La vicepresidenta electa de Colombia dio una entrevista pública en el CCK, en Argentina, en el marco de su gira en Sudamérica y fue recibida como una rockstar. Hoy es el fenómeno femenino anti hegemónico político más importante de América Latina. Es la primera vicepresidenta electa afro en Colombia. Ella anunció que va a liderar el Ministerio de la Igualdad, que no se parece a experiencias anteriores. Va a contener el área de género, pero no va a estar centrado exclusivamente en esa área, sino que se va a ocupar de mujeres, pueblos étnicos, juventudes, regiones excluidas y personas con discapacidades. “Hoy los tirapiedras llegamos al Estado para gobernar a favor de las nadies y los nadies”, subrayó.
Su peso político es central en los territorios colombianos y su liderazgo regional es clave en la política exterior. La amenazaron de muerte, tuvo que escaparse con sus dos hijos de su casa para sobrevivir cuando le dijeron que había llegado la hora de un “ajuste de cuentas” por protestar en defensa del agua y la tierra. Le dijeron “King Kong” (la cantante Marbelle en Twitter) en una campaña que uso la violencia política y racista contra ella. Y el 7 de agosto asume un cargo historica al que no llega por elección de otros, sino por su propia elección.
“Yo crecí en medio de la resistencia de los pueblos sometidos como animales salvajes”, recordó en su discurso en Argentina. Ella no esquiva el dolor, pero lo superó con mayor proyección. No perdió el temple. Ni la diplomacia. Incluso se reunió con la candidata a la vicepresidencia de la fórmula opositora (Marelen Castillo que fue la fórmula vicepresidencial de Rodolfo Hernández) y con la vicepresidenta actual, del gobierno de Iván Duque: Marta Lucía Ramírez. Ella es firme, pero también es firme y flexible frente al diálogo.
La abogada y líder ambiental tuvo que trabajar de empleada doméstica limpiando para casas para poder mantener a su familia como madre sola. Sobrevivió a las amenazas de muerte, al trabajo peor pago en América Latina, a la denigración por ser negra. Y sobrevoló sus horizontes para llegar a ser la fórmula presidencial que ganó las últimas elecciones en Colombia y que va a asumir el 7 de agosto.
Sin ella la fórmula de Gustavo Petro no habría ganado en una sociedad polarizada y con el tramo final de la campaña enturbiado por escuchas al círculo petrista que el elegido presidente pudo compensar gracias a la legitimidad de Francia. Por lo tanto, no es un favor el que le hace a Francia, sino que Francia es la que puso su imagen a favor del triunfo de un cambio histórico en Colombia.
Francia, además, compitió en las primeras internas (que en Argentina sería un esquema similar, aunque no igual, a las PASO), en marzo, con Petro, por tanto, no es una mujer que se elige por favor, por cuota, la de condecoración, pero que se disputa el poder y que se convirtió en la fórmula vicepresidencial por el peso de su carrera, sus votos (785.000 votos y fue el tercero más votado, con menos campaña y conocimiento público en esa instancia que con la expansión que logró en la tercera vuelta) y el reto de no rebajarse para que el liderazgo quede en manos del hombre con más tradición política de la centroizquierda colombiana fuera el único en tomar carrera.
Francia es un fenómeno emergente de los feminismos colombianos que lograron, con Causa Justa (de los que Francia participó con un pañuelo verde en el cuello y con un video apoyando la despenalización del aborto) un hito histórico en el Tribunal Constitucional, que fueron motor y parte de las protestas sociales contra la reforma tributaria y que encontraron nuevas herramientas políticas (como la agrupación Estamos Listas, que surgió en Medellín, que promueve una política feminista y fue decisiva en el primer momento del apoyo a Francia) para que las mujeres no estén últimas frente a la necesidad de un cambio, sino que sean las protagonistas del cambio.
En el CCK Francia reconoció la influencia de las Madres de Plaza de Mayo en su lucha política y agradeció especialmente a Nora Cortiñas, aclamada en su silla de ruedas, por el pública y al Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. Además la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito le dio un pañuelo verde, desde las butacas hasta el escenario, en el que la escucharon, Nelly MInyersky, Nina Brugo, Marta Alanis, Mariana Carbajal y Dora Barrancos, entre otras.
“Las mujeres siempre han estado en las luchas, pero sus luchas han estado invisibilizadas”, remarcó en Buenos Aires. Y defendió un feminismo interseccional en donde se tenga en cuenta el género, la raza y la clase. Ella contó que aprendió de la propia voz de Angela Davis, la histórica feminista norteamericana antirracista, la lucha contra el apartheid y la discriminación.
