No hay dudas que Cristina siente debilidad por los videos. Las filmaciones épicas del velatorio de Néstor Kirchner fueron una de las herramientas que contribuyeron a su reelección en 2011. Y un video posteado en YouTube fue el modo con el que nominó a Alberto Fernández candidato presidencial en mayo de 2019.
Por eso, hay que prestarle mucha atención a un video que comenzó a circular entre la militancia kirchnerista este fin de semana. Dura casi cinco minutos y arranca con un muchacho que canta una desgarrada versión de “El Témpano” arriba de un vagón del ferrocarril Roca. El título, “Sinfonía de un sentimiento, Siglo XXI” es un homenaje a la película de Leonardo Favio sobre la vida de Perón, y luego revela que se trata del Capítulo 1 (Kilómetro 0 del Peronismo), editado con las imágenes del acto de hace diez días en el distrito bonaerense de Ensenada. Todo invita a suponer que habrá más capítulos.
No es un video inocente. Lleva el sello inconfundible de “La Cámpora” y construye un relato del primer segundo al último. Intenta trazar un paralelismo entre el 17 de octubre de 1945, la fecha en que Juan Domingo Perón comenzó a consolidar su proyecto de poder, y la situación de Cristina. Evidentemente, lo que le interesa a la Vicepresidenta es poner el foco en aquel Perón que fue preso a la isla Martín García por el gobierno militar de facto que integraba, y al que los trabajadores fueron a buscar para que lo liberaran. El primer motor inmóvil peronista.
Nada es casual en el universo personal de Cristina. Este lunes, justamente, comienzan los alegatos del juicio en la causa conocida como “Vialidad”. Es uno de los dos casos que más complican a la Vicepresidenta, que está investigada como presunta jefa de una asociación ilícita. Es la que tiene como protagonista al emprendedor Lázaro Báez, por quedarse con 51 de las 88 obras públicas que tuvo la provincia de Santa Cruz en tiempos de los Kirchner. Báez fue procesado por “sustracción de fondos públicos” y quedarse con unos 46.000 millones de pesos.
En el comienzo de los alegatos contra Cristina y Báez, la Oficina Anticorrupción (dirigida por el kirchnerista Félix Crous) ya renunció a ser querellante y lo más probable es que la Unidad de Información Financiera (UIF) siga el mismo camino esta semana. Tiene tres audiencias programadas pero, si utiliza la primera para retirarse de la causa, a continuación será el turno para que exponga el fiscal Diego Luciani. Dispondrá de nueve audiencias y es, sin dudas, la instancia más temida por la Vicepresidenta.
Quienes conocen a Luciani desde hace tiempo creen que el fiscal viene preparando un pedido de condena durísima contra Cristina. La base conceptual de la exposición tiene familiaridad con los argumentos de los jueces federales que juzgaron a las juntas militares de la última dictadura militar. Salvando las distancias entre uno y otro caso, la semejanza se produce en la existencia de planes sistemáticos para lograr propósitos de índoles diferentes.
La argumentación del fiscal presentaría a Cristina como la jefa de una organización dedicada a quedarse con fondos públicos, que también integraron Báez, el ex ministro de Obras Públicas (Julio De Vido) y el ex secretario de Obras Públicas, José López, otro célebre protagonista de videos. En este caso, grabado por las cámaras de seguridad bonaerenses cuando arrojaba los bolsos con nueve millones de dólares a un convento mientras sostenía una ametralladora. Netflix duerme sin sospechar que tiene un Oscar seguro a mejor guión original.
A cuánto ascenderá el pedido de condena de Luciani para Cristina es motivo de apuestas en la sede de Comodoro Py y en cada pasillo de Tribunales. Pero la hipótesis que mayor consenso logra es que el fiscal pediría entre seis y ocho de prisión efectiva para la Vicepresidenta, planteo que después deberá ser evaluado y confirmado por el Tribunal Oral Federal 2 que integran los jueces Rodrigo Giménez Uriburu, Jorge Gorini y Andrés Basso.
Los mismos que apuestan a la condena del fiscal también tienen pronósticos para el Tribunal Oral. Consideran que los jueces se pronunciarían por la mitad del tiempo: creen que Cristina podría ser condenada a entre tres y cuatro años de prisión. Una pena de semejante magnitud la ubicaría junto a Carlos Menem en un pedestal de ex presidentes condenados por la Justicia.
“A mi ya me juzgó la historia”
Si se diera esa hipótesis, Cristina no iría presa porque tiene fueros parlamentarios. De todos modos, es posible que el alegato del fiscal Luciani y quizás hasta el fallo del Tribunal ponga en el centro de la discusión el debate sobre cuándo corresponde y cuándo no mantener los fueros para un alto funcionario.
