Lo peligroso que puede ser hacerle caso a Nicolás Maduro

Una política al servicio de las dictaduras del hemisferio contiene el germen de derivaciones peligrosas. La intimidad y el coqueteo con gobiernos como Venezuela, Cuba y Nicaragua nos conectan directa o indirectamente con países que son fuente de amenazas para la paz y la seguridad internacional

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El presidente Alberto Fernández y el dictador Nicolás Maduro
El presidente Alberto Fernández y el dictador Nicolás Maduro

Un nuevo capítulo en las controvertidas relaciones argentino-venezolanas pareció escribirse en las últimas horas, cuando el dictador Nicolás Maduro exigió al gobierno argentino que entregue el avión venezolano-iraní retenido en Ezeiza desde hace casi dos meses.

El jerarca chavista exhibió ante el gobierno argentino su pretensión de recuperar el Boeing 747-300 luego de que días atrás el gobierno norteamericano solicitara su incautación. “Pretenden robarnos la aeronave por mandato de un tribunal de Florida. Pretenden robarnos el avión, como nos robaron el oro en Londres, como nos robaron Citgo”, exclamó el dictador venezolano.

El caso expone a la Administración Fernández-Kirchner en el dilema de responder a los requisitos de su alianza con las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua. En los casi tres años desde que ocupa el poder, esta cuarta administración kirchnerista ha empleado sus esfuerzos en materia diplomática para convertir a la Argentina en una plataforma de defensa de los Castro-Díaz Canel, los Chávez-Maduro y los Ortega-Murillo.

Una política sudamericana al servicio de las dictaduras del hemisferio que contiene el germen de derivaciones peligrosas. Porque la intimidad y el coqueteo con esos gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua nos conectan directa o indirectamente con países que son fuente de amenazas para la paz y la seguridad internacional. Una realidad autoevidente en el caso de Irán, una nación gobernada desde la Revolución de 1979 por un régimen profundamente anti-occidental, promotor del terrorismo y cuyos máximos jerarcas promueven la destrucción del Estado de Israel.

Como es sabido, el régimen de Caracas mantiene un intenso y promocionado alineamiento con el gobierno extremista islamista de los ayatolas de Teherán, el que domina Irán desde hace cuatro décadas tras el derrocamiento de la monarquía pro-occidental del Shah Mohammed Reza Phalevi. Como explicó el periodista Roman Lejman, Maduro se ha entregado a una cercana alianza geopolítica, comercial y financiera con Irán, y la nave retenida en Ezeiza es un reflejo de esos vínculos opacos.

A su vez, el primer martes de agosto, las autoridades del gobierno norteamericano solicitaron a la Argentina confiscar dicha aeronave por sus posibles vinculaciones con el terrorismo internacional. A través de un comunicado, el asistente al fiscal general Matthew Olsen, de la División de Seguridad Nacional, defendió que el Departamento de Justicia de los EEUU “no tolerará transacciones que violen las leyes de exportación y las sanciones” norteamericanas.

De acuerdo a las informaciones del gobierno de los EEUU, dicho avión está sujeto a sanciones, ya que su venta de la empresa iraní Mahan Air a Emtrasur, del Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáuticas y Servicios Aéreos (Conviasa), viola las leyes de exportación de Estados Unidos. Ambas empresas fueron sancionadas por Estados Unidos por presunta colaboración para organizaciones terroristas.

A su vez, un grupo de senadores norteamericanos solicitaron al presidente Joe Biden “la debida diligencia extrema de cualquier préstamo a Argentina dado su largo historial de incumplimientos y políticas económicas contrarias al crecimiento”. Los legisladores indicaron: “Entendemos que el gobierno de Argentina está buscando un préstamo de USD 500 millones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a pesar de las preocupaciones actuales sobre los riesgos de financiamiento del programa”, escribieron los legisladores republicanos en la misiva fechada el 28 de julio.

Los senadores firmantes advirtieron por “la cooperación de la Argentina con dictaduras autoritarias como las de Rusia e Irán”. “Dado el preocupante patrón de asociación del gobierno argentino con regímenes parias en todo el mundo, su administración debe apoyar plenamente los esfuerzos del BID para adherirse a una fuerte supervisión y diligencia debida de cualquier nuevo préstamo a Argentina”, añadieron.

Demostrando que nada es gratuito en materia de política exterior, los legisladores recordaron que “apenas unos días antes de la invasión de Rusia a Ucrania, el presidente (Alberto) Fernández le ofreció a Vladimir Putin convertir a su país en ‘una puerta de entrada para que Rusia ingrese decisivamente a América Latina’”, cuestionaron los senadores. En ese sentido, destacaron que unos días después, “el Sr. Fernández firmó varios acuerdos para profundizar la participación china en la economía y las finanzas nacionales de Argentina”.

De acuerdo con estos senadores, el gobierno del presidente Fernández ha realizado acciones que cuestionan sus compromisos de mediano y largo plazo con la transparencia, los valores democráticos y la seguridad regional. Y también criticaron que el Gobierno de Alberto Fernández permitió el mes pasado “que un avión de bandera venezolana operado por una entidad iraní sancionada por Estados Unidos aterrizara en Argentina”.

Los hechos tienen lugar mientras el gobierno argentino ha realizado un cambio de gabinete y mientras las nuevas autoridades económicas buscan acordar con Washington una cooperación en materia de ayuda financiera.

No hace falta ser Metternich o Talleyrand para advertir que las contradicciones, la incoherencia y la falta del sentido de las cosas del Jefe de Estado y sus colaboradores en la Cancillería tienen un costo gigantesco en materia de reputación del país.

Haciendo una exhibición de cinismo alarmante, Maduro sostuvo que el controvertido avión llevaba “ayuda humanitaria a países del Caribe”: “Estaba dedicado a llevar ayuda humanitaria a África”.

Con su temerario comportamiento internacional, la dictadura venezolana ha venido importando elementos riesgosos a Sudamérica, envenenando la política en la región y complicando al hemisferio con sus peligrosas conexiones con los mayores promotores de amenazas a la paz y la seguridad internacional.

Frente a esa realidad, el gobierno Fernández-Kirchner, en lugar de ejercer su obligación de defender los valores de promoción de la paz, los Derechos Humanos y las formas democráticas en la región, conforme a los compromisos asumidos en el sistema interamericano, se ha erigido en una suerte de abogado al servicio de aquellas dictaduras.

Con el riesgoso corolario de habernos complicado en un juego peligroso en el que no tenemos nada por ganar y mucho por perder. Al extremo que como consecuencia de esta injustificable política exterior y este irresponsable manejo de la seguridad nacional, las autoridades nacionales podrían estar permitiendo -por acción u omisión- el potencial ingreso de elementos terroristas en un país que sufrió dos atentados perpetrados por Hezbollah con el auspicio de Teherán, en 1992 y 1994, que costaron la vida de más de cien personas.

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