Francia es una política con mucho camino. Y esos caminos estuvieron presentes en su acto en Buenos Aires. Lina Balanta es una cantante colombiana que se paró a bailar al final del evento en el pasillo del CCK. Tiene el pelo afro y las manos pintadas con un color en cada uña, un arcoíris que amplifican todavía más sus sonrisa y sus ganas de tener micrófono y eco. Ella tiene 29 años y vive en Buenos Aires desde hace 10. Trabaja cuidando niños y quiere dedicarse a la música. “Me conoce desde chiquita”, cuenta. “Mi mamá y ella se conocen desde hace muchos años luchando y saben lo difícil que es ser mujeres afro”, cuenta Lina.
Lina es la hija de Yaneth Valencia, una ama de casa que se volvió una referente en la lucha de las personas con vih. Ella trabaja desde hace más de 20 años para prevenir y acompañar a otras mujeres que viven con vih desde la Asociación Lila Mujer. “Se está marcando una verdadera historia”, augura Lina, con la emoción de escuchar a una mujer que conoce a tantas de las que nunca fueron escuchadas, como ella, como su mamá, como las expulsadas. Pero ahora Francia habla y son muchos las que la escuchan.
Francia va a ser la segunda mujer afro en ocupar la vicepresidencia en América Latina. La primera fue Epsy Campbell, en Costa Rica, el 1 de abril del 2018. Pero la figura de Francia tiene una proyección internacional mucho más alta y un valor simbólico en la lucha contra el racismo y el negacionismo que trasciende la cronología y que la colocan como una figura de relieve en la historia política latinoamericana.
También la vicepresidenta norteamericana Kamala Harris, dijo que quiere conocerla y que se reunirán, próximamente, en Washington. No es lo mismo pedir ser recibida en Estados Unidos a que en Estados Unidos ya exista interés por conocerla a ella. Y, aunque su perfil internacional, genere recelos en el micromundo de la política, la proyección de Francia debería amplificarse y no buscar ensombrecerse por recelos.
En el CCK el anfiteatro se colmó de migrantes colombianos y de activistas afro que la aplaudieron cuando bregó contra el racismo y contra el negacionismo. La idea que, por ejemplo, Argentina desciende de los barcos y está compuesta por migración europea que niega la importancia de la población afro en el país. Negar la historia, la identidad y la supervivencia de los lazos con el orígen africano también es racismo.
La conversación con Francia Márquez se produjo en el marco del Proyecto Ballena, el área del Centro Cultural Kirchner (CCK) dedicada a producir encuentros, lecturas y debates. Cada año este espacio elige un concepto para problematizar y poner en común. El año pasado fue tierra y, en el 2022, libertad. La visita de Francia Márquez marca un rumbo para el festival del proyecto Ballena que se realizará entre el 13 y el 16 de octubre.
Francia tiene como segundo apellido Mina. La intención de polarizar mayor equidad contra productividad es forzada, aunque implica desafíos. Francia contó de su historia en un pueblo que luchó contra el extractivismo minero pero que sus ancestras sacaban oro en formas de minería no destructiva para poder luchar por su territorio. Sin embargo, los proyectos que sacaban agua, recursos minerales y energía no daban agua, ni sistemas eléctricos eficientes a la población de donde proviene: el cauca.
“El mayor desafío es el logro de la paz”, remarcó, en el contexto de un país con un conflicto armado por las presencias enfrentadas o asociadas de militares, paramilitares, distintas formas de guerrillas (urbanas, rurales, centralizadas y horizontales), narcotráfico y corrupción político. En ese sentido, reafirmó: “No vamos a hacer trizas la paz, tenemos que hacer trizas la guerra”.
Y aseguró que se va a retomar el diálogo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). De hecho, parte de la cosecha de la gira por Sudamérica es que el Presidente chileno Gabriel Boric ofreció su país como sede para diálogos de paz. Desde el 2018 que las conversaciones entre el presidente (saliente) Iván Duque y el ELN están suspendidas. Otra preocupación es que protestar o pedir no sea sinónimo de pena de muerte. “Colombia es de los países en donde más líderes sociales se asesinan”, enfatizó con la experiencia propia de las amenazas contra su vida.
Francia Márquez hablo de vivir sabroso y que eso significa disfrutar, festejar Navidad en comunidades y no solo encerrados con la propia familia, bailar, comer rico y cantar (y ella bailó y cantó en el CCK), pero que también hay que trabajar para poder vivir sabroso. También se refirió a los nadies, el texto del escritor uruguayo Eduardo Galeano, que inspiró su campaña y al que ella apela para reafirmar que va a gobernar para “las nadies y los nadies”.
