Queremos tanto a Snoopy

Fue creado por un dibujante abundante en inteligencia, una visión amorosa y divertida de la infancia. Duerme sobre la cucha colorada con su pancita filosófica, no se pierde un centímetro de todo lo que ocurre entre los amigos de Charlie Brown

Snoopy muchas veces duerme sobre la cucha colorada con su pancita filosófica, no se pierde un centímetro de todo lo que ocurre entre los amigos de Charlie Brown

Es que Snoopy es el perro más adorable del mundo. Fue creado por un dibujante abundante en inteligencia, una visión amorosa y divertida de la infancia. Ojo: Snoopy muchas veces duerme sobre la cucha colorada con su pancita filosófica, no se pierde un centímetro de todo lo que ocurre entre los amigos de Charlie Brown, ¿su dueño?, ¿su amigo?(las dos cosas), y sabe que no todo es felicidad y que en ocasiones el sol es tapado por las nubes. Son chiquitos los que habitan ese mundo- “Peanuts”, “maníes”- . El dibujante se llamó Charles Monroe Schultz, nació en 1922 y se largó de aquí en el 2000. Era un tipo pulcro y formal, quién sabe uno de los senderos de la poesía que lo llevó a reír y emocionar con alguna frecuencia. Contó historias maravillosas en tres cuadritos cuando empezó a crear sus “Peanuts’' y a emocionarse, en ninguno de los dos casos de manera premeditada al máximo. La barra de Charlie Brown no armó un ternurismo barato sino una historia que habrá de quedar para siempre contra todo juego electrónico, contra todo olvido. Ese grupo es ícono norteamericano pero no dentro de un corral. Símbolo americano- se llamaron la base y la Apolo X, una “Peanuts “y otro Snoopy- como “tira·, en dibujos animados- también en dos largometrajes de cine con actores- fueron vistos y queridos en no menos de 500 millones de humanos alrededor de la Tierra.

El cómic, con su interior irresistible y promotor de felicidad, sabemos que es “Peanuts”, aunque en general se lo llamó-se llama, mejor-, “Charlie Brown”, por Shultz. En España alcanzó con “Carlitos”, como debe ser lo que fue un imperio sin límites pero de caída precoz en la Historia: una lengua imperial no hace traducciones, mientras pueda: la jerga tecnológica forma ya un idioma internacional y no hay quien pueda.

La barra de Charlie Brown no armó un ternurismo barato sino una historia que habrá de quedar para siempre contra todo juego electrónico, contra todo olvido (Apple TV Plus)

Snoopy

Charlie Brown y sus amigos del barrio, de una vecindad suburbana, chicas y chicos, no dejan entrar mayores en la historieta: se alude a los padres, digamos, pero no aparecen. Charlie Brown es hijo de un peluquero, como lo fuera Charles Shultz. Ya que estamos con él se revela, al verlo más de una vez, de lleno en asuntos y vínculos de los integrantes como un tímido, inseguro con miedo de meter la pata pero sin resignarse a resignarse. Claro que Snoopy está de su lado, una alianza. Snoopy empezó a ser dibujado en cuatro patas pero fue irguiéndose, guiña el ojo, es observador y protagonista, como cuando ve el piano de Shroeder –el chico que tiene facultades de músico y admira a Beethoven (6 años)- y hace sonar dos acordes con las patas después de mirar a izquierda y derecha si no están viéndolo. No es que Schultz humanice a Snoopy: es un perro especial, diferente, piensa, actúa y parece tener decisiones. Tiene la virtud de ser eterno. Nadie entristecerá con la tristeza específica que llega cuando un perro compañero muere. Sabe todo lo que pasa. Sabe que Lucy van Pelt está perdida de amor por Schoeder al que, veamos, mientras él toca su piano ella pregunta: ¿Seguirás queriéndome cuando sea viejita?. “Y él, sin dejar las teclas:¿Imposible, Lucy, porque no te he querido nunca?”, respuesta de un chorro de pregunta anhelantes y parecidas, buenos gags, sí, pero también una dolorida terquedad que pone a Lucy en el terreno del masoquismo. Lucy, por otra parte es mandona, irascible y poco simpática pero los demás no la apartan: ella es así y amigos son los amigos, todos entre los seis y los diez. Charlie tiene 10, el héroe en busca de autoestima desespera porque lo mire, siquiera una vez, una pelirroja de rulitos en el colegio. Solo una miradita. Los enamoramientos de infancia, capítulo aparte.

No vayamos a olvidar a Linus. Hermano pequeño de Lucy siempre lleva consigo una mantita, un talismán. La carga en brazos, la arrastra, sin ella se siente desamparado, “toda comida me sabría amarga”. Linus no quiere dejar de ser un bebe. La mantiene en un lugar que empieza a perder y le da pánico: cuando Lucy se la quita en un momento - “¡Debes hacerte grande, Linus! - le caen la noche hasta recuperarlo. Algunas veces Linus permite un juego, un tironeo con la manta, los gruñidos amistosos de Snoopy en la otra punta. Siempre Snoopy afloja los dientes para que Linus siga con pasos cortos protegido y libre, arrastrándola. Snoopy sabe de qué se trata, entiende.

Charlie Brown y sus amigos del barrio, de una vecindad suburbana, chicas y chicos, no dejan entrar mayores en la historieta (Apple TV Plus)

La mano y la sensibilidad de Schultz no están solo en generar una rama del cómic donde ”actúan” chicos y se conforme un grupo de amigos con sus personalidades, con choques y rabietas pero con fuerte sentimiento de amistad sin necesidad de que unos se parezcan en sus maneras, puntos de visto o caracteres.

Están las criaturas de “La pequeña Lulú, “Periquita hace los que puedo” y el grandísimo Quino con Mafalda, patrimonio de la Humanidad cuarenta años después de sus antecesores ilustres.

Solo Snoopy- queremos tanto a Snoopy, de nuevo - no es un integrante vinculados por un grupo en la infancia en pie de igualdad . Puede decirse, que a su manera es quien relata todo cuanto ocurre desde su casita. ¿Es definitivamente un perro? Claro, es el perro más adorable. Cado uno verlo como un cachorro de raza o un perrito-perrito. A cada quién su Snoopy. Pero bueno, les diré un secreto si se portan bien: es un beagle.

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