Rosario también es Latinoamérica

En lo que va del año hubo 190 homicidios en la ciudad santafesina, en su mayoría ligados al narcotráfico. Sus bandas cada vez se parecen más a las organizaciones criminales complejas que aterrorizan otros países de la región

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En lo que va del
En lo que va del año hubo 190 homicidios en Rosario

Expansión y consolidación de grupos criminales en la región

Si bien desde esta columna venimos alertando sobre la expansión en los países de la región, con especial incidencia en Paraguay, Bolivia y Uruguay, de los grupos criminales complejos de Brasil, como el Comando Vermelho y el Primer Comando de la Capital (P.C.C.), contextualizando que, las condiciones estructurales en materia de seguridad ciudadana existentes en la Provincia de Santa Fe, particularmente en Rosario, resultan atractivas para este tipo de organizaciones en términos de su localización como proceso inicial de su despliegue criminal, hoy, lamentablemente debemos advertir que, no son estos los únicos grupos criminales organizados que están operativos.

Este año distintos grupos de especialistas en el tema han evidenciado que un grupo criminal de origen venezolano dejó su sello en diferentes crímenes cometidos en países como Colombia, Perú y Chile, destacando que, aunque en menor medida también, este grupo criminal estaría operativo en Brasil, Paraguay y Ecuador.

Este grupo venezolano cuenta con una estructura menos compleja que las organizaciones criminales brasileñas, pero actúa de manera más directa en cuanto a la forma de ejecutar sus actos, con una elevadísima carga de violencia, siendo esta quizá su característica distintiva, ya que han escogido la impronta de la violencia como estrategia de presentación.

El Tren de Aragua

Según los especialistas, este grupo se habría iniciado entre los años 2009 y 2010 en el estado de Aragua (uno de los 23 estados que integran la República Bolivariana de Venezuela) y se lo denominó con este nombre debido a la instalación del ferrocarril, que era parte del Plan Socialista Nacional de Desarrollo Ferroviario 2006, algo que nunca terminó de concretarse.

Miembros detenidos del cartel Tren
Miembros detenidos del cartel Tren de Aragua

Quienes comenzaron en esta actividad, extorsionaban inicialmente a las empresas involucradas en la construcción de la red ferroviaria, para conseguir empleos, mejoras en los contratos, prebendas, con el devenir del tiempo las actividades ilícitas fueron escalando a delitos más complejos y violentos en los que destacan la trata de personas y el tráfico humano, las extorsiones, los secuestros extorsivos de diferentes niveles, el tráfico de drogas y el sicariato.

Actualmente su conducción está en manos de Héctor Rusthenford Guerrero Flores, conocido en el mundo del hampa venezolano con el alias de “Niño Guerrero”, un violento delincuente que cuenta en su haber con varios homicidios y diferentes tipos de delitos contra las personas.

Niño Guerrero, está alojado en la cárcel de Tocoron, en el estado de Aragua, desde donde dirige de manera férrea no solo la estructura que opera en Venezuela, sino en el resto de los países de la región donde la banda ha sido detectada.

Guerrero Flores no fue el fundador del Tren de Aragua, pero sí quien lo consolidó y expandió más allá de las fronteras venezolanas, aprovechando como organización criminal las oportunidades brindadas por políticas erróneas que en materia de seguridad, adoptó, al menos en la última década, el Estado venezolano.

Los “Pranes” como socios para el control carcelario

En Venezuela, los líderes informales del sistema carcelario, son conocidos con el acrónimo de PRAN que significa Preso Rematado Asesino Nato, entendiéndose como rematado aquellos delincuentes sobre los que pesan condenas de larga duración y hasta de prisión perpetua; así al grupo de líderes de una determinada prisión se los denomina pranes y el pranato fue el elegido por el Ministerio Popular para el Servicio Penitenciario de Venezuela como garante del control y erradicación de la violencia en los establecimientos penitenciarios.

