“Mi hijo no aprende nada en la escuela”

¿Cómo podemos explicar una frase que decimos o hemos escuchado en más de un padre, madre o familiar de algún niño o niña en edad escolar?

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Frase que decimos o hemos escuchado en más de un padre, madre o familiar de algún niño o niña en edad escolar. Y seguramente esta pregunta se acompaña con otras: ¿por qué le pasa esto a mi hijo? ¿Será que elegimos mal la escuela o colegio?, ¿ la maestra que le tocó tiene una forma de enseñar que mi hijo no comprende? o ¿le pasará algo que no lo deja aprender? ¿A quién recurrir? Todos estos temores e interrogantes pueden ser parte del problema por el cual un niño no aprende. Poder aclararlo nos va a permitir atenderlos, ocuparnos y acompañarlos en sus trayectos formativos.

Para ello es importante tener en cuenta que el maestro y la institución educativa deben ser nuestros aliados en este proceso. Nuestro hijo pasa muchas horas en la escuela, llevando adelante actividades diferentes a las que realiza en casa y es por eso importante la visión que tiene el docente de cómo es su desempeño en esas actividades. Este punto es de suma importancia para responder los cuestionamientos de ¿por qué los problemas que aparecen en la escuela no son aparentes o visibles en casa? En las aulas, se utilizan funciones cognitivas como la atención, la memoria y el lenguaje pero de un modo diferente a como lo hace en el hogar realizando otro tipo de tareas. En la medida que las exigencias de aprendizaje aumentan, las exigencias en la utilización de estas funciones también lo hacen y las dificultades se hacen más evidentes.

¿Cómo podemos explicarlas? Por un lado, se encuentran las causas que llamamos extrínsecas al niño, que pueden estar vinculadas con la institución educativa o con el ámbito familiar.

Con respecto a las vinculadas con la institución educativa, debemos considerar a la metodología de enseñanza que puede no adaptarse al estilo de aprendizaje de nuestro hijo, o a la exigencia en cuanto a logros académicos por grado. También deben ser revisados los cambios frecuentes de institución educativa o el ausentismo escolar reiterado. En cualquiera de estos casos, si bien el problema está afuera del niño, lo afectan y son los determinantes de que no haya recibido instrucción escolar adecuada o suficiente para adquirir los conocimientos del grado escolar.

En cuanto a los motivos vinculados al ámbito familiar, debemos considerar la falta de estimulación hacia el aprendizaje o conflictos familiares, que determinan que el aparato cognitivo y emocional del niño no estén disponibles para el aprendizaje. Este punto es complejo, porque nos exige hacer una mirada hacia el interior del núcleo familiar que integramos y por lo tanto mirarnos a nosotros como padres, lo que no siempre es fácil de hacer. La tendencia es a depositar el problema en el niño y no en nosotros, los padres como adultos de referencia. Sin embargo, el poder hacerlo, nos permitirá buscar la ayuda adecuada para que nuestro hijo mejore su rendimiento escolar.

Por otro lado, se encuentran las causas que llamamos intrínsecas al niño, donde podemos identificar dificultades propias que no le permiten aprender. Estas pueden estar vinculadas a alteraciones primarias o secundarias de las diferentes funciones cognitivas como ser: atención y funciones ejecutivas, memoria, lenguaje oral, cognición social o habilidades viso motoras y espaciales. La alteración en alguna de estas funciones son las que determinan las llamadas dificultades específicas del aprendizaje de la lectura, escritura y/o matemáticas. La no atención oportuna de estas causas puede generar falta de interés y desmotivación para el aprendizaje y baja autoestima.

Asimismo, dentro de las causas intrínsecas, se pueden hallar motivos relacionados a factores afectivos comportamentales propios del niño, o los que, no siendo propios, repercuten en su conducta y emociones en forma secundaria como son los derivados de problemas vinculados al ámbito familiar, que determinan que el aparato cognitivo y emocional del niño no esté disponible para el aprendizaje.

En cualquiera de los casos, identificar las razones nos va a poder ayudar a diferenciar si el chico tiene problemas para aprender o dificultades en el aprendizaje, dándonos la oportunidad de mejorar su rendimiento escolar y acompañar su crecimiento de manera oportuna y certera.

Ahora bien, al detectar que existe alguna dificultad con el aprendizaje ¿con quién debemos consultar? En primera instancia el pediatra del niño es su médico de referencia y será quién nos haga la derivación a los profesionales que mejor puedan ayudarnos.

Cabe resaltar que siempre estos enfoques deben ser abordados en forma conjunta entre las familias y los profesionales, siendo además las escuelas y los docentes claves en la mejora de los mismos.

El aprendizaje durante el desarrollo de la vida es continuo, trabajar en su solidez durante los primeros años y la adolescencia permitirá que los chicos crezcan de mejor manera, haciendo sociedades inclusivas, sostenibles y mejores.

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