La designación de Sergio Massa al frente del Ministerio de Economía generó expectativas políticas positivas a corto plazo en el círculo rojo, y fue saludada por el Frente de Todos, los gobernadores y un grupo de empresarios.
Aparentemente, los mercados recibieron el anuncio con baja del dólar y del riesgo país, pero cierto es que las monedas domésticas de países emergentes se apreciaron y el riesgo país se redujo en toda América Latina debido al auge de Wall Street por la decisión de la FED de mantenerse neutral en la suba de 0,75 puntos porcentuales de la tasa de referencia.
Pero el ministro debe ganarse la confianza de la sociedad argentina, especialmente del sector productivo que contribuye a sostener el país: ahorristas, asalariados, pyme, grandes empresas e inversores argentinos, dados sus vaivenes políticos del pasado y la falta completa de reputación del gobierno.
El ministro debe ganarse la confianza de la sociedad argentina, especialmente de ahorristas, asalariados, pyme, grandes empresas e inversores
Al momento de escribirse este artículo, Sergio Massa, hizo una serie de anuncios entre los cuales puede destacarse la expresión de deseos e intenciones de: no devaluar ni desdoblar plenamente el mercado cambiario. Pero ello significa que, sin plan de estabilización explícito, continuará el cepo, los tipos de cambio múltiples y la brecha cambiaria y por lo tanto cemento a la rueda de una reactivación de la economía sostenible, profundizando la estanflación a un nivel de inflación esperada de tres dígitos. En efecto cuando se compara bonos públicos a tasa fija con bonos indexados a la inflación de igual maduración, la inflación esperada implícita supera el 100 por ciento.
La intención de no excederse de la meta del 2,5% del PBI de déficit fiscal de la administración pública nacional no incluye otras fuentes de desequilibrio negativo como las provincias y municipios, empresas del Estado y el pago de intereses de la deuda, siempre crecientes que llevan el cálculo del déficit consolidado a un rango superior a 8% del PBI.
En un contexto de “0″ credibilidad y reputación de un gobierno que agita la narrativa antimercado para mitigar la demanda militante, el nuevo ministro debería compensar la falta de credibilidad sobreactuando el ajuste y ordenamiento necesario del caos de las finanzas públicas.
El nuevo ministro debería compensar la falta de credibilidad del Gobierno sobreactuando el ajuste y ordenamiento necesario del caos de las finanzas públicas
La sobreactuación del ajuste fiscal efectivamente se produjo pero en un solo rubro concreto: se realizará sobre la clase media regionalmente ubicada en el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) que no vota en general al peronismo mediante un ajuste de tarifas que ahora se anuncia también sobre el universo de los inscriptos para mantener el subsidio siempre y cuando no superen un consumo de 400 Kwh, mínimo muy bajo que en los hechos implicará una generalización aun mayor del ajuste de tarifas, y otra vez un nuevo rompimiento de reglas y falta de palabra contradiciendo el propio anuncio inicial.
Sumas y restas con saldo negativo
Pero las fuentes principales del déficit fiscal siguen abiertas: empresas públicas; el área de energía a cargo del Instituto Patria; y las obras públicas a cargo del Ministerio del Interior que Massa no controla. En este sentido, no hay superministro ya que no controla todos los casilleros del gasto público. Los rubros señalados superan todo el ajuste de tarifas y ello implica necesariamente más impuestos, más emisión presente e impuesto inflacionario y más festival de títulos públicos.
Mientras sigan detonados los mecanismos e instituciones de control del gasto y límites al poder, todo ajuste fiscal será meramente transitorio.
En conjunto, el ajuste de tarifas anunciado y la decisión de no utilizar el saldo de Adelantos Transitorios del Banco Central para financiar el gasto público para lo que resta del año son una virtual aplicación de las mismas medidas que tomó el gobierno de Mauricio Macri, tan criticada por el actual ministro y su entorno de la coalición política.
Y he aquí el problema: este es el huevo de la serpiente de un nuevo Plan Primavera de 1988: ello significa un nuevo festival de títulos públicos que para que sean aceptados tendrá que convalidar una tasa de interés efectiva de más de tres dígitos porcentuales si tomamos en cuenta la inflación esperada implícita cuando se comparan bonos de a tasa fija con bonos indexados de igual maduración. El riesgo de reperfilamiento y default seguirá siendo alto en tanto el ajuste fiscal resulte insuficiente.
El riesgo de reperfilamiento y default seguirá siendo alto en tanto el ajuste fiscal resulte insuficiente
Al mismo tiempo: se anuncian regímenes de promoción de exportación para sectores transables tales como la agroindustria, minería e hidrocarburos, que parcialmente compensan la presión tributaria sobre las ventas al resto del mundo.
¿Por qué no extender los beneficios a todos los sectores y no solo a aquellos que tienen poder de lobby o que legítimamente buscan compensar la presión tributaria con beneficios lamentablemente sujetos a la discrecionalidad del funcionario de turno? Ello implica la continua erosión de las bases impositivas por los diversos regímenes de promoción de aquellos sectores que tienen capacidad de negociación con las autoridades de turno, lo cual va en detrimento y mayor presión impositiva sobre los que no lo tienen.
Restricción externa
Además, se anunció como un compromiso mutuo, nada concreto por ahora, de un esquema de adelanto de exportaciones, transitorio, con las cadenas de valor de la pesca, del agro, de la minería, hidrocarburos y otros, que ingresarían en los próximos 60 días por un total de USD 5.000 millones, que pasarían a engrosar las reservas del BCRA. Voluntarismo que no puede ocultar que todo adelantamiento implica menor liquidación de dólares a futuro.
Asimismo, se anunció el objetivo de reconstituir reservas mediante préstamos BID y de la CAF, cuyo único destino debería ser la inversión en infraestructura y no la intervención en el mercado cambiario, así como la posibilidad de obtener créditos transitorios mediante REPO. Todo ello implica acumular reservas brutas transitorias con más deuda pública externa.
Pero la sociedad argentina y su dirigencia debería entender que el agotamiento de las reservas no es producto de las importaciones ni de la “fuga de capitales externos” sino el resultado de la desconfianza de los argentinos en su moneda, que se cubre frente a la inflación y la incertidumbre demandando dólares.
SEGUIR LEYENDO: