Un dilecto amigo me invitó a almorzar con la condición de charlar sobre la relación entre estos cuatro hombres. Antes que nada hay que aclarar que la reconstrucción del pasado no depende de las propias opiniones del doxógrafo sobre el presente. Si así ocurre, la historia queda presa de la ideología y de los prejuicios de aquel que investiga los textos o del historiador. Y segundo, se debe comenzar por aquello que se presenta como evidente o indubitable, fechas, nombres, lugares: Heidegger (1889-1976), Unamuno (1864-1936), Hitler (1889-1945) y Franco (1892-1975).
Lo primero que salta a la vista es que Don Miguel de Unamuno es de una generación anterior y que es probable que Franco no tuviera ninguna noticia sobre Heidegger. Y este último nunca escribió nada sobre Franco. Las relaciones que quedan son la de Heidegger con Hitler y la de Unamuno con Franco. El filósofo alemán nunca vio o se entrevistó con Hitler. En cambio, Unamuno visitó a Franco en Salamanca, donde era rector, y le dijo dos cosas: 1) que controlara los excesos y crímenes en la zona nacional y 2) que una cosa es conquistar o otra convencer, idea que repitió días después en el paraninfo de la Universidad.
Heidegger fue rector de la Universidad de Friburgo un año, de abril de 1933 a abril de 1934. Renunció, dado que no estuvo de acuerdo con el biologismo nazi. Pero al comienzo, en 1933, estuvo de acuerdo con el pensamiento nacional y social: “Yo intervine en 1933 para decir sí a lo nacional y social, pero no a los fundamentos biológicos de la doctrina del Partido”.
¿En qué está de acuerdo Heidegger con el régimen de Hitler? En la defensa de la Nación-Estado, es decir, que Alemania, agredida por el comunismo y la socialdemocracia de la fracasada república de Weimar (1918-1933), no tiene otra salida que la recuperación de la Nación histórica y su mundo de valores.
Y hablamos de Nación-Estado y no de Estado-Nación como se hace habitualmente, pues la Nación tiene una primacía ontológica respecto de Estado. Puede haber naciones sin Estado, como actualmente los kurdos o los israelitas hasta 1948, pero cuando hay Estado sin nación histórica como lo fue el conglomerado del Estado Yugoslavo y hoy el Estado Ucraniano, creados ambos por los comunistas, duran muy poco tiempo al no tener sustentáculo en la nación que dicen representar.
El caso de Unamuno es, mutatis mutandi (cambiando lo que se debía cambiar), similar. La Segunda República española (abril 1931 a abril 1939) sometió a España a la dictadura del comunismo (asesinaron a 7000 entre curas y monjas). La dictadura de Franco se alza contra este régimen en julio de 1936 y Unamuno muere en diciembre de ese mismo año. Es decir que convive solo cinco meses con Franco como personaje político.
Don Miguel fue diputado de las cortes constituyentes de la Segunda República, pero se distanció del régimen para apoyar el golpe militar de Franco. Pero no estuvo de acuerdo con el franquismo incipiente pues ante el grito desaforado de " viva la muerte” de un militante franquista en la Universidad de Salamanca, él responde “venceréis pero no convencereis”.
Nunca podría aceptar el filósofo de la vida y del “hombre de carne y huesos” la exaltación de lo contrario.
¿En qué estuvo de acuerdo Unamuno con Franco? En la defensa de la Nación-Estado, es decir, que España, agredida por el comunismo de la Segunda República, no tenía otra salida que la recuperación de la Nación histórica y sus valores fundamentales.
¿Qué enseñanza nos dejan estas conductas de estos dos grandes filósofos? Aquella del general José de San Martín: “Cuando la Patria está en peligro todo está permitido”.
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