El nuevo humor que nos proponen las redes sociales

Tradicionalmente hemos convivido con un tipo de humor que se ha burlado de lo “diferente” y que ha servido como un instrumento para estigmatizar a las disidencias. Hoy, las nuevas generaciones nos muestran un modo de hacer humor más en comunidad; reírnos con el otre y no de le otre

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Los memes, una forma clásica
Los memes, una forma clásica de humor en las redes

Reírnos nos hace ser más felices. ¿Acaso hay sensación más placentera que la de llorar de la risa? Hay muchas formas de hacer reír; en nuestra cultura hacer humor desde la burla y el odio ha sido siempre, lamentablemente, un clásico. Hasta podríamos decir que las principales figuras humorísticas de la Argentina interpretaron personajes en esta línea que los consolidaron y los volvieron visibles. Juana Molina y Antonio Gasalla, Erica Rivas, Capusotto, Valeria Bertucelli con “La Tana Ferro” de la película Un novio para mi mujer, y la lista sigue.

El humor muchas veces juega con el límite borroso entre lo gracioso y lo ofensivo. Ese límite, lógica y sanamente, se fue achicando cada vez más a medida que empezamos a verbalizar las violencias escondidas detrás de lo que nos hace reír como sociedad, de la agresión que puede contener el lenguaje, del lugar desde el cual se posiciona alguien para decir algo sobre otre.

El humor es una forma de canalizar frustraciones, desgracias, injusticias y muchas de las cosas a las que, a menudo, nos encontramos sometides. Estamos acostumbrades a escuchar que no hay temas tabúes. Pero lo cierto es que no todo el humor es sano ni bienintencionado. La cuestión, entonces, no vendría a ser la censura del chiste sino pensar cómo, dónde, con qué intención se hace y sobre quién se ejerce. No todo el humor es para todos los contextos.

Las nuevas generaciones le han ganado mucho terreno a ese odio heredado, a la discriminación escondida en la risa, a la poca empatía y, de algún modo, lo han empezado a transitar desde otros lugares. Incluso el humor más irónico, el negro y, lo que ahora llamamos hateismo, comienzan a ejercerse desde un lugar que quizás sea más saludable y diverso. No es ninguna novedad que el humor es un aspecto crucial en nuestras vidas y sabemos que lo seguirá siendo, no se trata de la “corrección política total”, ni de la “moral” y de nuevo, menos que menos de la censura. Lo que creo que hemos empezado a preguntarnos es quién se está riendo de quién, quién está en una posición de poder y quién está siendo humillado, qué estamos transmitiendo cuando somos cómplices de la risa que lastima y no de la que sana.

En su momento, YouTube instaló un humor diferente, comediantes no famoses que se volvieron visibles y populares, como por ejemplo Malena Pichot con “La Loca de Mierda” o “Cualca”. Veíamos, por primera vez, un humor que enunciaba desde otro lugar, que nos hacía preguntarnos nuevas cosas, que se abría a una conciencia crítica y social sin dejar de ser hilarante. Aparecieron comediantes que por fin se animaban a decir lo que todas pensábamos y sentíamos, desde la creación de un material de calidad. Nos enseñaron que podía haber un humor más fresco, más contemporáneo y que interpelara directamente nuestras cotidianidades, nuestras preocupaciones y nuestras luchas.

Malena Pichot: La Loca de Mierda

Más tarde, las redes sociales también habilitaron otro humor; uno que no solo empezó a abarcar a más comediantes sino que también expandió la audiencia, porque empezó a llegar a más gente y de edades diferentes. Y esto, desde la construcción de sus propios códigos. Este nuevo humor, al que podríamos llamar “hipermediático”, ha expandido la diversidad discursiva de lo risible. ¿Por qué? En primer lugar, porque hizo que surgieran o que se vuelvan más visibles nuevos géneros y estilos. Y todo eso lo hizo trascender encarnando un verosímil social mucho más real y más cercano a nosotres. Pibes hablándole a pibes, compartiendo sus experiencias, haciendo una nueva comedia que intenta (insisto, intenta), ser un poco más empática.

En este mundo del humor hipermediático, la comedia ya no es patrimonio solo de los profesionales, sino que cualquiera que tenga una cuenta puede hacerlo. Claro que podríamos hablar horas del peligro también que trae esto, porque sabemos el lado oscuro que tienen las redes sociales, pero eso lo dejamos para otra columna… Sin embargo, este humor habilita una pluralidad más grande de voces y nos encontramos en un panorama donde las instituciones, la tele y sus contenidos, vienen atravesando un fuerte proceso de deslegitimación. Este humor, además, se transforma y muta todo el tiempo porque así son las redes sociales: dinámicas. Lo que antes funcionaba en Twitter con un comentario irónico, hoy explota en Instagram con memes de política, del día a día y de nosotres mismes.

Para quienes no lo sepan, se conoce como meme a un tipo de contenido que asocia un texto, una imagen, un video u otro elemento visual en una misma unidad significante. Es la representación de una idea, concepto, opinión o situación que tiene como función transmitir un mensaje y difundirlo mediante las redes sociales. Internet es un océano lleno de memes; cada vez hay más y más cuentas que van apareciendo en nuestras vidas. Mi cuenta favorita de memes es, sin duda, la de Emilia Buch (@emibuch). Emi es montajista egresada de la FUC y la conozco desde hace algunos años por amigues en común. Es, probablemente, una de las personas que más me hace reír. Emi al principio subía a su Instagram solo collages que hacía con Photoshop. Más adelante, en el 2018, comenzaron a aparecer los memes en las redes sociales y entonces se animó a probar; subió un meme con una foto de ella y su Instagram explotó.

Uno de los memes en
Uno de los memes en la cuenta de @emibuch

La cuenta de Emi se destaca del resto de las cuentas de memes porque tiene su nombre real; una cuenta personal que de pronto se transformó en pública. Es hermoso cuando alguien como nosotres, de nuestra edad y nuestro entorno, nos puede hacer reír tanto. Hay algo de liberador en ese “ser pares” que nos habilita a pensar en cómo se construye la risa en comunidad. El hecho de que podamos identificar a la persona que está detrás, habla de un humor que sabemos de dónde viene y hacia dónde va; sabemos lo que compartimos porque es desde un idioma que (casi) todes hablamos. Y lo mejor es que nos reímos de eso mismo. El humor de Emi es tan espectacular no solo porque nos hace reír muchísimo sino por la forma en que puede reírse de ella misma y cómo eso no hace a nosotres vernos reflejades en ese humor para reírnos de nuestros propios dramas, dilemas, gustos y obligaciones.

Este “nuevo” humor que aparece en cuentas de memes y redes sociales nos hace preguntarnos y cuestionarnos nuestras propias problemáticas e incluso, a veces verlas con algo de distancia; ver lo absurdo y lo cómico de la vida, lo bueno en lo malo y lo malo en lo bueno, las contradicciones, las miserias y las alegrías. Además, es un humor que, en general, apuesta a reírse del fuerte y no del débil, a reírse de lo que nos identifica y de lo que nos une como sociedad (el famoso “sí soy” o “somos” que está tan de moda en redes) y no lo que discrimina y distancia.

Sabemos que el anonimato y las redes sociales tienen su contracara: lastimar sin hacerse cargo de las propias acciones, abusar de la intimidad y la confianza, exponer y exponerse. Olvidar que hay personas reales del otro lado de la pantalla. Sin embargo, esta forma de reír que construimos entre todes nos da la posibilidad de hacer un humor diferente, que nos haga sentir más libres y menos culpables, que nos dé ganas de compartirlo y de reírnos con les otres y no de les otres.

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