Francisco entre guerras: nuevos cardenales, dos santos y reuniones del Colegio Cardenalicio

En el Vaticano se desarrolla gran actividad diplomática y el Papa, casi a diario, clama por la paz y en contra de las armas

El papa Francisco

La locura de la guerra y la esperanza de la paz

En medio de la tercera Guerra Mundial “por partes”, en Italia las organizaciones sociales católicas como Santo Egidio, Cáritas, Fundación Papa San Juan XXIII, pastores y comunidades, comisiones parroquiales, entre muchísimas otras entidades llevan a cabo intensas y extensas tareas solidarias por la paz. Fuertemente movilizados por la interminable guerra. Los esfuerzos están dirigidos a los inmigrantes, fugitivos, perseguidos, heridos y víctimas de las guerras, en particular de la cercana Ucrania. En el Vaticano se desarrolla gran actividad diplomática y como es público, Francisco, casi a diario, clama por la paz y en contra de las armas. Seis meses después del inicio del insensato y horrible ataque a Ucrania afirmó al final de la última audiencia general “¡Los inocentes pagan la guerra, los inocentes!”, sonó a un grito en la Plaza San Pedro y aludiendo a las responsabilidades de cada uno agregó: “Pienso ante tanta crueldad con tantos inocentes que están pagando, en la locura de todos los bandos, porque la guerra es una locura y nadie en la guerra (ninguno de los responsables) puede decir: ¡no estoy loco! "

Días intensos en la ciudad del Vaticano

En la paz romana, ayer sábado, el Santo Padre creó 20 nuevos cardenales, se constituyó el Consistorio ordinario que votó la beatificación de 2 santos de la Iglesia Universal y el 29 y 30 en las sesiones del Consistorio extraordinario se realizará la proclamación de la Constitución Apostólica Predicate Evangelium, sancionada por Francisco y en vigencia desde el 5 de junio pasado. Esta columna nos hemos referido a sus alcances y hoy reflexionaremos brevemente sobre la política seguida por el Santo Padre en su construcción real e ideal.

La creación de Cardenales y Santos

El rito de la creación de los cardenales consistente en el acto durante el cual el Santo Padre impone el birrete cardenalicio a quienes fueron elegidos se llevó a cabo en la Basílica de San Pedro con lo que quedó establecido el Colegio Cardenalicio. Luego el Consistorio público ordinario votó la canonización del beato Juan Bautista Scalabrini, obispo de Piacenza, fundador de la Congregación de los Misioneros de San Carlos y de la Congregación de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo, más conocidas como los Scalabrinianos, y del enfermero Artemide Zatti, laico profeso de los Salesianos. Se procedió a leer los antecedentes de los beatos y posteriormente el Papa anunció la valoración de los votos y el día de las canonizaciones.

Por último el Papa Francisco y los cardenales se dirigieron al Monasterio donde se encuentra el Papa emérito Benedicto XVI para saludarlo.

La constitución real y la constitución ideal

Las reformas constitucionales deben adecuarse a los cambios de la realidad y no para someterse a esta divorciándola de los principios, objetivos y guías de la sociedad. Claro que no. Para dialogar con ella sabiendo que como dice Bergoglio idea y realidad son polos complementarios sin olvidar que “la realidad es superior a la idea”. Es más, según recuerda uno de sus biógrafos “el Papa no tiene ideas prefabricadas para aplicar a la realidad, ni un plan ideológico de reformas prét-á-porter… En el camino seguido por Francisco “no hay hoja de ruta sólo teórica: el camino se hace caminando… No es un plan que remite a ideas y conceptos que él aspira a realizar, sino una vivencia que remite a “tiempos, lugares y personas”…no a abstracciones ideológicas, (no) a una mirada teórica sobre las cosas.”

La Praedicate Evangelium es el resultado del diálogo con la realidad

De lo dicho y de la experiencia de estos años de pontificado se puede afirmar que la Reforma Constitucional de la Iglesia denominada Praedicate Evangelium sobre la que lunes y martes próximos conversarán los cardenales de todo el mundo, no es fruto de las buenas ideas de un teólogo iluminado o un bello compendio normativo.

El sucesor de Benedicto XVI heredó una realidad extremadamente difícil. Una Iglesia denigrada por los escándalos mundiales de la pedofilia del clero, de los desastres de las finanzas vaticanas, del tráfico de “Vatileaks”, “ensimismada” y enferma en una suerte de impotencia evangelizadora. Y con el nombre de Francisco, se la cargó al hombro.

Las reformas a la Constitución son el resultado de casi una década del trabajo iniciado el 19 de marzo del 2013 cuando asumió y unos días después que el Colegio Cardenalicio le encomendara la reparación. Las reformas que operó en la realidad concreta, tuvo que llevarlas a cabo contra la corriente de los enemigos de adentro y de afuera. Los que se sumaron contra la Iglesia desde León XIII y aquellos que no aceptaron el Concilio Vaticano II, los que criticaron cuanto intento de restauración hubo de parte de los predecesores del Papa Francisco poniendo palos en la rueda de la historia de la Iglesia.

Gracias a Dios hoy, los católicos, apostólicos y romanos podemos exhibir orgullosos una Iglesia que en su renovación retornó a sus raíces que no están en la tierra sino en el cielo, misionera, abierta, dialógica, poliédrica, sinodal. Esto y mucho más es lo que la Reforma de la Constitución por escrito consagró. Que el Espíritu Santo, como entonces, ilumine al Colegio Cardenalicio.

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