Como otros temas de la agenda económica del país que tienen efectos en el mediano plazo, la competitividad suele ser soslayada. La competitividad, sin embargo, es la capacidad de la economía para insertarse en la economía internacional de modo sostenible. Por este motivo, implica la obtención de divisas –que suelen escasear en nuestra economía–, de inversiones productivas, y la creación de puestos de trabajo sustentables en el sector privado. Es decir, que no requieren gasto público, sino, al contrario, generan ingresos públicos y no dependen de una protección que es fiscalmente costosa.
Los dos informes de competitividad mundial, el del World Economic Forum (Foro Económico Mundial o WEF, por sus siglas en inglés) y el del Institute for Management and Development (Instituto de Gestión y Desarrollo o IMD, por sus siglas en inglés), apuntan a medir las capacidades competitivas de las economías a nivel global. Ambos se basan en relacionar un conjunto amplio de variables, dado que conciben a la competitividad de modo holístico. Reducir esta última al intercambio comercial, a la balanza de pagos o al tipo de cambio, implicaría una mirada parcial sobre el tema.
Recientemente, se han dado a conocer los resultados del Anuario de Competitividad Mundial del IMD correspondientes al año 2022. Los datos que se utilizan se han tomado de organizaciones internacionales y nacionales, institutos privados y a partir de encuestas a más de 6000 ejecutivos a nivel global. Para el caso de Argentina, esa tarea fue realizada por el Departamento de Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina (UCA). Dicho anuario considera un total de 63 economías, tomando más de 300 criterios para evaluarlas. Los mismos son agrupados en cuatro factores de competitividad: “Desempeño Económico”, “Eficiencia Gubernamental”, “Eficiencia Empresarial” e “Infraestructura”.
En 2022 los 5 primeros puestos del ranking fueron ocupados por: Dinamarca, Suiza, Singapur, Suecia y Hong Kong. En las últimas cinco posiciones se encuentran Brasil (59), Sudáfrica (60), Mongolia (61), Argentina (62) y Venezuela (63). Argentina ascendió un puesto con respecto al año anterior, pero hay que tener en cuenta que disminuyó la cantidad de países participantes (resultaron excluidos Rusia y Ucrania por el conflicto bélico, y se incorporó a Baréin).
Todos los países de América Latina se encuentran en la mitad inferior del ranking, con Chile como la economía mejor posicionada (45), luego de haber descendido una posición. Cabe destacar la actuación de Perú, que fue el único en ascender cuatro posiciones (54). Tanto Brasil como Colombia descendieron un puesto y México se mantuvo estable (55).
Para comprender las razones de la ubicación de Argentina, se deben analizar los distintos factores y “sub-factores” en los que se agrupan los criterios individuales. En cuanto al “Desempeño Económico”, Argentina escaló dos posiciones, ocupando el puesto 57. Si consideramos los “sub-factores” de este factor, podemos ver que tanto en Economía Doméstica (33) como en Precios (45), el país ha ascendido. Por su parte, esta nueva posición se debe no solo a la neta mejoría de las categorías mencionadas, sino también a los aumentos leves en los apartados Inversión internacional (62) y Empleo (50). Por su parte, la categoría Comercio Internacional (50) permaneció inalterada.
Con respecto a la “Eficiencia Gubernamental”, Argentina viene en declive en los últimos cinco años, y mantiene la última posición por segundo año. Al considerar los sub-factores, podemos ver que esto se debe a la caída en dos de las cinco categorías. Política Fiscal (60) y Marco Societario (59) fueron los factores que disminuyeron su posición interanual, siendo el de política fiscal el más afectado, ya que descendió cinco lugares. Por su parte, Marco Institucional (63) mantuvo su puesto y Finanzas Públicas (58) junto a Legislación Empresarial (62), fueron los factores que experimentaron un aumento.
En cuanto al factor de “Eficiencia Empresarial”, este se mantuvo en la misma posición. Observando los sub-factores que integran esta categoría, podemos destacar los aumentos en tres de las cinco categorías. Estas son: Productividad y Eficiencia (60), Mercado Laboral (51) y Prácticas de Administración (53). Las dos primeras lograron el ascenso de dos posiciones y la otra categoría fue la que presentó el mayor incremento escalando 10 lugares. Por otra parte, Finanzas (63) decayó, y Actitudes y Valores (63) volvió a quedar en última posición.
Por último, podemos apreciar que, luego de cuatro años en caída, el factor “Infraestructura” pudo recuperarse y ascender dos posiciones. Este aumento se vio influenciado a nivel sub-factor por: el leve incremento en una unidad de la Infraestructura Básica (60), una mejora de dos posiciones en Infraestructura Tecnológica (57) y una caída de cuatro puntos en Infraestructura Científica (58) y en Salud y Medioambiente (47). En cuanto al sub-factor Educación (46) se mantuvo constante.
Además de estos cuatro factores, otra forma para evaluar la competitividad del país, según el IMD, son los datos obtenidos de encuestas a ejecutivos (realizadas en febrero-marzo 2022). Según estos, de una lista de 15 indicadores, los aspectos más atractivos en la economía argentina han sido: Mano de Obra Calificada, Alto Nivel Educativo, Actitudes Abiertas y Positivas, Relaciones Laborales Efectivas y Competitividad en Costos. Por otro lado, las consideradas menos atractivas fueron: Competencia del Gobierno, Entorno Legal Efectivo, Previsibilidad y Estabilidad Política, Acceso a Financiamiento y Competencia del Régimen Impositivo.
Si la dirigencia del país se decidiera a salir de las situaciones de crisis que regularmente lo limitan en su posibilidad de crecimiento y desarrollo, probablemente necesitará de una visión comprensiva que se mantenga a mediano plazo. Para ello, no solo los partidos políticos, sino las coaliciones de grupos de interés que los sostienen, necesitan consensuar unos pocos puntos centrales a mantener fuera de la polarización que envuelve a la política electoral. En este sentido, una visión holística, como la que estructura los informes de competitividad, puede ser valiosa a la hora de debatir esos puntos desde una perspectiva sistémica y sustentable.
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