Shinzo Abe y su legado ante la nueva longevidad

El ex primer ministro, asesinado ayer, había emprendido durante su gobierno una serie de reformas para un Japón longevo

El ex primer ministro japonés Shinzo Abe murió el viernes en el hospital tras sufrir un ataque con arma de fuego durante un acto de campaña en Nara (oeste)

Era un domingo por la mañana cuando, caminando por el centro de Montevideo, pude ver un remolino de personas en torno al monumento de Artigas en la Plaza Independencia. Apenas había terminado un día antes la reunión del G-20 en Buenos Aires, y frente a mi se encontraban el entonces Primer Ministro de Japón, Shinzo Abe junto al Presidente de Uruguay.

Ver a los dos gobernantes de las naciones más envejecidas demográficamente del mundo y de la región me hizo reflexionar sobre si la experiencia de uno podría transferirse al otro. Especialmente, si pensamos que el proceso de envejecimiento poblacional será más fuerte en países como los de nuestra región, donde, además, campean la desigualdad y la fragilidad institucional.

Japón es potencia en todo, y eso incluye conocimiento y política pública. Hoy no solo es la segunda economía de Asia y la tercera del mundo, sino el país con mayor expectativa de vida y el único que supera el 28% de su población con mayores de 65 años. Con el asesinato de Shinzo Abe y el momentum que se vive en torno a un proceso de transformación y envejecimiento poblacional, conviene revisar lo que significó el Premier Abe en su visión de una sociedad de nueva longevidad como la que vive el mundo.

Cuando asumió por segunda vez su mandato, en 2012, Shinzo Abe se encontró con un gran desafío desde lo social: Japón vivía, vive, un proceso de envejecimiento poblacional muy acelerado y, por si fuera poco, pierde población, lo que se estima hará que de los actuales 125 millones de habitantes actuales se reduzca a cerca de 90 millones en 2060.

Su objetivo entonces era no caer por debajo de los 100 millones. Para ello emprendió una serie de medidas que formaron parte de lo que se conoce como “Abenomics” y que tuvo tres ejes estratégicos. El tercero de ellos acometía las reformas para un Japón longevo.

Entre las medidas a tomar se propuso lograr una mayor presencia de la mujer en el mercado laboral, elevar la edad del retiro laboral y el pago por seniority, además de diversas exenciones impositivas para las empresas que contrataran personas mayores, ya que la idea era que estuvieran activas hasta los 70 años.

Aplicadas esas medidas, la tasa de trabajadores de más de 65 años pasó del 9% al 13%, eso incluyó, por ejemplo, el aumento en la edad de retiro de los pilotos de aviación comercial hasta los 67 años. En 2017 más de la mitad de las compañías japonesas consideraban prolongar la edad de jubilación. Los impuestos corporativos disminuyeron del 36% al 30%, y así Japón se convirtió en la economía del G-7 con mayor cantidad de trabajadores por arriba de los 65 años, hoy uno de cada tres japoneses entre 70–74 años trabaja y el 50% de quienes tienen entre 65–69 años también.

El cuidado de los mayores dependientes también fue uno de sus objetivos. En la actualidad la tasa de cuidadores formales es de las mas elevadas del grupo de países de la OECD, estos recursos humanos deben estar acreditados en su formación, al igual que las residencias de larga estadía. A la vez, se estimuló la posibilidad que las personas mayores puedan permanecer en sus casas el mayor tiempo posible. Políticas de avanzada en el mundo actual.

Este eje, el tercero de sus reformas que iba orientado a cambios estructurales que impactaran en lo social, se complementaba con otros dos: un primero de estímulos para el crecimiento económico y un segundo con el compromiso del Banco Central de Japón. De una forma u otra lo que se había propuesto Shinzo Abe era una sociedad en las que las personas permanezcan activamente comprometidas a lo largo de sus vidas y donde sus políticas crearan una sinergia en la que todos los sectores quedaran incluidos y articulados.

Estos tres ejes del fenómeno “Abenomics” fueron conocidos en Japón como las tres flechas en referencia a una leyenda local. En ella, se cuenta que un padre dio una flecha a cada uno de sus tres hijos y les pidió que la partieran, lo que hizo cada uno de ellos. Luego, tomó otras tres flechas, y juntas se las dio pidiendo que hicieran lo mismo. Ninguno de ellos pudo quebrar las tres flechas juntas. La lección es que tres flechas solas son fáciles de romper, las tres juntas no.

Lo que se acaba de romper con la muerte de Shinzo Abe es una visión, un deseo y una confianza, de la cual la sociedad de este siglo tiene mucho por aprender.

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