La cuestión fue planteada contra Cristina en 2019 por los legisladores de Juntos por el Cambio, pero quien era el jefe de los senadores peronistas, Miguel Angel Pichetto, rechazó quitarle los fueros a la entonces senadora por considerarlo “excesivo” para quien no tenía una condena firme después de rechazadas todas las apelaciones. No tuvo la misma suerte De Vido, a quien la Cámara de Diputados le quitó los fueros en 2017 y terminó yendo a prisión por fraude al Estado.
El otro recurso que Cristina tiene a mano para no ir a prisión es su edad. En febrero del año próximo cumplirá 70 años y podría reclamar la detención domiciliaria. Claro que esta eventualidad ni siquiera es considerada por la Vicepresidenta que, durante su defensa en el juicio oral transmitida en vivo por los canales de noticias, pronunció una frase dedicada a todo el Poder Judicial.
“Yo no tengo ninguna respuesta que dar; ustedes son los que van a tener que dar respuestas. A mi ya me absolvió la historia”.
Y aunque está convencida de que la historia ya la absolvió, Cristina igual viene diseñando una estrategia de defensa a través de una de las maniobras con la que se siente más cómoda: el contraataque político. Aquí es donde entra a tallar el video con las imágenes de Ensenada y el ejercicio comparativo con Perón para tratar de construir su propio 17 de octubre judicial.
Es curiosa la movida porque Cristina siempre fue más crítica con la figura de Perón, y más proclive a ensalzar la figura de Eva. No es casualidad que la organización juvenil creada por Néstor y Máximo Kirchner se haya bautizado “La Cámpora”, recordando al presidente que duró apenas 49 días en el poder y al que el General echó a patadas de la Rosada para asumir junto a Isabel y al tenebroso José López Rega. Pero la necesidad tiene cara de hereje, y aquella preferencia por el evitismo quedará por ahora en un conveniente segundo plano.
“¿Dónde estabas cuándo murió Perón, Mario?”, le preguntó Cristina a boca de jarro al intendente Secco el pasado 2 de julio en el encuentro de Ensenada. Aunque no le prestó demasiada atención a la respuesta y enseguida se puso contar que ella estaba estudiando en La Plata cuando su madre le avisó que Perón había muerto. Tanto en el acto político como en el video de campaña que se empieza a difundir, la Vicepresidenta repite que no leía al General, pero que lo observaba atentamente.
Cristina reveló que el que andaba con el “Manual de Conducción Política” bajo el brazo era Néstor. Pero, en Ensenada, abrió el libro en el escenario y leyó la página 73. Allí marcó el capítulo donde Perón afirma que “la persuasión es con hechos, no con palabras”. Y aprovechó para asestarle otro golpe bajo al presidente Alberto Fernández. “Cuando fue a la Secretaría de Trabajo y Previsión, Perón agarró la lapicera y no la largó más”.
La tribuna de Ensenada, donde no había hinchada visitante, la ovacionó poniendo de manifiesto el proyecto cada vez más firme de avanzar sobre la gestión de Alberto Fernández. Y eso que no sabían que, mientras Cristina hablaba y ensalzaba la figura de Perón, Martín Guzmán escribía su estruendoso tuit haciendo pública su renuncia de siete carillas y poniendo el Gobierno en un camino descendiente que llevó el dólar blue a $ 273, el riesgo país a 2.700 puntos básicos y al gabinete a una crisis cuya profundidad ningún funcionario se atreve aún a pronosticar.
Es que el acto y el video de Ensenada estaban pensados para una dinámica más lenta. Esa que ahora no para de acelerarse. En la filmación aparecen chichas y chicos muy jóvenes pidiendo el regreso de Cristina, diciendo explícitamente que tiene que ser la candidata presidencial en 2023 y que la Vicepresidenta “vuelva a tener el mando del poder”. A ellos, que tienen menos historia recorrida, va dirigido el mensaje del 17 de octubre que podría estar necesitando si su situación judicial se complica a niveles dramáticos. El relato fraguado es una especialidad de la casa.
¿Quién se atrevería a arriesgar hoy lo que puede pasar en octubre? Después de haber doblegado el fin de semana pasado al Presidente y el tercer aliado del Frente de Todos, Sergio Massa, para quedarse con el control absoluto del Gobierno, Cristina espera que una victoria de Lula en Brasil pueda ayudarla a recrear un escenario electoral más favorable que la derrota que le auguran las encuestas argentinas de intención de voto.
La película de Cristina en el video termina con fondo de Charly García, cantando aquel estribillo ochentoso: “Le estoy hablando a tu corazón”. El video, en definitiva, es para los feligreses propios que nada se cuestionan y que todo lo justifican.
Pero el mensaje más oscuro es para los jueces y para el poder político. A la posibilidad de una condena judicial, tendrán una respuesta política en la calle. Quien quiera oír que oiga.
Sería una nueva y amañada versión de los laberintos institucionales sin puerta de salida que tan bien conocemos. Mientras tanto, el país sin gasoil, sin papel higiénico en las góndolas pero, sobre todo, sin expectativas de futuro, se desliza a la deriva para chocar siempre contra el mismo témpano.
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