Polémica por la camiseta violeta de la selección para el Mundial: ¿compromiso de género o hipocresía?

La casaca trajo calma a quienes creen en la maldición de la azul, pero encendió el debate cuando se la vinculó con la igualdad de género. La AFA, las marcas y el Estado, entre el marketing y la realidad

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Lo Celso, De Paul, Papu
Lo Celso, De Paul, Papu Gómez y Di María, con la indumentaria nueva

La yeta y la igualdad de género

Esta semana se presentó la esperada remera alternativa de la selección argentina de fútbol (masculino) para la Copa del Mundo Qatar 2022. La sorpresa es que el diseño no utiliza el habitual azul, histórico por los goles de Maradona a los ingleses en México 86, pero también por derrotas memorables como las dos finales contra Alemania en Italia 90 y Brasil 14. No. Al igual que en Rusia 18, la de este año tampoco es azul. Es violeta. Y no se trata solo de una cábala.

En la presentación, el gerente general de la marca, Pablo Lamo, dijo que la remera “transmite un poderoso mensaje de igualdad de género, alineado a los valores de diversidad e inclusión que nuestra marca promueve”. Así comenzó la polémica. La discusión gira en torno a si efectivamente se trata de un mensaje poderoso que puede ayudar a visibilizar las cuestiones de género en un evento que atraerá la atención de buena parte del planeta o si, en cambio, es un típico caso de pinkwashing/purplewashing (lavado rosa/violeta) o, como también se lo suele llamar, femvertising (propaganda feminista).

¿A qué aluden estos términos? A las estrategias de comunicación de personas, empresas y gobiernos que instrumentalizan las luchas de género y LGBTIQ+ para parecer inclusivas o preocupadas por la agenda de la igualdad cuando, en realidad, mantienen las mismas prácticas de siempre. Lo interesante es que el debate se instaló en el centro del movimiento de mujeres.

Un mensaje poderoso

Infobae habló con Paula Ojeda, Gerenta del Departamento de Equidad y Género de la AFA, quien destacó que “es una gran oportunidad de visibilizar la igualdad de género e inclusión en el evento deportivo internacional más importante, con jugadores de envergadura como los de la selección argentina, que atraen miradas de todo el abanico cultural mundial. Todas sabemos que el camino es largo, pero gestos como este me hacen pensar que vamos en la dirección correcta. Esta camiseta se transformó en parte de la sensibilización que tanto buscamos”.

La comunicadora y abogada feminista Ana Correa coincide. En diálogo con este medio, subrayó que respeta y entiende a las compañeras que están enojadas con el tema, y comparte su preocupación: “Si hay dos instituciones organizadas que no registraron los avances de género son el Poder Judicial y el fútbol”. No obstante, le resulta interesante “meter la cuña con la igualdad de género en un mundial que va a estar mirando literalmente todo el mundo”. “Es insuficiente, pero no me parece mal. Hay lugares donde las mujeres ni siquiera pueden hablar de violencia de género. Es un gesto que me gusta y no le quita fuerza a ningún reclamo, sino todo lo contrario”.

Purplewashing

Amnistía Internacional Argentina tiene otra mirada: lanzó una campaña de repudio en la que cataloga a la remera violeta como un caso de propaganda feminista e ironiza: “Para la AFA, la violencia de género juega de suplente”. Su directora ejecutiva, Mariela Belski, le dijo a Infobae que “como la inmensa mayoría de la población, estamos esperando el Mundial, pero para cambiar la realidad se necesitan acciones más robustas, políticas y compromisos concretos por parte de las instituciones, no acciones de marketing orientadas a lavar o correr el foco de lo que realmente sucede en el fútbol argentino”.

Para Melisa García, abogada feminista y pionera en el estudio de la profesionalización del fútbol femenino desde un enfoque de derechos, también es una estrategia de marketing. “El mensaje de una supuesta campaña fuerte por la igualdad de género cuando salimos de una Copa América del fútbol femenino que en la Argentina no tuvo televisación salvo en los últimos tres partidos es una subestimación de la igualdad de género”, refirió en comunicación con este medio.

Pero muchas personas se preguntan: ¿lo de la camiseta violeta no es una decisión de la marca? ¿Qué tiene que ver la AFA? Sobre esto, García explicó que “la AFA puede no tener injerencia directa en lo que resuelve una marca internacional, pero lo levanta y utiliza el tema, lo que resulta conveniente para una organización que viene diciendo que tiene una gestión de igualdad de género que no tiene”.

Mariana Larroquette, una de las
Mariana Larroquette, una de las representantes femeninas en la presentación

Los derechos de las mujeres en Qatar

¿Cuáles son las contradicciones que preocupan a quienes repudian la casaca violeta? Primero, que la Copa se juegue en Qatar, un tema sobre el que las organizaciones internacionales de derechos humanos vienen trabajando desde hace años. Para la titular de Amnistía Argentina, “mientras la AFA hace propaganda feminista y viste a la selección de violeta en nombre de la lucha contra la violencia machista, aún no hemos escuchado pronunciamiento alguno respecto de las graves violaciones a los derechos de las mujeres y las personas LGBT en la sede del Mundial 2022″.

Un par de notas al pie sobre esto. Nota uno: en el marco de la investigación del FIFAgate, los fiscales del Departamento de Justicia estadounidense revelaron que el fallecido ex presidente de la AFA Julio Grondona cobró sobornos para votar a favor de Rusia y Qatar como sedes del Mundial. Nota dos: la marca de las camisetas es uno de los principales patrocinadores oficiales de Qatar 2022, en donde, según Human Rights Watch, las mujeres viven bajo un sistema de tutela masculina por el que requieren autorización de un varón (habitualmente el esposo o el padre) para tomar decisiones básicas como casarse, trabajar, estudiar o viajar. Qatar también criminaliza las relaciones sexuales extramatrimoniales, la sodomía y las demostraciones públicas de afecto entre personas del mismo sexo.

