La Administración Pública en 1972, estadísticas de la Fundación que conduce Orlando Ferreres, tenía una planta de 506 mil empleados. En diciembre de 1974 había bajado a 482 mil empleados. Lejos de los habituales prejuicios, el tercer gobierno de Juan Domingo Perón, no había incorporado “militantes” o “parientes” para que vivan del erario público.
Lección que no aprendieron Carlos Menem, y mucho menos Néstor, Cristina, Alberto y La Cámpora. Todos ellos entendieron y entienden, que donde hay un “compañero” debe haber un empleo público.
Por eso las administraciones provinciales y municipales y la nacional, multiplican sus miembros: Anses, PAMI se desparraman por el territorio con escandalosa generosidad. Claramente no responde a la idea “del Estado de Bienestar” sino a la del “bien pasar” para unos pocos.
La política se convirtió en dar cargos y la militancia resultó en tenerlos.
La política se convirtió en dar cargos y la militancia resultó en tenerlos, no responde a la idea “del Estado de Bienestar” sino a la del “bien pasar” para unos pocos
Como no hay “plan” no hay compromiso.
Nada que ver con el Perón que volvió y ahora le dedican homenajes, para limitarse un día en el año para la “lealtad”.
En Octubre de 1974, Perón muere en julio, asume como ministro Alfredo Gómez Morales, alguien al que Perón le señaló a Duilio Brunello que no lo quería en su gobierno. Le sigue el equipo de Celestino Rodrigo, Pedro Pou, Ricardo Zinn y Nicolás Catena. Digamos 75% adversarios de las ideas del “Modelo Argentino”, del Plan Trienal y de cualquier cosa que tenga olor a industria, desarrollo y pleno empleo.
En julio de 1975 le dieron el primer golpe a la industria, al desarrollo y al pleno empleo. Lo demás fue continuidad. Paradojas “ideológicas”: en diciembre de 1975 la Administración Pública había crecido un 10% y sumaba 520.600 empleados.
En julio de 1975 le dieron el primer golpe a la industria, al desarrollo y al pleno empleo. Lo demás fue continuidad
Con Perón, cuando José Gelbard era su ministro, se redujo el peso de la administración pública y esa fue una consecuencia lógica de la afirmación de Perón: “Cuando me fui había 300 empleados en la Rosada, ahora hay 3.000″.
Una digresión. La fundación del peronismo surgió como un sistema de injertos, más o menos nobles, sobre el tronco radical -para unos-; o para otros, sobre el tronco del viejo partido conservador.
Si uno sigue el principio de August Comte: “nada desaparece hasta que se lo reemplaza”. Entonces lo que se “reemplazo” a partir de los 40, porque prácticamente desapareció, fue al partido conservador. El partido artífice del desarrollo del Siglo XIX y principios del XX y -como negarlo- proveedor de los fundadores de la transformación de la economía y del Estado, a partir de la crisis del 30.
En esa tesitura el peronismo fue heredero de “sin industria no hay Nación” como señaló Carlos Pellegrini, conservador, atacado por el librecambista Juan B. Justo, socialista, que demandaba importar bienes industriales de Europa (más baratos) y exportar agro y no permitir el desarrollo industrial. Los “progres” siempre.
Vamos a “los injertos”. Sea cual sea el tronco, el embarazo del peronismo, recibió infinidad de injertos. Nacionalistas, social cristianos, socialistas y hasta bolches nacionalizados.
Los injertos fueron fructíferos mientras el liderazgo “doctrinario” de Perón puso orden interior. Pero, como se sabe, la confusión genética produce debilidades, sobre todo cuando las neuronas, los pensadores del peronismo, se apagan.
Y ese tronco injertado, de apariencia robusta y debilidad interior, a la muerte del fundador, se llenó de parásitos. Cuando un árbol se parasita, se muere. Los homenajes no curan.
Cuando un árbol se parasita, se muere. Los homenajes no curan
Este es un problema para la herencia doctrinaria de Perón y un problema para el país. Esto es lo más grave. Naturalmente es un problema tener un aparato electoral, por cierto, que a pesar de todo el peronismo no es sólo eso, que siempre ha resultado un caballo de Troya. “Perón, Perón” pero no sabemos quiénes salen de la panza. Pero, salga quien salga, sabemos que toma el Poder. No tienen definido “para qué”.
Menem y Néstor, la misma camiseta. Carlos hizo lo contrario que prometió: “levantar la cortina de las fábricas” y las cerró. Kirchner habló de un “país normal” y condujo las cosas hasta el final de Cristina, en default, sin reservas y en recesión.
Es obvio que Mauricio Macri empeoró todo, en todo sentido. Que no se olviden que defaultearon la deuda en pesos, pusieron cepo y retenciones a todas las exportaciones. La necesidad tiene cara de hereje. Es decir “por necesidad” ellos hicieron, al final, lo contrario que prometieron y prometen.
La realidad es la única verdad
Ahora se prepara La Cámpora que tiene como líder inspirador al único dirigente importante que Perón echó por traidor. Y que, además, fue un verdadero inútil. Como delegado no duró tres meses.
El viernes, en homenaje a Perón, la Uocra -la de Gerardo Martínez y la del Pata Medina – recuerda una frase “Un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma”. Pues bien los gobiernos peronistas, desde la muerte de Perón, fueron y son gobiernos sin doctrina, sin rumbo y –esta es la verdad – sin plan.
Los gobiernos peronistas, desde la muerte de Perón, fueron y son gobiernos sin doctrina, sin rumbo y -esta es la verdad- sin plan
Lo que, conociendo el pensamiento político de Juan Domingo Perón, es un oxímoron: no puede haber peronismo sin plan.
Los sindicalistas, después de la muerte de Perón en lo programático imitan a Casildo Herrera, no han emulado a la CGT de Rucci que, en el 72, escribió su plan económico para la Nación, plan que fue la base de las Coincidencias Programáticas.
Un plan concertado por empresarios, sindicalistas y casi todas las fuerzas políticas, menos Álvaro Alzogaray y la Tendencia (montoneros). Hubo políticas de Estado, por ejemplo, sembrar ideas y proyectos que han hecho posible la supervivencia nacional a pesar de los desaguisados posteriores: Plan Soja, Yacyretá, gas de Bolivia, acuerdo del Río de la Plata.
Mirada de estadista, es decir, plantear soluciones antes de tener los problemas. Hace 48 años Perón murió. El presente está lejos en el tiempo y en la materialidad.
Mirada de estadista, es decir, plantear soluciones antes de tener los problemas
Entonces el PBI por habitante era el más alto de América Latina y la misión del FMI concluía, (16/12/74) que el Pacto Social había sido exitoso. El FMI celebraba la concertación.
Justamente lo que Perón copió de Europa de posguerra y que los peronistas pos Perón -sin excepción- jamás han intentado y así les va.
Perón creía en el plan concertado con los sectores económicos y sociales, en el comercio sin barreras ideológicas, en la necesidad del salto exportador lo que implica promover la inversión reproductiva. Van 48 años de errores que, hoy, nos han arrastrado hasta acá con predominio de gobiernos que se dijeron peronistas para llegar el poder.
Cristina Fernández de Kirchner hará un homenaje a quien, como le dijo a Antonio Cafiero, consideraba “un viejo de mierda”, verdadero o falso, ella no podría generar en nadie las palabras verdaderas y sentidas de Ricardo Balbín, “un viejo adversario despide a un amigo”.
Cristina Fernández de Kirchner hará un homenaje a quien, como le dijo a Antonio Cafiero, consideraba “un viejo de mierda”
Y Alberto hará lo propio. Cuando recuerda a Mao es evidente que no tiene idea que la Revolución del 43, como dijo Perón, se hizo para parar un “golpe comunista”.
Sabios para llegar y carísimos para la sociedad, muchos años, pocos resultados y hace 48 años, la Argentina, del pleno empleo, una década 1964/74 de mayor crecimiento, sin un año de recesión, desde las dos del Siglo XIX durante la “generación del 80″.
El único homenaje respetable es pensar qué hizo en su retorno el hombre que homenajean. Basta de palabras, gobernar hoy se reduce a por lo menos construir un gasoducto, tener gas oil y un poco, poco, de seriedad y humildad. Siempre van parejas.
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