Esperando a Godot

Una película inspirada en un hecho real que aconteció hace algunos años en la ciudad de Kumla, en el Sur de Suecia. ¿Qué nos ofrecen para elaborar nuestro el interminable duelo?

“El triunfo”, película francesa

“El triunfo” es una película francesa que en el año 2020 obtuvo el premio como mejor comedia en el Festival número 33 del Cine Europeo. Su director, Emmanuel Courcol, se inspiró en un hecho real que aconteció hace algunos años en la ciudad de Kumla, en el Sur de Suecia.

El protagonista de la historia verídica fue el actor Jian Jônson, mientras que su nombre en la ficción es Etienne Carboni. Un actor, que se encuentra en el paro y consigue un trabajo como director para dirigir una obra de teatro dentro de una cárcel de alta seguridad, en una pequeña ciudad francesa.

La idea surgió a partir de un proyecto cultural de la Directora de la Cárcel, joven abogada, que se sentía aburrida de dirimir juicios en la esfera civil y decidió concursar para ese puesto. Su plan era ofrecer a los reclusos de alta peligrosidad, incluso homicidas, distintas vivencias, como hacer teatro, que les hiciera replantear nuevos objetivos en sus oscuras vidas.

De la selección entre los presos surgen cinco con dotes actorales y, durante seis meses, trabajan incansablemente en la obra elegida: nada menos que “Esperando a Godott” de Samuel Beckett.

Etienne, el director, logra sacar de estos hombres las más formidables expresiones de talento teatral. Al punto tal que, cuando llega el día del estreno, la “troupe” sale de la cárcel casi sin custodia, dado que todos llevan el fuego sagrado en su interior para mostrar el profundo cambio que se había operado en ellos. El éxito de la primera presentación fue tan contundente, que las ofertas para salir de gira llovieron una tras otra. La jueza de Ejecución penal, alarmada, teme por tanta blandura en el trato a estos cinco presos, en un momento dado le dice a la directora de la cárcel.

“Pensemos en las víctimas y sus familias. Se deben sentir muy defraudados sobre el tratamiento que le damos a quienes les causaron tanto dolor” a lo que la directora asume el compromiso de este proyecto, que propende al bien común, según su modo de ver, la redención de los que delinquieron.

Los “actores “cada noche al regresar a la prisión pierden el aura de los aplausos y deben pasar por controles carcelarios a los que ellos ya sienten ofensivos desde su nuevo lugar, otorgado por el calor del público y el éxito de las favorables críticas.

La última noche de la gira, los cinco actores, deciden huir. Desaparecen. Etienne Carboni, abrumado sale al escenario y durante largos 90 minutos habla de la colosal experiencia teatral que se había producido, de la libertad y la dignidad humana. Mientras que, en el público, se genera una profunda empatía hacia los prófugos, con los ojos anegados en lágrimas de compasión y calurosos aplausos, que indicaban aprobación ante temeraria fuga.

El elenco de la película "El Triunfo"

La historia real cuenta que los convictos, nunca fueron encontrados, entre ellos había violadores, ladrones y homicidas. Cae el telón. ¿Alguien mencionó a las víctimas? No. ¿De qué manera podrían sentir la reparación, la justicia justa que aplaque su penar? No, no está contemplado, la víctima, como generalmente ocurre es el convidado de piedra en esta historia.

No debemos sorprendernos ante estos hechos. No olvidemos, por ejemplo, las murgas que se organizan en algunas cárceles, como acercamiento al arte de la música y esparcimiento de los condenados. O bien carreras universitarias especialmente la de abogacía.

La tarea que desarrolla la ONG, Los Espartanos, que llevó el rugby a las cárceles para que los detenidos puedan tomar y aprender los nobles principios que rigen a este deporte.

Así lo cuenta el convicto, condenado a pena perpetua por homicidio, Daniel Osvaldo Oro 41 años.

Su historia personal es trágica. Desde muy chico fue transitando el camino del delito en una espiral ascendente hasta que terminó con la vida de una mujer de 85 años, Lucia Cierlitto. Casualmente, el día que se supo de su tremenda muerte, me acerqué a su domicilio, en representación de Usina de Justicia. Lucia vivía sola en Munro, un barrio tranquilo. Su casa pulcra, rodeada de un precioso jardín, que ella misma cuidaba. Sus vecinos la describían como una mujer afable y educada. Oro, alias el Piguyi, se descolgó por una ventana y la sorprendió durante la noche. Lucia murió maniatada y seguramente aterrorizada. Su historia es igualmente trágica.

Daniel Oro encuentra en el Rugby una buena razón para seguir adelante con su vida, un loable resultado que han logrado Los Espartanos. Pero, una vez más, como familiar de víctima de homicidio, y en nombre de los cientos de Víctimas que todos los días acompañamos en Usina de Justicia. ¿Qué nos ofrecen para elaborar nuestro el interminable duelo? Sería bueno que el Co Víctimas, es decir los allegados de los muertos por la inseguridad ocupen definitivamente el lugar central de la atención de la sociedad y de los magistrados. Porque quien delinque elige su accionar y es consciente de sus consecuencias, mientras que la víctima nunca eligió serlo. No hay teatro posible que pueda revertir esta escena de imposible restauración.

Cárceles limpias y seguras, penas que se cumplan, libertades transitorias responsables para ellos. Y para los que no elegimos ser víctimas, Justicia Justa.

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