La pobre profesionalización del fútbol femenino

La segunda cuestión que advierten quienes consideran que la camiseta violeta es puro marketing es la falsa profesionalización del fútbol femenino en nuestro país. Mariela Belski dice que, más allá de Qatar, “sin cruzar las fronteras, en Argentina nomás, el fútbol femenino se profesionalizó hace apenas tres años y una jugadora de Primera División cobra un sueldo que no alcanza para cubrir la canasta básica”.

Melisa García detalla que el valor actual del salario es de $37.800 brutos y equivale al contrato que percibe un jugador de la Primera C. Según ONU Mujeres Argentina, esto no llega al 2% de lo que ganan los varones. Y debemos considerar que la Canasta Básica Alimentaria actual del INDEC para que una pareja con dos hijos no caiga en la indigencia está en $49.465, mientras que la Canasta Básica Total (incluye indumentaria y transporte) para no caer en la pobreza es de $111.297.

Para García, esto ocurre porque hay un vacío normativo. El único instrumento es el Convenio Marco que firmaron la AFA y Futbolistas Argentinos Agremiados cuando se profesionalizó el fútbol femenino en 2019. Sobre esa base, explicó, la AFA decide en forma discrecional cómo avanzar y “hay una tendencia a creer que con el fútbol femenino hay que ir conformándose, ir agradeciendo esos pasos”.

Así fue como, en un comienzo, se les exigió a los clubes un mínimo de 8 jugadoras profesionales, luego 12 y a partir de 2023 el número mágico será 15. Pero, según la abogada, “el lado B de esto es que en los planteles (que obviamente tienen más de 12 o 15 jugadoras) no todas tienen contrato, las despiden sin más, las obras sociales no les cubren las lesiones deportivas y en muchos equipos se distribuyen los pocos contratos para que todas se lleven algo, con lo que terminan cobrando el equivalente de un viático, no un salario”.

¿Y la violencia de género?

La tercera contradicción es lo que hacen tanto la AFA como las marcas con la violencia de género. “En la Liga Profesional de Fútbol siguen jugando varones sobre los que pesan múltiples denuncias”, refirió Mariela Belski. Y no es cierto que no se pueda hacer nada. Como señalé cuando se discutió el caso de Sebastián Villa, las asociaciones de fútbol de otros países toman decisiones contundentes y hay antecedentes de gigantes internacionales que dejaron de patrocinar jugadores o clubes por casos de violencia.

Sebastian Villa
Sebastian Villa

El factor económico: marcas y televisación

Pero todavía queda una pregunta por hacer: ¿de dónde va a salir el dinero para sostener los cambios trascendentales que requiere el fútbol femenino? Por un lado, hay acciones que no necesitan fondos. Si las marcas tienen un real interés en la igualdad de género, podrían incluir cláusulas en sus millonarios contratos con las selecciones para que las asociaciones nacionales como la AFA destinen un porcentaje a financiar el crecimiento del fútbol femenino.

Incluso hay cuestiones pequeñas que pueden tener alto impacto. Ana Correa recuerda que, en 2015, antes de la final de la Champions, Messi respaldó públicamente la marcha Ni Una Menos. Por eso propone que, más allá de la casaca violeta, algún jugador argentino tome el tema en forma expresa durante el Mundial.

Pero, aun para lo que sí requiera dinero, la respuesta es bastante obvia: va a salir del mismo lugar que salen los billetes que sostienen el fútbol masculino. Como explica Melisa García, no se trata de cargar la cuestión sobre los clubes pobres: “Dejando de lado a las grandes figuras, lo que mueve al fútbol es la televisación y las marcas, que le agregan valor a los jugadores para que puedan construir sus carreras más allá de sus indudables destrezas personales”.

Entonces, las marcas dependen de la televisación, pero, ¿de quién depende la televisación? Para empezar, de la AFA, que es la que tiene que negociar los derechos de transmisión. Ahí tiene un gran trabajo por hacer convenciendo a las señales deportivas de que es un producto atractivo, lo que no parece difícil pues genera cada vez mayor interés. En diálogo con Infobae, Natalia Maderna, comunicadora feminista, locutora y relatora, dijo que “el fútbol femenino todavía no está consolidado como espectáculo comercial, pero la Copa América demostró que se puede abrir un hueco en la agenda de los medios deportivos para empezar a masificarlo”.

Por otra parte, es importante el rol del Estado, que hoy dice querer combatir las violencias y promover la igualdad de género. La Copa América no se televisó hasta que la TV Pública se dio cuenta del interés que estaba generando el torneo y compró los derechos de los últimos tres partidos.

Ojalá logremos aprender de esa experiencia. Y es bueno que lo discutamos ahora porque, como destacan Melisa García y Natalia Maderna, el año que viene es el Mundial del femenino nuevamente. “¿Va a haber inversión de dinero? ¿Las marcas se van a acercar? ¿Va a haber televisación? ¿Se les va a pagar a las jugadoras acorde a lo que debería ganar una futbolista de primera división que encima tiene que ir a un torneo internacional?”, se preguntó la abogada.

Ojalá. Y si nos van a dejar con la casaca violeta y el fulbito para la tribuna, al menos traigan la Copa, muchachos.

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