Prácticas ambientales, sociales y de gobernanza: un trabajo en curso

No se trata de atacar el capitalismo, sino de hacer que sea sostenible para todas las partes interesadas y que, al mismo tiempo, los líderes empresariales sigan poniendo el foco en su objetivo principal: generar crecimiento sostenido para sus empresas.

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Muchas empresas y organizaciones comienzan
Muchas empresas y organizaciones comienzan a comprometerse con marcos ESG (REUTERS/Mario Anzuoni/File Photo)

Han pasado casi tres años desde que importantes líderes empresariales asumieron su responsabilidad social y abrieron una nueva era en la que las empresas no solo se sienten responsables ante sus accionistas, sino también ante un amplio grupo de partes interesadas. Para algunas empresas, especialmente las de carácter familiar, no ha habido un verdadero cambio de paradigma, ya que estas empresas siempre han reconocido la profunda conexión existente entre sus accionistas y otras partes interesadas de la comunidad. Por otra parte, muchas empresas que anteriormente daban prioridad a los beneficios a corto plazo para sus accionistas comenzaron a prestar atención al crecimiento sostenible cuidadoso y a largo plazo.

A medida que nos acercamos al tercer aniversario (19 de agosto) de la Declaración de Business Roundtable sobre la misión de una sociedad mercantil, que fue firmada por casi doscientos directores ejecutivos e impulsó la defensa permanente del capitalismo de las partes interesadas y de las prácticas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG), es importante examinar cómo se ha incorporado este movimiento de las empresas a las batallas culturales e ideológicas y analizar las críticas y los progresos realizados hasta la fecha.

Otra crítica es que el concepto ESG no es más que un instrumento que utilizan las empresas para conseguir buena publicidad y los directores ejecutivos no hacen sino promesas vacías

Una de esas críticas es que la responsabilidad social es deficiente porque se basa en exceso en factores cualitativos. Es verdad que el desempeño de las partes interesadas no es tan fácil de cuantificar como el rendimiento financiero de las empresas, que normalmente utilizan marcos contables consolidados. Pero no debemos olvidar que se han tardado décadas en desarrollar normas contables comparables y que todavía hoy existen multitud de normas (PCGA, NIIF, FASB, etcétera) y aún se ha de conseguir un sistema contable mundial unificado. Muchas empresas y organizaciones comienzan a comprometerse con marcos ESG como GRI, TCFD y SASB, y el Foro Económico Mundial, en colaboración con PwC, EY, KPMG y Deloitte, ha desarrollado su propio conjunto de métricas para promover la armonización entre marcos ESG.

Otra crítica es que el concepto ESG no es más que un instrumento que utilizan las empresas para conseguir buena publicidad y los directores ejecutivos no hacen sino promesas vacías. A medida que aumenta el conocimiento de la responsabilidad social, las empresas se enfrentan a una mayor presión del público y de los inversores para predicar con el ejemplo. Ante las nobles y a veces ambiguas promesas que hacen las empresas, mucha gente tiene dudas sobre la seriedad de los compromisos adquiridos y aseguran, por ejemplo, que no son más que “ecoblanqueo” por razones de relaciones públicas.

Muchas empresas que anteriormente daban prioridad a los beneficios a corto plazo para sus accionistas comenzaron a prestar atención al crecimiento sostenible cuidadoso y a largo plazo

Los principios ESG, aunque avanzaron mucho en 2020 después de que cien importantes empresas multinacionales se comprometieran con el primer concepto universal de una métrica ESG comparable, siguen siendo un trabajo en curso. Esto especialmente es así en lo que respecta a los marcos ESG y la elaboración de los informes correspondientes, en particular dada la gran implicación de organismos normativos como FTC, SEC y la Comisión Europea.

La implicación de reguladores y órganos de gobierno ha provocado una oposición adicional por parte de círculos tradicionales que presentan el concepto ESG como un movimiento progresista que trata de socavar el principio de libre empresa. Por ejemplo, el concepto ESG ha sufrido feroces ataques por parte de grupos populistas que no creen en el consenso científico sobre el cambio climático. El propio acrónimo ESG tiene un importante solapamiento: la “E” podría encajar también en la “S” de ESG, ya que se podría decir que cuidar del medio ambiente es responsabilidad social y parte de nuestra obligación con las generaciones futuras. Otro aspecto criticado es la confusión por la ambigüedad del término ESG, ya que se han formulado varias definiciones y establecido diferentes marcos y prácticas de elaboración de informes.

El movimiento ESG ha sido y es un paso esencial en la dirección correcta, pero no debemos confundir los fines con los medios. Lo esencial es definir la misión de la empresa y crear las métricas de desempeño necesarias. También debemos aclarar que no hay un conflicto intrínseco entre los objetivos económicos y los ESG, como muchos quieren que creamos. Para ello es necesario acabar con la idea de que lo que es bueno para el planeta es malo para los accionistas y viceversa. En otras palabras, no se trata de atacar el capitalismo, sino de hacer que el capitalismo sea sostenible para todas las partes interesadas y que, al mismo tiempo, los líderes empresariales sigan poniendo el foco en su objetivo principal: generar crecimiento sostenido para sus empresas.

Debemos aclarar que no hay un conflicto intrínseco entre los objetivos económicos y los ESG, como muchos quieren que creamos

Las empresas consiguen crecimiento sostenido de diversas maneras, pero muchos líderes empresariales que tienen una mentalidad orientada a las partes interesadas tienden a centrarse en 1) la rentabilidad: escuchar a todas las partes interesadas, especialmente los clientes; 2) el potencial de crecimiento: poner el foco en la innovación, la inversión estratégica y captar los mejores talentos; y 3) la resiliencia: continuar valorando todas las dimensiones y preparándose para la inestabilidad y los riesgos del mercado. Si las empresas rehúyen las prácticas ESG, estos tres flujos de crecimiento podrían verse comprometidos, ya que las partes interesadas se preocupan por el medio ambiente, la justicia social y la buena gobernanza.

Por tanto, el concepto ESG no es un fin en sí mismo. Igual que no debemos valorar la salud y vitalidad de una persona únicamente por el análisis de su presión sanguínea, tampoco debemos valorar el potencial de crecimiento de una empresa centrándonos únicamente en los beneficios para los accionistas y la contabilidad financiera. Este cambio de perspectiva es todavía más crucial en el momento actual, en el que la empresa sigue desempeñando un papel vital para fomentar la cooperación y hacer frente a los retos globales. Basta con ver cómo la cooperación internacional ha permitido desarrollar y desplegar las vacunas contra la COVID-19 en tiempo récord.

Al final, el capitalismo de las partes interesadas superará la percepción de sus deficiencias porque tiene sentido desde el punto de vista empresarial y dirigirse a todas las partes interesadas sigue siendo el camino más rentable para los accionistas de una empresa.

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