Ella, la nadie que es alguien, no se viste de lo que no es, sino que viste el espacio con la que es y con las que son muchas que toman el escenario para bailar con el pañuelo en la mano, con los colores como forma de bandera en la piel y con su cartera artesanal, al lado del sillón de cuero, donde el hilado de colores lleva la agenda del futuro político entre Colombia y Argentina.
También en su muñeca titilan sus pulseras, entre plantas, semillas, hilados y colores. Si la muñeca política se traduce en negociar, tensionar y acumular poder, las muñecas de Francia no pueden arremangarse sin que se note su pasado, su presente, su gente, sus alianzas y sus compromisos con quienes lleva en el cuerpo como un sonido y un tapiz permanente.
Francia hizo un repaso, de la mano de la entrevistadora, periodista y activista feminista Verónica Gago, de las frases que la llevaron a lograr una campaña exitosa, fuera del marketing político (contó que querían amoldar su imagen, incluso su pelo, trenzado hermosamente en rodetes que se conjugaban desde los contados, hasta el centro y del centro hacía debajo de su cabellera, en un mapamundi del orgullo afro desde la cabeza) y con su propia impronta con frases como “Soy porque somos” que implica pensarse desde un movimiento colectivas.
Pero más allá de sus hit sentipensantes, también hizo anuncios políticos. Tal vez el menos escuchado de su repertorio fue el hincapié en la producción de cannabis que ya está regulado por una ley en Argentina. “Es necesario discutir la política de drogas que ha servido para dejar la plata en los bancos y los muertos en los territorios”, criticó. Y redobló la apuesta: “La droga sale del país con la complacencia de muchos corruptos”.
Y de la objeción paso a la acción. “Se puede generar una industria textil y farmacéutica con la marihuana que abra oportunidades en la población”, sugirió con la puerta abierta a la legalización del cannabis. Además subrayó: “Tiene que existir atención a las personas con consumos problemáticos con enfoque en la salud y no en la criminalidad”.
Francia prometió sumar educación pública y de calidad, con el estallido de los aplausos en la sala conocida como la ballena, del CCK, preparada para conciertos y en donde las palmas hacían de instrumentos frente al discurso de la vicepresidenta electa de Colombia. Sin duda, esa reacción partía, por sobre todo, de los muchos y las muchas que tienen que salir de su país para poder estudiar y eligen a Argentina para migrar (temporal o definitivamente) por la oferta de educación pública.
Francia remarcó, una y otra vez, que el gran desafío es enfrentar el cambio climático y el exterminio de la civilización humana si se agotan los recursos naturales y sigue detonando el colapso ambiental que ya se puede sufrir por la explosión de pandemias y del calentamiento global. Sin embargo, sonrío ante su propia disyuntiva, de pensar en la transición energética (que, aclaró, no implica terminar con la extracción petrolera cuando asuma el poder) desde el gobierno. Sabe que no es lo mismo criticar que gestionar. Y, aunque se explaye menos, eso es lo que más la asusta.
“Hay que hacer un tránsito de adecuación que implica desarrollo tecnológico y vocación política, nuestro presidente lo tiene y yo mucho más”, enfatizó en un “yo mucho más” que pone de relieve que Francia es más firme y menos concesiva en promover modos de producción y desarrollo que no afecten al ambiente ni los recursos naturales de las comunidades colombianas.
Ella también interpeló que no se trata solo de votar a gobiernos para que abastezcan en la crisis, sino también de una ciudadanía activa para promover otra forma de vivir. “Hay que cuestionarnos la transformación cultural y de consumo y asumir la responsabilidad como sociedad frente al cambio climático”.
Ella también anunció cambios en pos de la justicia tributaria. “Una puede hablar bonito pero con plata se hacen las transformaciones”, anunció en relación a la necesidad de recaudar impuestos para poder generar los cambios en la desigualdad que se esperan después de las protestas sociales del 2021 contra una reforma tributaria que perjudicaba a los sectores de menores ingresos.
Francia asumió que la protesta social la condujo a aceptar el desafío político “Tantas jóvenes que fueron violadas y jóvenes a los que les quitaron los ojos o la vida, tantas mamás en las calles. Eso me dio fuerza para pelear a pesar del cansancio”, les dedicó. Y concluyó: “Ellos se pusieron en primera línea en el paro, ahora nos toca a nosotros ponernos en la primera línea del gobierno”.
En ese sentido, es importante contar con apoyos para avanzar y no ser boicoteada por las gradualidades que implica gestionar el cambio. Al finalizar, aunque ya se la escuchaba más bajo, por la pasión con la que era aplaudida, se despidió diciendo: “Espero en cuatro años tener el corazón en el mismo lugar”.
No se trata de pedirle lo imposible a quienes quieren hacer posible un cambio y, por sobre todo, el principal cambio que representa Francia Márquez: pensar que el cambio es posible.
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