Uno de los detonantes de la salida del ex ministro Guzmán parece haber sido el problema que existe con los vencimientos de la deuda pública en pesos.
Claro está que cualquier gobernante debería aspirar a tener un Estado “pagable” y ordenando. Pero no es el caso de la clase política argentina. La enseñanza es la de siempre: no hay deuda sin déficit fiscal, no hay déficit fiscal sin exceso de gasto público, no hay exceso de gasto público sin políticos irresponsables.
Expertos en materia económica hace tiempo advierten que el problema de la deuda argentina no sólo está en la denominada en dólares, sino también en la insolvencia de la deuda en pesos. Y es que las probabilidades de que el Tesoro pueda renovar toda la deuda en moneda nacional, que vence en los próximos meses, son escasas.
Como consecuencia, el Banco Central se verá obligado a recurrir a más emisión monetaria de la que ya destina a financiar el déficit.
Para dimensionar el tamaño del asunto, se vienen vencimientos de deuda en pesos por el equivalente al 3,7% del PIB en el presente semestre. La mitad está en poder de entes públicos, por lo que cabe esperar que sea renovada, pero el resto dependerá de la decisión que tomen los privados. Si estos últimos deciden no renovar, al Banco Central no le quedará otra opción que incrementar la emisión monetaria. Imprimir inflación.
Según un informe de Idesa, para los últimos 6 meses del año la emisión para cubrir los títulos del Tesoro no renovados sería del 1,8% del PIB y la emisión destinada para hacerle frente al déficit fiscal sería de otro 1,8% del PIB, sumando un 3,6% de emisión monetaria para el segundo semestre. Esta última cifra representa un aumento del 70% de la base monetaria.
Por tanto, la clave estará en lo que hagan los argentinos con este dinero adicional. Si estos pesos van a parar al plazo fijo, el BCRA puede recuperarlos vendiéndoles a los bancos leliqs y así mesurar la inflación, pero para que este escenario suceda debe haber confianza y tasas de interés llamativas. Otra opción es -la que viene ocurriendo- que las personas opten por adquirir dólares u otros bienes, y esto acelere aún más la escalada de precios.
El gobierno parece encontrarse ante una encrucijada, por un lado, carece de los mínimos de confianza necesarios para que los argentinos depositen en los bancos los pesos de la emisión adicional y por el otro, la imparable inflación (64% en los últimos 12 meses, según el Indec) pone un “techo” a la máquina de emitir dinero.
No se puede convivir con déficits fiscales crónicos sin estar acompañados de alta inflación, problemas de deuda o ambos al mismo tiempo. El Estado debe poner sus cuentas en orden, para liberar a una sociedad agónica.
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