Nuestro país está atravesando una de las peores crisis económicas de nuestra historia en un contexto político totalmente caótico, donde la falta de certidumbre es absoluta y lamentable.
Esa falta de certezas no se deben solamente a la ausencia de un plan económico serio por parte del oficialismo, a pesar de que ya transcurrieron más de 900 días desde que asumieron, sino que la confusión es mayor cuándo nos preguntamos quién gobierna verdaderamente el país: ¿Gobierna el Presidente? ¿La Vicepresidenta? ¿Hay un doble o triple comando? En realidad estamos frente a un desgobierno, quieren gobernar todos y no gobierna ninguno.
El Frente de Todos es un amontonamiento de dirigentes políticos que vienen de diferentes sectores ideológicos, con intereses totalmente contradictorios entre sí. Sólo se reunieron para ganar una elección pero nunca tuvieron un plan para gobernar. Y ese es el castigo que estamos sufriendo todos los argentinos.
Otro dato alarmante del Gobierno es su falta total de empatía y su alejamiento de la realidad. Se les rompió el termómetro de la calle y no son capaces de entender el sacrificio que hacen los ciudadanos “de a pie” para llegar a fin de mes. Lo demuestran a cada paso, como cuando organizan un show de asunción del “superministro”, previo al anuncio de medidas, con más de 500 invitados, como si solucionar los problemas de los argentinos fuera una excepción y no una obligación del gobierno.
Si bien tenemos múltiples ejemplos de esta lejanía, tal vez uno de los más marcados es la disparidad obscena que se da en Argentina con una jubilación mínima, de sólo $37.000, que cae bajo la línea de pobreza, mientras la Vicepresidenta de la Nación cobra dos pensiones vitalicias mensuales que ascienden a $4.100.000.
ANSES tampoco mostró empatía por los jubilados cuando anunció un bono equivalente a 4 kg de pan, sí $1700. Una absoluta vergüenza. Y más repugnancia causa si comparamos este bono insignificante y ofensivo con el que le dieron a los beneficiarios de planes sociales de $11.000, la mayoría de los cuales no cuentan con ningún tipo de control ni auditoría por parte del Estado.
Nosotros siempre remarcamos la importancia de la austeridad en el ejercicio de la política, lo hicimos cuando fuimos gobierno y lo venimos promoviendo como legisladores con diferentes iniciativas como el proyecto presentado por la diputada María Eugenia Vidal, que propone que el porcentaje de los aumentos a los legisladores nacionales no supere en ningún caso el aumento del haber jubilatorio.
Ahora, ante la gravedad del contexto económico y con ese mismo espíritu de austeridad, creemos que es hora que la política haga el esfuerzo, por eso impulsamos un proyecto de ley para congelar los aumentos de sueldos de todos los funcionarios y legisladores nacionales, y también estamos proponiendo limitar las incorporaciones de personal al Estado Nacional.
Los argentinos que trabajan en el sector privado sufren a diario la crisis económica, la inflación, las dificultades para conseguir empleo y sostenerlo. A ello se suma la falta de un plan, la permanente improvisación y las pésimas decisiones y políticas que el gobierno nacional viene implementando desde que asumió, que no hacen más que agravar los problemas de los argentinos. Las consecuencias son conocidas por todos: más inestabilidad, más inflación y más pobreza.
Por eso tenemos que decir basta. Es hora de que la política haga el esfuerzo y dé el ejemplo, evitando un desmedido aumento del gasto público y acompañando de esa manera el enorme esfuerzo que el Estado le exige constantemente al sector privado. Sabemos que con el congelamiento de los sueldos de los dirigentes políticos y de los funcionarios no alcanza. Con eso no solucionamos todos los problemas. También hace falta un plan y un presupuesto real con metas creíbles, donde se eliminen los gastos duplicados e ineficientes. Necesitamos un Estado que deje de hacer crecer su sector más improductivo, con estructuras burocráticas cada vez más grandes que se crean para nombrar militantes, como ocurre principalmente en la provincia de Buenos Aires donde el gobernador en sólo dos años duplicó la planta de cargos políticos.
También sabemos que es difícil pedirle a este gobierno, que hace gala del aumento del gasto público en nombre de la “reivindicación” de la política, que deje de lado el clientelismo político y el fomento del Estado parasitario en favor de todos los argentinos. Pero lo que sí podemos pedirle, es que tenga un gesto de grandeza, mirando de frente a la ciudadanía, reconociendo los esfuerzos que hace a diario el sector privado, y que por primera vez acepte que la situación ya no da para más, y que es hora que la política haga el esfuerzo y deje de lado sus privilegios.
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