¿Cuántos años de emergencia vamos a soportar los contribuyentes?

Milton Friedman tiene una frase que parece haber sido dicha para la República Argentina: “Nada es más permanente que una medida transitoria del gobierno”

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El país debe tener el
El país debe tener el récord mundial Guinness de “mayor tiempo en emergencia económica”. Viajemos a 1932, cuando se creó el Impuesto a los Réditos, hoy sigue vigente con el nombre de Ganancias

El país debe tener el récord mundial Guinness de “mayor tiempo en emergencia económica”. Viajemos a 1932. Ya para 1918 la economía había vuelto a crecer, aunque esta recuperación no se dio con el mismo dinamismo de las décadas anteriores, hasta que en 1929 sufrimos el shock de otro evento complicado: la Gran Depresión. Desde ese momento, Argentina vivió nuevos conflictos económicos y también políticos, externos e internos, con salida de divisas, recesión y desempleo. En 1932, dada esta situación económica se creó el Impuesto a los Réditos como un “gravamen de emergencia nacional” e iba a durar hasta 1934, pero en el 2022, sigue vigente bajo el nombre de impuesto a las Ganancias.

En el 2002 este impuesto llegó a recaudar $8.920 millones; en 2011 ese monto se multiplicó por 12, llegando a $108.600 millones, con un incremento real del 882%. Para 2016, ya cuadruplicaba la recaudación, totalizando $432.900 millones. Y al cierre de 2021 se volvió a multiplicar por 5,5 y totalizó $2,3 billones. En resumen, entre 2002 y 2021, la recaudación de Ganancias creció 25.685% contra una inflación de más del 6.700%. En ese tiempo, pasó de representar el 16% de la recaudación total al 19,7 por ciento.

Entre 2002 y 2021, la recaudación de Ganancias creció 25.685% contra una inflación de más del 6.700 por ciento

Otro caso de las incontables emergencias del país, tiene que ver con el Impuesto a los Débitos y Créditos, popularmente conocido como “Impuesto al cheque”, que grava con el 0,6% todas las acreditaciones y débitos de las Cuentas Corrientes y, de Caja de Ahorro (sólo las acreditaciones de cheques). En 2002, la recaudación de este impuesto marcó un total de 4.587 millones, aportando el 8,7% de la recaudación.

En 2011 se incrementó casi 8 veces, llegando a $36.200 millones y representando el 6,2% de la recaudación. Para 2016, creció casi 4 veces y llegó a $131.700 millones de recaudación total. Esta vez, representó 5,8% del total recaudado. Al finalizar 2021, el Impuesto a los Débitos y Créditos se había multiplicado 164 veces respecto del 2002, llegando a los 750 mil millones de pesos, nuevamente creciendo 3 veces más que la inflación del período. Entre 2002 y 2021, este impuesto pasó de representar el 8,7% de la recaudación al 6,3 por ciento.

Al finalizar 2021, el Impuesto
Al finalizar 2021, el Impuesto a los Débitos y Créditos se había multiplicado 164 veces respecto del 2002, llegando a los 750 mil millones de pesos

En agosto de 1991 se aprobó el Impuesto a los Bienes Personales, que iba a tener vigencia hasta 1999. Por supuesto, la situación en 1999 no estaba para andar bajando impuestos, según opinaron los legisladores, así que lo fueron posponiendo hasta llegar a la actualidad. En 2002 recaudó $523 millones, representando 0,94% de la recaudación total. Para 2021 se había multiplicado 532 veces hasta llegar a 278 mil millones de pesos, representando el 2,35% de los recursos tributarios totales.

Esto habla de la injusticia del sistema tributario argentino. El 28,35% de la recaudación nacional está basada en: 1) un impuesto que grava la bancarización; 2) otro que grava el sueldo de las clases medias; y 3) que rige sobre el patrimonio. Los tres entorpecen la producción y el progreso.

Sumado a esto, otra cara de la injusticia del sistema tributario se encuentra en la inflación, dado que estos tres impuestos crecieron en promedio 5 veces más que los precios. Esta situación se logró castigando seriamente a los contribuyentes, dado que las escalas y mínimos no imponibles no se actualizaron con la inflación en gran parte del período analizado, provocando serias distorsiones y la inclusión de miles de contribuyentes que no deberían pagar.

Otra cara de la injusticia
Otra cara de la injusticia del sistema tributario se encuentra en la inflación, dado que estos tres impuestos crecieron en promedio 5 veces más que los precios

Estos 3 impuestos deben ser prorrogados este año. Si realmente gravara las ganancias de empresas por un valor, por ejemplo, superior al equivalente a USD 5 millones y no incluyera, por efecto inflacionario, a los salarios de las clases medias, el Impuesto a las Ganancias podría seguir existiendo, aunque por supuesto con una alícuota mucho más baja.

El impuesto a los Débitos y Créditos no tiene razón de ser en una economía donde cada vez es más complicado estar fuera del sistema bancario.

Bienes Personales, tampoco tiene lugar, dado que el dinero utilizado para comprar los bienes gravados por este tributo, ya pagaron impuestos cuando se pagó Impuesto a las Ganancias, más allá de la poca recaudación que le aporta a las arcas estatales.

El impuesto a los Débitos y Créditos no tiene razón de ser en una economía donde cada vez es más complicado estar fuera del sistema bancario

Sin embargo, la discusión de la extensión de Bienes Personales es casi teatral. En el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional se puede leer que Argentina afirma que “se esperan nuevas mejoras para garantizar que las valoraciones inmobiliarias reflejen mejor los valores reales. Para ello, y en estrecha coordinación con los gobiernos provinciales, completaremos el proceso de actualización de las valoraciones inmobiliarias a nivel federal para finales de septiembre” para que puedan contabilizarse en las recaudaciones del año fiscal 2022. Este acuerdo, con estas palabras, fue aprobado por los dos partidos mayoritarios de Argentina: Juntos por el Cambio y el Frente de Todos. No es muy razonable que ahora ese mismo Congreso vote para eliminar este tributo, que es una de las bases del incremento de ingresos que el país le prometió al FMI. El oficialismo y la oposición mayoritaria, nuevamente unidos para saquear al contribuyente.

Debemos entender de una vez que no existen “emergencias” sino desequilibrios económicos provocados por la clase dirigente que después nos utiliza, los contribuyentes, como fusibles de ajuste para esquilmarnos a impuestos o licuarnos con la inflación que el mismo sistema genera.

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