Las cárceles venezolanas están azotadas
Las cárceles venezolanas están azotadas por el hambre, el hacinamiento y las enfermedades, una crisis que sirve para aumentar de forma desmedida el poder de los pranes, las mafias que controlan las prisiones. (New York Times)

Esta medida empujó las cárceles bajo el control criminal, generando el escenario adecuado para la consolidación de estos grupos violentos, algunos de los que escalaron a organizaciones criminales complejas como el caso del Tren de Aragua, consiguiendo luego su expansión, en una primera etapa al resto de las cárceles venezolanas y posteriormente a otros países de la región.

Especialistas venezolanos sospechan que integrantes de esta organización han luchado en la frontera colombiana con grupos insurgentes colombianos, concretamente con el ELN, por el control de la frontera y el tráfico de estupefacientes y migrantes ilegales.

La muerte violenta como presentación

El Tren de Aragua como organización criminal de estructura compleja se ha especializado en el tráfico de inmigrantes, tráfico de drogas, explotación sexual, extorsión o estafa, secuestros y asesinatos.

Los asesinatos son particularmente violentos y en los casos que se han esclarecido, tanto en Venezuela como en Colombia, Perú y Chile, fueron filmados desde el momento en que secuestran a sus víctimas hasta el homicidio, pasando por una cruenta y extendida sesión de torturas que la organización criminal denomina triturado. Se trata de una brutal técnica de tortura que aplican asiduamente a los miembros de bandas rivales a los que identifican como “los prestados” (especialmente cuando le disputan el territorio para la venta de drogas).

Las víctimas son secuestradas, les fracturan los brazos, las piernas, la mandíbula y las atan con sogas por la espalda de modo tal que cuando se cansan de padecer y sueltan el cuerpo, se ahorcan. Esta técnica nos recuerda algunos métodos empleados por los grupos de mareros centroamericanos.

Preocupación fundada

En nuestro país, estas actividades aún suenan raras, o no tanto.

Lo extraño es que la sociedad percibe que el accionar de estos grupos delictivos que operan en países de la región, aún están muy lejos de suceder en Argentina. Pero la evidencia lamentablemente indica lo contrario.

Tocoron es una cárcel en la que el hacinamiento ha tornado la violencia en algo frecuente. Y la violencia ha engendrado distintos niveles de pranes; entre estos surgió como líder el “Niño Guerrero” quien desde Tocoron maneja los destinos de la organización criminal.

En escala podríamos decir que la Unidad Penitenciaria Nº 11 de Piñero, en Santa Fe, registra un número de internos que excede el límite deseable. Esta sobrepoblación ha incidido sobre la estabilidad de la prisión registrando en el último año episodios de violencia extrema, como por caso, la fuga de ocho internos tras el ataque armado a la guardia del establecimiento.

Unidad Penitenciaria Nº 11 de
Unidad Penitenciaria Nº 11 de Piñero

El resultado es un descontrol interno del que surgen diferentes liderazgos carcelarios, que dirigen el tráfico de estupefacientes, extorsiones a comercios, secuestros extorsivos, ataques a edificios judiciales y sicariato varios, muchos de ellos con el indeleble sello del ajuste de cuentas narco.

La comparación no es antojadiza, más bien todo lo contrario. Resulta un alarmante llamado de atención sobre las condiciones políticosociales en las que estas complejas relaciones entre el poder, la droga y grupos criminales diversos, comienzan a manifestarse.

Rosario en lo que va del año cuenta aproximadamente 190 homicidios, en su mayoría ligados a esta modalidad.

Si bien el número de víctimas aún se ve lejano de los registrados en los países mencionados, está peligrosamente cerca en los modos y en las formas. Una vez más se puede decir que Rosario siempre estuvo cerca, en este caso -lamentablemente- de las peores experiencias de la criminalidad organizada en la región.

Alejarnos de estos sitios comunes donde la violencia y el horror mandan, es la principal tarea que deberán asumir y profundizar, con una visión holística de la problemática, los funcionarios con responsabilidad en la gestión de la seguridad pública.

Santa Fe y Rosario también son parte de la región.

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