No suelo escribir en primera persona porque los periodistas somos siempre cronistas. Nacemos cronistas. Contamos historias de otros o relatamos lo que vemos. Nuestras historias personales no deberían interesar a nadie.
Sin embargo, esta vez, me permitiré quebrantar esta regla. El disparador es mi cuenta de Twitter y el intento de un colega (no importa quién) de que no tuitee en cierto sentido.
Estoy convencida de que hoy cualquiera de nosotros, en cualquier parte del mundo, con un teléfono celular puede hacer periodismo y que el tuit ya es un género periodístico, nos guste o no. Y quienes estamos en la vida pública (funcionarios públicos, políticos y periodistas) sabemos que debemos ser responsables, coherentes y honestos en su uso.
Por eso, y antes de que me salten al cuello, escribo este artículo gracias al espacio que me da Infobae. Lo hago como periodista, primero, como abogada, después, y como creadora con mi colega Pablo Méndez de un sistema de información que fue el Centro de Información Judicial (CIJ) para el que fui convocada por Ricardo Lorenzetti en el año 2008.
Es decir, no escribo como vocera de Ricardo Lorenzetti porque, de hecho, no lo soy. ¿Acaso un juez debe tener operadores políticos? Lo dejo para el próximo articulo.
Trabajo como una colaboradora de Lorenzetti solo y exclusivamente porque la violenta disputa por la presidencia de la Corte en el año 2018, fogoneada por agentes externos y ejecutada por agentes internos del Poder Judicial, encontró en el CIJ un botín de guerra y se cobró rehenes. Yo fui uno de ellos.
Dicho esto, y desvinculado Lorenzetti de cualquier relación con mis ideas, que son mías exclusivamente como corresponde, entiendo que el Poder Judicial ha entrado en una dinámica autodestructiva. Y uso este concepto para describir lo que he hablado personalmente con la mayoría de ellos, grandes amigos. Y para plantear escenarios superadores.
El off the record permanente de los últimos años ha aniquilado nuestra comunicación oficial pública, las filtraciones y el anticipo de ¿agenda judicial?, las sentencias que ahora se distribuyen a unos pocos o directamente no se difunden y que ya no se publican a texto completo y el uso de operadores todo terreno que usan medios afines para amenazar a potenciales ¿enemigos? solo genera más descrédito, mala imagen y debilidad.
Escondernos detrás de este tipo de prácticas nos hace más débiles, oscuros y vulnerables. El Poder Judicial administra e imparte justicia. La Corte interpreta y aplica la Constitución. No amenaza a ciudadanos. Si delinquen, se los condena. Eso es seguridad jurídica.
Por lo que apelo a las buenas prácticas que hemos cultivado por más de una década y que hemos convertido en Política Pública desde el año 2008. ¿Por qué los jueces no hablan más en on con los periodistas? ¿Por qué no explican lo que hacen y difunden sentencias? ¿Por qué no rinden cuentas de su trabajo? ¿Por qué dejan que los políticos de turno los usen de botín de guerra? ¿Por qué se esconden y dejan que un par de oscuros operadores, comunicados institucionales irrelevantes y repetitivos sin capacidad de marcar agenda “hagan como si” los cuidaran?
El off the record ha aniquilado la comunicación pública judicial. Y nos ha hecho descender institucionalmente como nunca antes. Por eso los jueces deben hablar más en los medios. No son el arma de combate de nadie. Son un Poder de Estado que tiene el deber de ser independiente.
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