoso Hotel Claridge, ante la imponente presencia de 200 dirigentes británicos del gobierno, la oposición y el mundo de los negocios y al hablar formula votos “por un futuro de paz y prosperidad” para Gran Bretaña bajo el reinado de su nueva soberana. “Entre Gran Bretaña y la Argentina -expresa- los ideales son similares. Fundamentalmente nosotros basamos nuestra conducta en los mismos principios de democracia. Pero hay quienes quisieran hacer creer al mundo que la Argentina está viviendo bajo una dictadura que ha arrastrado al pueblo a un estado de miseria y privaciones. Todas esas son acusaciones falsas. Bajo la guía del presidente Perón, el pueblo de mi país vive en completa paz y armonía, gozando de una existencia mucho más feliz que nunca antes” . Entre ellos, lo escucha el jefe de la oposición laborista y ex primer ministro Clement Attlee (...)”.
Bosoer relató que Teisaire aprovechó los días de estancia en Londres para realizar “una gestión secreta y por demás delicada: llevaba una propuesta que sus interlocutores del Foreign Office recibieron con extrañeza: comprar las islas Malvinas Transmite la idea durante las conversaciones que mantendrá en un hotel céntrico de Londres con el subsecretario de Relaciones Exteriores, Lord Reading, quien tenía responsabilidad sobre los asuntos latinoamericanos. El gobierno británico de las islas ya venía advirtiendo su inquietud ante la posibilidad de que la Argentina se embarcara en “aventuras externas”. La respuesta inicial del interlocutor británico fue explicar que semejante iniciativa provocaría seguramente la caída del primer ministro Churchill y que si se hiciera un referéndum en el archipiélago, sus habitantes británicos decidirían seguir bajo bandera del Reino Unido. El argentino respondió que era probable que la decisión de los habitantes de las islas fuera esa, pero a la vez arguyó que había un precedente de venta territorial británica a favor de los Estados Unidos: la de las Indias occidentales. Por su parte, Lord Reading argumentó que “se trataba de una cuestión muy diferente” e insistió en que “el gobierno (británico), con seguridad, será derribado si se consintiese en tal operación de venta”. Según lo indican los documentos del Foreign Office que dan cuenta de esas gestiones reservadas, la impresión que dejó Teisaire en sus anfitriones, más allá de la singular propuesta, no fue buena. Los funcionarios diplomáticos escribieron que “el principal error (de Teisaire) fue el asistir a la coronación de la reina Isabel II no solo sin uniforme, sino sin ninguna condecoración en absoluto (…) El resultado fue que, desempeñando funciones de elevada responsabilidad, parecía más bien un camarero de baja categoría”. El desdeñoso comentario era intencionado, y obedecía a que efectivamente Teisaire atendió a los representantes del gobierno que fueron a verlo al hotel en mangas de camisa y tiradores. No era un hombre al que no le importara la elegancia y tampoco alguien que desconociera las normas de protocolo y usos y costumbres de la diplomacia británica. Obviamente, las gestiones resultaron infructuosas”.
En 1954, en una elección especial, Teissaire sería elegido vicepresidente de la Nación por una abrumadora mayoría. Tiempo más tarde su controvertido accionar durante y después de la llamada Revolución Libertadora lo convertirían en un “traidor” al Peronismo y en un sinónimo de deslealtad partidaria.
Pero esa es otra historia.
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