Una vez más, el gobierno nacional demuestra la poca sensibilidad hacia el ciudadano común. Disponen del tiempo, la vida y los recursos de la gente de la noche a la mañana, como si fueran amos y señores, dueños de esclavos. Que no nos hagan creer que, si criticamos este feriado nacional, estamos en contra de la democracia o a favor del magnicidio. Los cínicos pueden ser muy buenos manipuladores.
Ellos no decretaron feriado nacional cuando asesinaron al fiscal Nisman. Ni siquiera luto. Nada. Al contrario, Cristina menospreció y hasta se burló de quienes se manifestaban en la calle, alegando que les quedaba “el silencio”. Tampoco decretaron feriado cuando secuestraron al hijo del fiscal Eduardo Taiano, casualmente el mismo día que debía apelar el sobreseimiento de los Kirchner por enriquecimiento ilícito. El menor fue soltado luego de que venció el plazo de apelación.
Desde ya que no decretaron duelo ni feriado por cada día que a un argentino de a pie le gatillaron en la cabeza o directamente lo mataron. Esto es cada vez más común gracias al garantismo penal que promovió y promueve la propia Cristina Kirchner.
Si van a ser duros con este hecho, que recaigan sobre los verdaderos responsables, no sobre el laburante o el ciudadano común
Cabría recordarle al Presidente que en una república todos valemos igual. No hay nadie que esté por encima, a quien debamos concederle privilegios. Se podrá alegar que, al ser una vicepresidenta, se trata de un magnicidio y eso atenta contra la democracia. Pues bien, había mil formas de repudiar el hecho y defender la democracia sin convocar a un feriado irrespetuoso y autoritario de la noche a la mañana. Es decir, sin dejar a los chicos otra vez sin clases luego de una semana de paro, sin impedirles a los negocios y empresas planificar la semana, sin menoscabar el vaciado bolsillo de los argentinos. Además, otra vez, ¿el asesinato de un fiscal que investiga al gobierno no atenta contra la democracia? Ni siquiera tuvieron el decoro de poner la bandera a media asta en esa ocasión.
Esto no tiene nada que ver con la democracia, sino más bien con el autoritarismo. Es, sin dudas, un feriado del autoritarismo. Una exaltación y celebración del despotismo como pocas veces se ha visto en nuestro país. Se vincula con afirmar “acá mando yo”, “yo soy el dueño de la pelota”, “se hace lo que yo quiero”. Es la ostentación y exageración del poder. Es la expresión del mismo fanatismo idólatra del cántico “si la tocan a Cristina…”, que pretende colocarla por encima de la ley para que pueda pisotearnos.
¿Qué tendrá que ver con la democracia un niño de tres años que llora porque perdió la ilusión de volver al colegio tras tres días de paro? ¿Y un adolescente embroncado porque había estado estudiando para el examen de hoy (donde los exámenes sobreviven a la política del facilismo del gobierno y los alumnos todavía estudian)? ¿Cómo ayuda a la democracia que tantas empresas o negocios, al filo de la quiebra, se levanten por la mañana para enterarse de que el día está perdido sin planificación posible? ¿Por qué favorece la democracia que se afirme que el gobierno puede disponer de forma arbitraria, de la noche a la mañana, de la vida de los ciudadanos? ¿Acaso la falta de respeto hacia el ciudadano puede ser democrática? ¿Una sociedad civil más débil hace a la democracia?
Cabría recordarle al Presidente que en una república todos valemos igual. No hay nadie que esté por encima, a quien debamos concederle privilegios.
Llegamos al colmo en que una mafia en el poder pretende hacernos creer que ellos son los democráticos. De hecho, son lo menos democrático que hay. Han apoyado dictadores en todo el mundo. Se han dejado financiar por ellos. Han intentado intervenir el Poder Judicial en reiteradas ocasiones para consagrar la impunidad. No aceptan los fallos judiciales cuando estos les son contrarios, incluso aunque la mayoría de los jueces hayan sido designados o aprobados por un gobierno o Senado afín. Le faltan el respeto constantemente a la Corte Suprema. No tienen idea de lo que es la democracia, y creen que con un feriado autoritario e intempestivo nos van a engañar.
Este condenable y lamentable episodio deberá investigarse. Los culpables deberían recibir la pena máxima. No la mínima posible, con beneficios, como propone el garantismo enarbolado por el kirchnerismo (y que el pueblo paga con sangre a diario). Si van a ser duros con este hecho, que recaigan sobre los verdaderos responsables, no sobre el laburante o el ciudadano común, con la intención de golpear la mesa y decirnos “acá mandamos nosotros”. Porque, ¿saben qué? Nuestra Constitución dice que manda el pueblo, no ustedes.
Muchas veces no se cumple. Es cierto. Pero hay un pueblo cada vez más cansado de los políticos autoritarios y corruptos que viven a sus expensas. Y puede que ese pueblo, hastiado, termine por decidirse a exigir el cumplimiento de la Constitución y a hacer valer sus derechos.