Rockefeller y Elon Musk: crisis del ‘30 y criptomonedas

El boom de las acciones del siglo pasado y el auge de las criptomonedas tienen un punto en común: mismos ganadores. Ambos han abierto el mundo de la inversión a personas de clase media que buscan generar ingresos financieros

Elon Musk, el Rockefeller de la actualidad (REUTERS/Brendan McDermid)

La historia siempre es un buen lugar para encontrar respuestas a los interrogantes. Hace cien años, una burbuja nacía y crecía raudamente hasta reventar. Se trata del Crack de 1929. En la misma década y un siglo más tarde, podemos encontrar similitudes y diferencias.

1) Siglo XX: Acciones. Siglo XXI: Criptomonedas

Tanto en los ‘20 como en la actualidad, todo nace a partir de un producto financiero innovador a comercializar. Viajemos en el tiempo. Durante varios años, Estados Unidos había tenido una buena racha política y económica. Por primera vez, el estadounidense promedio contaba con ahorros suficientes para generar su propia cartera de inversión. Sólo restaba definir cuál era la opción más conveniente para multiplicar ese dinero.

Para mediados de la década de 1920, más de 3 millones de personas eran dueñas de acciones guiadas por la esperanza, pero también por la ambición de enriquecerse de manera rápida y sencilla. Y no estaban tan equivocadas, al menos a corto plazo… Por ejemplo, si un inversionista compraba acciones en General Electric en 1928, apenas un año después su dinero se había duplicado.

Casi un siglo más tarde, la Crisis Financiera Global producto del estallido de la burbuja inmobiliaria derivó en la quiebra masiva de bancos y entidades financieras. Esto provocó una desconfianza generalizada hacia el sistema bancario formal que motivó la creación de un mecanismo que intentara sacar del juego a los bancos y permitiera que los usuarios mantuvieran sus tenencias sin tener que confiar en terceros. De esta forma, las criptomonedas se convirtieron en el producto estrella a comercializar en el siglo XXI. En cuanto al margen de ganancia de la inversión, atrajeron al público con índices de crecimiento aún más tentadores que los de los años ‘20.

En ambos casos, entonces, se trata de inversiones de alto impacto en el corto plazo, que se vuelven muy demandadas de un momento a otro por individuos ávidos de generar ganancias significativas y rápidas.

2) Antes eran Corredores de Bolsa, ahora Apps

Tanto en el boom de las acciones de los ‘20 como en la actualidad con las criptomonedas, el ingreso de una gran masa de personas al mundo de las inversiones estuvo guiado por dos actores principales: los corredores de bolsa y las aplicaciones móviles.

Hacia mediados de la década del ‘20, diferentes bancos y entidades financieras comenzaron a abrir oficinas de corredores para seguir promoviendo la incursión en el mercado de valores. Los inversores de Wall Street tenían la firme creencia de que había empezado una época dorada, en la cual los mercados continuarían con un alto grado de estabilidad y un nivel de precios elevados. Así, los expertos de saco y corbata iban al acecho en busca de nuevos clientes que quisieran invertir sus ahorros y colaborar a que el fenómeno creciera cada vez más.

Con la tecnología en la mano, estos procesos cambiaron. Ya no vemos personas físicas que entablen diálogos de asesoramiento con sus potenciales clientes. En una especie de “hágalo usted mismo”, surgieron diferentes plataformas y apps de exchange que se dedican a la comercialización.

Para captar a sus clientes, algunas plataformas complementan su servicio con beneficios tentadores como tarjetas prepagas, reintegro de porcentaje de los consumos en criptomonedas y tasas de interés altas en caso de que el usuario reinvierta parte de las criptomonedas adquiridas.

3) Elon Musk, el nuevo Rockefeller

Cuando de inversiones se trata, siempre están quienes logran sacar un mayor provecho de la situación y hasta enriquecerse con cada crisis que el mercado nos presenta. Narra la leyenda que una mañana de 1929, el multimillonario John D. Rockefeller decidió vender toda su posición cuando su limpiabotas comenzó a hablarle sobre las mismas acciones que él tenía en cartera.

La conclusión que sacó fue que cuando todo el mundo habla de un activo es el mejor momento para venderlo. De esta manera, logró salir a precios altos y seguir consolidando una de las mayores fortunas estadounidenses de la época. Este fue el puntapié inicial de la crisis que tuvo entre una de sus principales causas el exceso de oferta potenciado por un desconcierto popular ante la continua baja de precios.

Hoy en día el personaje de la discordia es Elon Musk, el polémico CEO de Tesla. En un principio, Musk había invertido una gran cantidad de su dinero en criptomonedas al mismo tiempo que anunciaba que Tesla las aceptaría como medio de pago. Eso generó una fuerte suba en las cotizaciones. Sin embargo, tiempo después y con la excusa de que la minería generaba un gran impacto ambiental, dio marcha atrás con su decisión empresarial. Pero hay un detalle… Al igual que Rockefeller, Musk se había desprendido de sus tenencias a precio alto.

4) Comprar con deuda, un riesgo que trasciende todas las épocas

El fervor por el universo financiero en los ‘20 era tal que la mayoría de los inversores comenzaron a comprar acciones “con margen”, es decir, mediante préstamos de los corredores. Pero debajo yacía un sistema tan frágil como un castillo de naipes.

A fines de octubre de 1929, los precios de las acciones comenzaron a descender poco a poco. Sin embargo, el mercado no le prestó mucha atención, ya que los “expertos” consideraron que no era algo malo mostrar el mercado al rojo vivo. Los inversores más arriesgados aprovecharon estos precios bajos y decidieron seguir adquiriendo acciones. Confiaban en las experiencias pasadas en las que al toparse con un bache, el mercado siempre había recuperado su posición anterior.

En sus 13 años de vida, el mercado crypto logró contagiarse de todos los elementos especulativos que ya vimos anteriormente. De esta forma, algunas plataformas exchange ofrecen margin trading y permiten operar con préstamos de dinero.

El boom de las acciones y el auge de las criptomonedas tienen un punto en común. Ambos abrieron el mundo de la inversión a personas de clase media que buscaban generar ingresos financieros. En el siglo XX, el exceso de dinero disponible era producto del pleno empleo mientras que en la actualidad dicho exceso se produce por la liquidez mundial generada por las bases monetarias expansivas.

Hoy, esto se ve potenciado por miles de tutoriales y consejos online que circulan por internet y que prometen convertir a los usuarios en ‘expertos’. Son estos individuos los que se ven más afectados por las subas y bajas del mercado. Entonces, es necesaria una mayor educación financiera que haga frente al sinfín de posibilidades que la tecnología nos ofrece para no caer en fracasos posiblemente previsibles.

En definitiva la historia nos demuestra que está compuesta de figuritas repetidas. Como si todo fuera parte de un gran deja vu, en cada oportunidad ganan y pierden siempre los mismos. No podemos echarle la culpa a la década. Tampoco a las acciones ni a las monedas. No son culpables los corredores o las apps ni los viejos o nuevos Rockefeller’s. La clave está en una buena educación financiera para que puedas elegir de qué lado estar.

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